En la gran ausencia del poeta nos queda su obra. Alfredo Fressia, legó una fuente de vida a la poesía. Desde la minuciosidad, el detalle: «la concreción de la palabra», su canto vital le ganó a la persecución, a la amenaza, al señalamiento. Aunque su poesía bordeó los temas del exilio, el no lugar, la ausencia —testimonios que nos afectan a quienes hemos vivido la migración—, en el caso de Alfredo no podemos dejar de sonreír al recordar sus versos de risa amplia, esa energía de viento y el apasionado transitar por este mundo desde la convicción y la libertad:
“nadie quiso esta frontera
desalojada,
nadie este día de otoño
clandestino.”
Así, empoderado de la palabra como decreto, construyó su lugar en otra tierra, en otro idioma y aun reconociéndose en su propia valía como poeta, traductor, ensayista y crítico literario, siempre permaneció cercano a lo humano desde la sencillez y la palabra franca, convirtiéndose en uno de los poetas más personales, queridos y admirados de América y otros tantos territorios universales. La poderosa y festiva voz de Alfredo Fressia se despide del cuerpo terrenal para abrirse al infinito en permanente creación. Que tu viaje sea pleno, querido amigo, que acaricies los misterios del universo porque ya tu grandeza dejó una huella imperecedera en nuestra memoria.
Amarú Vanegas
21 DE MARZO DE 1976
I
Nadie quiso este canto
desalojado.
No fui yo quien lo quise
desterrado.
21 de marzo, otra estación
que nadie quiso,
en vano gritarán los hombres,
no la quieren,
nadie quiso esta frontera
desalojada,
nadie este día de otoño
clandestino.
II
Pero esta soledad, el día
21 de marzo, el cuatro metros
21 de marzo, el cuatro paredes.
Pero el otoño y esta soledad del mundo
de 21 de marzo, y la dolencia sola
el 21 de marzo. Se destierra un hombre
a su soledad de hombre el 21 de marzo.
III
Pero el otoño ahora.
Pero el otoño.
Desalojado otoño
de todos los otoños
acontecidos.
Otoño obsceno
expulso de su propio 21 de marzo.
Otoño solo y de cenizas.
Pero el otoño ahora decretado.
Pero el otoño de los silenciosos.
Pero el otoño.
21ST OF MARCH 1976
I
Nobody wanted this evicted
song.
It wasn’t me who wanted it
exiled.
21st of March, another season
no one wanted,
in vain the men screamed,
they don’t want it
no one wanted this evicted
border,
no one this autumn day
gone underground.
II
But this solitude, the day
21st of March, the four meters
21st of March, the four walls.
But autumn and this solitude of the world
on the 21st of March, and that lonely ailment
the 21st of March. A man is exiled
to his loneliness as a man the 21st of March.
III
But the autumn today
but the autumn.
Autumn evicted
from all previous
autumns.
Filthy autumn
expelled from its own 21st of March.
Autumn alone and in ashes.
But the autumn decreed today.
But the autumn of silences.
But the autumn.
VIENTO DEL MAR
Está bien, ganó el viento. Ahora digamos
que he caminado por Montevideo
y hoy llego en sueños a la calle Jackson
esquina Durazno, el portal es ciego.
Portal sin puerta para que entre Alfredo,
y a cielo abierto el corredor, me espera
la humedad de una pieza donde puedo
ver la muerte peinando sus muñecas.
Unos en otros se encajan mis huesos
como recuerdos quebradizos, nombres
para tantear, medir si son espectros
Roque y Esther, Graciela, Juan o Jorge.
Está bien, ganó el viento (siempre gana),
no habrá más preguntas al Ubi sunt.
Una gaviota grazna, está extraviada,
y no sé si soy sombra u hombre aún.
SEA WIND
That’s fine, the wind won. Now let’s say
that I’ve walked through Montevideo
and in dreams I arrive today at Jackson Street
corner Durazno, the gate is blind.
A gate without a door for Alfredo to get in,
and open to the sky the corridor, waits for me
the dampness of a room where I can see
death combing her dolls.
My bones get jammed one inside the other
like fragile memories, names
to recognize, to measure if they’re phantoms
Roque and Esther, Graciela, Juan or Jorge.
That’s fine, the wind won (it always wins),
there will be no more questions about Ubi sunt.
A seagull squawks, it’s lost,
and I don’t know yet if I’m a shadow or a man.
NOCTURNO EN LA AVENIDA SÃO JOÃO
Un travesti en silencio contra un poste
es menos triste que la avenida São João de madrugada,
cuando la niebla se recuesta nordestina
y venérea en las ajenas paredes sin empleo, y esperan
las mujeres, y el borracho espera por su sombra
caída en la calzada. La hora en que se hunden
en su rabo interrogante los gatos sin respuesta
y los marineros cantaron y se miran
esperando por su canto, esperando por oírlo
y todos los idiomas son incomprensibles
como la espera del viento por sí mismo
oyendo su queja vieja de ventana rota.
En el anónimo cuarto sólo iluminado
por el neón afuera, los amantes
son títeres del tiempo: oyen dar
las caricias violentas de la noche y se toman
por la espalda blanda como cama deshecha.
El viento se encajona en la avenida de olor ácido
y los amantes se duermen al neón repetido, sin cuerda
la noche embotellada entre los postes.
