25 Abr 2024

8. MARÍA REGLA VILLA. LEZAMA LIMA: ENTRE LA INCERTIDUMBRE Y LA METÁFORA

-09 Ago 2020

Lezama Lima: entre la incertidumbre y la metáfora (a 44 años de su partida)

María Regla Villa

 

La historiografía literaria latinoamericana está frecuentada por autores que se han debatido entre la incertidumbre y la exaltación, como consecuencia de una crítica parcializada. En esta nómina se cuenta el escritor cubano José Lezama Lima (19 de diciembre 1910- 9 de agosto1976).

En una entrevista concedida al periodista cubano Ciro Bianchi, el autor de Paradiso declaró:

“A mí nunca me ha interesado publicar, sino hacer, como aquel noble inglés que escribía poemas en papel de cigarrillos y después se los fumaba y exclamaba: lo interesante es crearlos”.

Y es, a partir de esta reflexión, que podemos deducir que Lezama era un hombre que privilegió ante todo la obra, que centró su atención en el re-descubrimiento de los misterios de la palabra para horadar con metáforas el submundo de códigos abstractos y simbólicos con el que convivimos. Sin embargo, descubrirlo y decodificarlo, es tarea de cada lector.

Muchos calificativos se le han adjuntado a su obra: hermética, hiperbólica, barroca, impenetrable. Pero lo que es cierto es que Lezama demostró que la poesía “es un cuerpo resistente frente al tiempo” y que el poeta se presenta como el elegido, el instrumento para hacerla realidad.

La palabra como imagen, como sustancia, pretende adueñarse de una realidad infinita. Con Lezama el lector no puede dejarse intimidar, no se puede sentir agredido con un verso voraz, barroco, deslumbrante. Con la misma fuerza que el autor lanza el desafío de la metáfora, el receptor debe entregarse a ella sin temores. Pocos son y pocos siempre serán los buenos poetas. Y Lezama es uno de esos privilegiados.

Hay que recordar que Lezama comienza a escribir sus primeros textos  en plena década del 30´: época difícil y sangrienta para el pueblo cubano. Pero si  bien este período sirve para elevar a categoría estética al negro, al campesinado y al proletario, no es hasta los años 40´ que un grupo de jóvenes repudia y se plantea superar, a través de su obra, la etapa formalista iniciada por Florit y Ballagas.

Insatisfecho Lezama con la experiencia estética de una poesía que no alcanzaba al subconciente colectivo, busca entonces llegar a todos a través de las revistas que fundó y dirigió, entre ellas, Verbum (1937), Espuela de plata (1939-1941) y Orígenes (1944-1957). Esta última considerada por Octavio Paz como “la mejor revista del idioma”.

En la poética lezamiana la metáfora es la antesala  de un mundo complejo e inagotable. Un mundo en donde los sentimientos del ser humano, el despertar, el cuerpo, la luz, las vivencias, llegan al borde de ese abismo en donde delimitan lo demoníaco con la incertidumbre de un universo fragmentado en teorías poéticas que dan como summa total la desintegración y brusca ruptura del orden sintáctico y formal para crear una nueva realidad, más contradictoria y novedosa simultáneamente. Es, en fin, el resultado de un producto moldeado con preconcebida arbitrariedad.

Plantea en toda su obra Lezama el contrapunto del hombre con sus posibilidades infinitas. En una ocasión declaró: “Yo creo que la maravilla del poema es que llega a crear un cuerpo, una sustancia resistente enclavada entre una metáfora que avanza creando infinitas  conexiones y una imagen final que asegura la pervivencia de esa sustancia, de esa poiesis”.

En el sistema estético lezamiano, la poesía es una forma de pensamiento autónomo, por encima del espacio y el tiempo reales. El poema crea su propia dinámica, su propia realidad, su propio tiempo y su propia historicidad. Por eso una gran parte de la lírica lezamiana es hermética ante los asedios de la crítica historicista o sociológica. Un poema de Lezama es un organismo vivo, por lo tanto emocionante dentro del hermetismo deliberado que le ha dado un alto rendimiento de belleza, de misterio y de exploración de lo desconocido.

Las variantes de la palabra, según la tesis pitagórica recogida por Lezama, se reducen a tres: la palabra simple, la jeroglífica y la simbólica. En otros términos, el verbo que expresa, el que oculta y el que significa. Diría Lezama que hay una “cuarta palabra” que es patrimonio exclusivo de la poesía. Una palabra que él mismo rehúye nombrar, que, basada en las progresiones de la imagen y la metáfora y, en la resistencia de la imagen, asegura el cuerpo de la poesía.

Sólo lo difícil es estimulante” afirmó más de una vez el autor de Oppiano Licario; con esa misma vocación por desentrañar los secretos de su arte, invitamos al lector a conocerlo y a complacerse dentro de una aventura verbal inigualable.

 

 

 

María Regla Villa (Escritora, poeta y periodista peruana de origen cubano). Licenciada en Filología por la Universidad de La Habana. Ha asistido a cursos de posgrado convocados por el Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas: La narrativa de José María Arguedas; Recepción de Juan Rulfo y Las literaturas indígenas después de la conquista, impartidos por catedráticos de la Universidad Nacional de San Marcos, Universidad Autónoma de México y la Universidad de Zürich. Ha sido conferencista en Eventos nacionales e Internacionales y su obra narrativa y poética ha sido publicada en revistas cubanas e hispanoamericanas y en revistas cibernéticas de Perú, España, Suecia, Venezuela, Chile y Argentina. Es coautora de la antología poética Voces Románticas cubanas (Editorial San Marcos, 1999); autora de Pretextos: ensayos de crítica literaria (Editorial San Marcos, 2000) y del libro de cuentos Cuando la tarde comienza a morir, (Editorial San Marcos, 2004). Actualmente su poemario El antifaz de la luna se encuentra en proceso editorial.



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