YOU HAVE TO BE READY
when they are—
my mother hands me
dishes to wash—
even when you’re not.
I watch her turn
the faucet on,
my hands heat
under the water
and I wonder
who told her
to be open
twenty-four/seven.
How many times
did she lie, split
open, reviewing
a list of things to be
done tomorrow?
Did she learn
over the years:
where to kiss,
when to touch,
how to suck to make
her husband finish
quick—to end
the chore. To make
sure he doesn’t drift
into another
woman’s body—
to say yes—
to make more time
to be the good wife,
the one who makes floorboards
reflect the moon
when it comes in
through the window.
TIENES QUE ESTAR LISTA
cuando ellos lo estén—
mi mamá me pasa
platos para lavarlos—
aún cuando tú no lo estés.
La miro abrir
la llave del lavabo,
mis manos se calientan
bajo el agua
y me pregunto
quién le dijo a ella
que se mantuviera abierta
veinticuatro horas al día
¿Cuántas veces
mintió, se partió
en dos al revisar
una lista de pendientes
para mañana?
Habrá aprendido
con los años:
dónde besar,
dónde tocar,
cómo chupar para hacer
que su esposo acabara
rápido—para terminar
la faena. Para asegurarse
de que él no se desvíe
hacia el cuerpo
de otra mujer—
decir que sí—
para ganar tiempo
para ser la buena esposa,
la que hace que la duela
refleje la luna
cuando entra
por la ventana.
INHERITANCE
She never wanted children
but when my tío knocked up
a gringa—and it was a boy—
her in-laws started demanding
for a purebred Mexicano—
for a boy to carry
the Galvan name
and she felt she had nothing
but a high school degree
to her name. Nothing
but a body to carry life
like her mamá did.
If her mamá could birth
eight children
then so could she.
But when she grew up
with a single mother—
a waitress who bleached
the Mexicana out
of her hair, too many men,
too many children—
she watched
how every man’s
tongue carved an exit
and left her mamá
with a belly swollen.
She watched how
these men left bruises
on the bodies of fatherless
children. How they
forced her mamá
to up and leave a town
at the drop of a dollar bill.
She learned how sons
turn into burros to provide
for the young ones still
around. The ones
who weren’t given up
for adoption. And she
remembers: before
each skeleton
meal. They all sank
their little heads
to give thanks
for hermanos
who missed school;
for hermanos
who worked the fields.
That they were nothing
without them.
She learned
she should have
been born a boy
HERENCIA
Ella nunca quiso tener hijos
pero cuando mi tío embarazó
a una gringa – y salió niño--
sus suegros empezaron a exigir
un mexicano purasangre—
un niño para llevar
el apellido Galván
y ella sintió que no tenía nada
sino un certificado de bachillerato
con su nombre. Nada
sino un cuerpo para cargar vida
como su madre lo había hecho.
Si su mamá pudo parir
ocho hijos
seguro ella también podría lograrlo.
Pero cuando creció
con una mamá soltera—
una mesera que blanqueó
a la mexicana que llevaba dentro
de su pelo, demasiados hombres,
demasiados niños—
observaba
como la lengua
de cada hombre esculpía su propia fuga
y dejaba a su madre
con la panza hinchada.
Miraba como
estos hombres dejaban cicatrices
en los cuerpos de niños
sin padres. Cómo ellos
forzaban a su madre
a largarse de una ciudad
sin previo aviso, en un abrir y cerrar de dólares.
Aprendió como los hijos
se vuelven burros para poder mantener
a los hijos más chiquitos
que todavía andan por ahí. Los que
no fueron dados
en adopción. Y ella
recuerda: antes
de cada esquelética
comida. Todos hundían
sus pequeñas cabezas
para dar gracias
a los hermanos
que dejaban de ir a la escuela;
para los hermanos
que trabajaban el campo.
Que no eran nada sin ellos.
Ella entendió
que debió haber
nacido niño.
RETURNING TO THE MOMENT I
LEARNED TO COUNT
my imperfections: in our small house
in Houston, my two hands swollen
and puffy from rips of skin,
my six-year-old fingernails bitten.
Each time my fingers seek the comfort
of my mouth you slap them,
rub jalapeño pepper juice into the cuts
then cover them with gloves. Seven
brings new glasses: you hand me
the pretty bronze frame and I jump
from the clearer vision of the parking lot.
I smile until you introduce me
to the word four-eyes. At ten I struggle
to fix my short hair, smooth the dark mess
into a half ponytail before school. But it’s ugly:
you pull the chongo out. You call attention
to the smell of my puberty, twelve grams
of red spots on a pad needing a change
because I smell like vagina. Fifteen: I run
around the pool with cousins until you say
my stomach pouch makes me look
pregnant. I wrap myself in a pale yellow
beach towel. At seventeen, I need
to wax my eyebrows. At twenty-two, I need
to wear makeup. At twenty-four, I need
more exercise. At twenty-five, I need newer
clothes, makeup, and still more exercise. At twenty-six,
I understand how life has claimed you.
