GIVE ME THE SPLENDID SILENT SUN*
Regálame esta espléndida tarde en Belvedere
con el sol ante mis pies,
cuando la primavera gozosa,
se tiende a dormir bajo las piedras.
Regálame, oh amor, una pequeña rama de hiedra,
para coronar la altiva cabeza de las estatuas solitarias
dialogando eternamente en su lenguaje de mármol,
esperando, hacia los siglas, un posible milagro.
Regálame el espacio azul tendido ante los ojos
y los pasos de todos los amantes
que han venido a cruzar sus manos temblorosas,
olvidados del calor del guante por sus dedos.
Regálame, oh amor, el deseo de sentirte
como la sombra de un amable pasado
que viniera, hacia los años, no con rostro de muerte,
sino en la airosa juventud que un día tuvimos.
Regálame un crepúsculo. Un trozo de sol. Aquella nube
creciendo y decreciendo sobre !os rascacielos,
para saber que existes, en algún lugar del universo,
pensando en un cálido y antiguo amar de camaradas.
New York, 1987
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*Walt Whitman, 1887, sobre Manhattan.
CENTRAL PARK
Alguien se tiende sobre Ia hierba
para sentir el peso del mundo
sobre el pecho descubierto.
Alguien a quien asombra
el latido del mundo
y la expansión violenta de las estrellas
en lo infinito del cielo.
Siempre existen dos seres
que se toman de las manos
para sostener la vida
en el palpito de su sangre.
Siempre hay algún solitario
que aspira el olor de la tierra
y puede sentir el instantáneo
crecer de las hojas en los desnudos arbustos.
Siempre existe alguien que puede,
inmerso en sí, mismo,
aspirar eternamente un paisaje cualquiera.
New York, 1990
AQUILES Y HÉRCULES
A Bob Paris
Se le miraba en el andén
como si esperara a un previsible dragón
para estrangularlo con las manos.
Cincuenta pulgadas de tórax,
veintinueve biceps,
treinta y uno de cintura,
piernas masivamente descubiertas
y una mirada tibia bajo las cejas,
arqueadas hasta volverse dulce el rostro.
Su belleza contrastaba con el medio.
Ia arremolinada muchedumbre, el griterío
que apenas le rozaba el lóbulo,
sin perturbarlo en Ia espera.
Como a Aquiles o a Hércules, en lontananza,
el tren se le acercaba y no le huía,
vomitando al gentío presuroso,
anónimo en su perfecta pertenencia.
Una mirada, una sala, bastó para volverlo
la imagen más clara de Narciso. Sobre la pupila
ajena, sin pensarla, se despeñó,
como si el ojo fuera aquel antigua estanque
que se tragara, para siempre, un mito,
un gesto, un cuerpo: nunca a un hombre.
New York, 1987
LOS ÁLAMOS
Al honor del Gran Hongo opongo Ia manos extendidas.
A Ia muchedumbre, el silencio de un labio hermoso
Al desenfoque del tiempo, el ojo avisor de un niño.
A la desintegración de Ia materia, el silencio de la piedra.
A la locura del hombre, la cordura del insecto.
Al desorden interno del átomo, la silente levedad del alma.
A Ia necesidad de un dios cualquiera, la sequedad del Dios
único.
A la soberbia del laboratorio, Ia excelsa virtud de las
probetas.
Al desorden organizado del átomo, el vuelo de una
mariposa
A Ia maldad del universo el poder de caminar sobre las aguas.
Al horror colocado sobre el cielo Ia inmensidad de las
galaxias.
¡Oh, Padre, perdónalos porque saben Io que hacen y son
testigos
de 4.000 millones de años de hacer siempre Io mismo!
Los Álamos, New México,1987
Alfonso Chase nació en Cartago, Costa Rica, en 1944. Es uno de los escritores e intelectuales más influyentes de su país. Durante la segunda mitad del siglo XX ha tenido una sobresaliente participación en diversas instituciones culturales y educativas. Su labor de investigación sobre autores clásicos costarricenses, es de las más importantes. Se ha destacado como profesor universitario en Estados Unidos, México, Cuba, Venezuela y Guatemala, y como jurado en los más importantes premios literarios del continente americano. Cuentos y poemas suyos se han traducidos al inglés, alemán, francés, polaco, portugués, ucraniano, italiano, griego y ruso. Ganó el Premio Nacional de Poesía en dos ocasiones (1967 y 1995), el de cuento (1975), el de novela (1968 y 1995), el de ensayo en (1986), el premio de Periodismo Cultural (1987) y el Premio de Literatura Juvenil (1978). En 1999 recibió el Premio Nacional de Cultura por su trayectoria: máximo premio cultural del país.