PEQUEÑA HISTORIA DE MI PAÍS
No hay tren, solo muerte y desasosiego.
En la estación, se amontonan las pieles de los desolados.
Un canto fúnebre alude al viento del salitre, al triste aullido del coyote.
El Señor de todas las cosas, peregrina en la negra noche.
Torva pluma de buitre en su sombrero.
Arden los túmulos.
Una fusta de sangre golpea al brioso alazán.
En el palacio las ayer ultrajadas preparan el banquete.
Celebran sacerdotes y brujos el resplandor del Innombrable.
La peste, se confunde con la resaca de pedófilos, traficantes
Y monjas de clausura.
¿Dónde el sosiego?
La ciudad borra la imagen abominada.
Una grieta del azogue estalla en dos soles negros.
Se disuelve en gotas de sombra la crueldad de los furiosos.
LOS SABEDORES
Pedro Ángel Trochez y María Nelly Cuetia,
acababan de apagar el fuego ritual,
en el rescoldo se percibía la llegada de las luciérnagas,
cuando se los llevaron.
Balas de fusil les dispararon a sus cuerpos
ya lastimados por la tortura.
Los arrastraron junto a la laguna,
convencidos que en sus orillas yacerían inertes,
como las piedras.
Extraños a estas montañas, a estas aguas,
a esta urdimbre de lunas,
a esta nación que es el centro del mundo,
desconocían que el corazón de Pedro Ángel
y de María Nelly, es el mismo corazón del pellar,
milenario en su canto por la tierra.
Inmune a los asesinos,
que no perciben su silbo
convocando a la minga desde la palma de chonta
que alimenta con su danza la resistencia del viento..
Tuluá, 7 de junio de 2020
SAN GABRIEL
Hubo un tiempo en que las ánimas se paseaban
por las empedradas calles del poblado.
La blancura de sus casas contrastaba con el negro de los rebozos
y la cetrina piel de sus habitantes.
Algunos blancos había, por supuesto.
Entre ellos los abuelos y tíos,
viejos hacendados de la comarca, arruinados y huidos
por las constantes guerras.
El niño sabía de ellos y de las viejas que resplandecían
entre los añosos árboles del Jardín,
mientras deslizaban por el gaznate el mezcal
que amenizaba corridos y huapangos.
Conocía el rostro de curtidos paisanos
atrincherados en cuarteadas cananas
y raídas sotanas.
No sabía por qué,
pero las voces de sus mayores
siempre lo acosaban como un eterno murmullo.
Menos las voces de madre y de padre
que sonaban a cierto cuando los visitaba
el día de difuntos.
Todavía se oyen por el pueblo,
donde respetuosamente sus moradores
para mejor escucharlas se acogen al silencio.
Esto fue lo que me contaste habías soñado
la noche siguiente a que la Faustina nos confesara
sus deliciosas cuitas de amor.
PATRIAS CHICAS
En San Miguel de Allende dicen que Fray José Mújica
es de esas tierras.
Te muestran una hermosa casa construida en el siglo XVII,
situada en el Parque Juárez y te aseguran que ahí nació y que ahí vivió
hasta la muerte de su madre, cuando estaba en la cúspide de la fama
y cuando era amigote de Dolores del Rio, María Felix, Pedro Armendáriz,
John Huston, Pedro Vargas, Agustin Lara, Gary Cooper, John Ford
y John Wayne.
Eso fue antes de hacerse cura en Cuzco y poner a suspirar de nostalgia a mi madre
y a mis tías que seguían oyendo sus canciones
y soñando con el Caruso de América, como lo apodó
un gacetillero de farándula.
Pero la verdad es que este tardío franciscano, nació en una modesta casa
de San Gabriel, Jalisco, donde lo recuerdan unas primas lejanas,
una abundante colección de deslucidas fotos
apretujadas en las paredes de su habitación,
y un guía turístico llamado Diego, que pide comedido permiso
para enterar a curiosos visitantes,
que mientras Rulfo oía ladrar a los perros,
don José Guadalupe entonaba las notas del “Barbero de Sevilla”.
Omar Ortiz Forero nació en Bogotá en 1950. Poeta y ensayista, edita y dirige desde 1987 la revista de poesía Luna Nueva. Ha publicado más de 14 libros de poesía y en 1995 fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia por su obra El libro de las cosas. Su libro Diario de los seres anónimos, ha tenido tres ediciones, una de ellas en España (2015), y la otra en la editorial francesa L’Hermattan, edición bilingüe (2019). Desde 1975 vive en Tuluá, donde es docente y Director Cultural de la Universidad Central del Valle.