VOLVIENDO AL MOMENTO EN QUE APRENDÍ A CONTAR
mis imperfecciones: en nuestra pequeña casa
en Houston, mis dos pequeñas manos están hinchadas,
inflamadas de tanto despellejármelas,
mis uñas de niña de seis años, todas mordidas.
Cada vez que mis dedos buscan el calmante
de mi boca les pegas,
frotas las heridas con jugo de chile
después las cubres con guantes. Mis siete
años traen lentes nuevos: me entregas
el bello armazón de bronce y salto
de lo claro que veo el estacionamiento.
Sonrío hasta que me presentas
al término cuatro ojos. A los diez batallo
para arreglar mi pelo corto, alisar el oscuro desorden
en una colita de caballo antes de la escuela. Pero es fea:
me sacas el chongo. Llamas la atención
sobre el olor de mi pubertad, doce gramos
de puntitos rojos en una toalla sanitaria que necesita cambiarse
porque huelo a vagina. Quince años: corro
alrededor de la alberca con mis primos hasta que me dices
que mi pancita me hace ver como si estuviera
embarazada. Me envuelvo en una toalla amarilla
pálida de playa. A los diecisiete, necesito ya
depilarme las cejas. A los veintidós necesito
usar maquillaje. A los veinticuatro, necesito
hacer más ejercicio. A los veinticinco, necesito
ropa más nueva, maquillaje y aún más ejercicio. A los veintiséis,
entiendo cómo la vida nos ha reclamado.
Poemas de Songs of brujería (2019).
Selección y traducción de Violeta Orozco.
Amanda Galvan Huynh es una escritora Mexicana-Americana y educadora originaria de Texas. Es autora de la plaquette Songs of Brujería (Big Lucks September 2019) coeditora de Of Color: Poets’ Ways of Making: An Anthology of Essays on Transformative Poetics (The Operating System 2019). Amanda ha sido nominada para el Pushcart Prize, Best New Poets, y Best of the Net de Sundress Publications. Fue ganadora del premio AWP Intro Journal Project en 2016, ganadora del Best of the Net Winner en 2018, una finalista para el Gloria Anzaldúa Poetry Prize en 2015, y una finalista para el Poetry Society of America Chapbook Fellowship en 2017. Su poesía puede ser leída en revistas impresas y digitales tales como Hayden’s Ferry Review, Puerto del Sol, The Southampton Review, entre otras. Estudió una MFA en poesía en Old Dominion University y es una estudiante doctoral en English Literature con una disertación en escritura creativa en la University of Hawai’i en Mānoa.
Amanda Galván Huynh (she/her) is a Mexican American writer and educator from Texas. She is the author of a chapbook, Songs of Brujería (Big Lucks September 2019) and Co-Editor of Of Color: Poets’ Ways of Making: An Anthology of Essays on Transformative Poetics (The Operating System 2019). Amanda has been nominated for the Pushcart Prize, Best New Poets, and Sundress Publications’ Best of the Net. She was a 2016 AWP Intro Journal Project Award Winner, 2018 Best of the Net Winner, a finalist for the 2015 Gloria Anzaldúa Poetry Prize, and a finalist for the 2017 Poetry Society of America Chapbook Fellowship. Her poetry can be read in print and online journals such as Hayden’s Ferry Review, Puerto del Sol, The Southampton Review, and others. Amanda earned her MFA in Poetry at Old Dominion University. She is a doctoral student in English with a creative writing dissertation at the University of Hawai’i at Mānoa.
Violeta Orozco es una poeta bilingüe, traductora e investigadora mexicana. Autora del poemario El cuarto de la luna (Literal 2020), As seen by night/La edad oscura (en imprenta). Ganó en México el Premio Nacional Universitario de Poesía José Emilio Pacheco en 2014. Actualmente realiza el doctorado en Hispanic Literature and Culture en Rutgers University, en donde investiga poesía y performance feministas de chicanas y mexicanas, da clases de español y traduce poetas norteamericanas y latinoamericanas. Es egresada de la carrera de Filosofía y Letras inglesas por la UNAM, Maestra en Lengua y Literatura Hispánicas por Ohio University. Tradujo el libro Les reflets du verbe (2019) del poeta algeriano Hamid Larbi. Organizadora de #LenguaSuelta: poesía mexa, chicana y latina para el Festival de Comala México, y #Resistencia feminista para el Utah Book Festival.
Violeta Orozco is a bilingual poet, translator, researcher. Author of the poetry book El cuarto de la luna (Literal 2020), La edad oscura /As seen by night (in press). She was a winner of 2014 José Emilio Pacheco national poetry prize for Mexican college students. She currently studies her Ph.D. in Hispanic Literature and Culture in Rutgers University, where she researches feminist poetry and performance, teaches Spanish and translates American and Latin American poets. She studied Philosophy and English Literature in UNAM, and graduated with an M.A. in Spanish and Linguistics from Ohio University. She translated the book Les reflets du verbe (2019) by the Algerian poet Hamid Larbi. Director of #Lengua Suelta, poesía mexa, chicana, y latina for the Comala Festival in Mexico and #Resistencia Feminista for the Utah book Festival.