NOCTURNE OF SÃO JOÃO AVENUE
A silent transvestite leaning against a post
is less sad than São João Avenue at dawn,
when the venereal north-easterly fog reclines against
the empty alien walls, and women
wait, and the drunk waits for his shadow
fallen on the road. The hour when the cats
sink on their question-mark tails with no answers
and sailors have sung and now wait and look at each other
waiting for their song, waiting to listen to it
and all languages are incomprehensible
like the wind waiting for itself
listening to its old wail of broken windows.
In the anonymous room barely lit up
by the outside neon, the lovers
are puppets of time: they listen to
night’s violent caresses, put their arms
round each other’s back soft as a disheveled bed.
The wind gets trapped in the Avenue of acrid smells
and the lovers fall asleep to the neon’s rhythm, untethered,
bottled-up, night among the posts.
LOS EMIGRADOS
Mandamos decir:
No pasa nuestra historia por la húmeda
Galicia de las madres ni conoce el padre
su Lombardía alcohólica. Los días
se habían exiliado en su orden de partida
y nunca fueron nuestras las líneas de las manos.
La bahía en que la madre pobre nos nació
de cara al mar para mejor aprender el abandono
nos sube todavía hasta los ojos y el pasado
tramaba desde siempre la futura
geografía del polvo sin idioma.
Tampoco se arrepienten las cifras del dolor
ni es nuestro el inverso correo de las sombras
veladas en las fotos que nos borran
la cara del planeta.
THE EMIGRANTS
We address:
Our history doesn’t pass through the damp
Galicia of our mothers and father doesn’t know
his alcoholic Lombardy. The days
got exiled in their order of departure
and the lines in our hands were never our own.
The bay where our poor mother gave birth to us
facing the sea the better to teach us abandonment
still rises over our eyes and the past
has been plotting the future forever,
a geography of dust with no language.
The quantities of grief don’t repent
nor is ours the return-to-sender mail of shadows
hidden in the pictures that erase
our face from the planet.
IMAGEN DIGITAL
A Jean-Francis, In Memoriam
En la última foto
beso tu cabeza, enorme
como la de un elefante
(hoy tu cabeza ya no existe más).
Estamos en la soledad de una sabana
(tampoco era el París de nuestra juventud)
Los dos sonreímos, incluso con los ojos.
Mi mentón está pegado a tu cráneo
y tu boca se cierra para respirar
por la traqueotomía.
Ya no esperamos nada, bramamos en el flash,
espléndidos como el orgullo
al borde del abismo.
(Mi boca mortal sigue deslizando
sobre la piel de tu cráneo)
El amor era un arte hecho de polvo y huesos
como nuestras tallas trabajadas en marfil.
Y hoy me resta este poema narrativo
(que apunta la escopeta a los recuerdos
y no acorta mi espera).
DIGITAL IMAGE
To Jean-Francis , In Memoriam
In the last picture
I kiss your head, as enormous
as an elephant’s
(now your head doesn’t exist any more).
We’re in the solitude of a savannah
(not the Paris of our youth).
We’re smiling, even with our eyes.
My chin is stuck to your skull
and your mouth closes to breathe
through the tracheotomy.
We don’t wait for anything now, we roar at the flash,
splendid like pride
on the edge of the abyss
(My mortal mouth keeps sliding
over the skin of your skull).
Love was an art made from dust and bones
like our carvings made from ivory.
Today I only have this narrative poem
(that points its shotgun at memories
and doesn’t shorten my wait).
DIARIO DE CAZA
Duró toda una noche. Navegamos
más allá de las columnas, lejos los bosques
donde ríe una diosa y las estrellas
sin memoria apuntaban al lunario. Yo les robo los pétalos
a las plantas carnívoras del jardín de las delicias.
Acecho sobre la escotilla, enhebro collares vegetales
para los tripulantes de efímeras gargantas. Mis dedos ágiles
siguen la línea sinuosa en el elzevir:
Estos son los ríos de Babilonia, se suben
en busca del olvido y vuelven siempre
soberbios como un planeta. A veces me detengo
en los jardines suspendidos del imperio, y ejercito
la muerte en mis últimos torneos de cetrería.
El Centauro me afiló los dientes y las uñas, tengo
la avidez de trece lunas llenas, y del viaje sólo recuerdo
unas cartas de navegación hundidas, una cacería
de altura y el canto de los marineros.
JOURNAL OF A HUNT
It lasted an entire night. We sailed
far beyond the columns, far beyond the forest
where a goddess smiles and the stars
without memory pointed up to the Lunarian. I stole
the petals from carnivorous
plants from the Garden of Earthly Delights.
I crouch above the hatchway, thread vegetable necklaces
for the short-lived throats of the crew.
My agile fingers
follow the sinuous line of the Elzevir:
These are Babylon’s rivers, they flow upward
in search of oblivion and always return
proud as a planet. Sometimes I stop
at the imperial hanging gardens, and practice
death in my final falconry tournaments.
The centaur sharpened my teeth and fingernails. I have
the greed of thirteen full moons, and of the voyage I remember only
a few sunken navigation charts,
deep-sea hunting and the sailors singing.
Hay que tener mucho cuidado para hablar de Montevideo porque es una ciudad de dolor. En Montevideo siempre se sufre un poco más que en el resto del mundo.
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Montevideo es una ciudad llena de sueños. Por eso nadie la cuida. Y además, no se puede estar en Montevideo y estar en Montevideo al mismo tiempo. En Montevideo soñamos con países distantes o amores imposibles o destinos nuevos. Cuando se está en Montevideo y se está casi en Montevideo, uno entra en estado de peligro y entonces oye tangos.
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Los sábados, en Montevideo, se puede oír candombe. Con prudencia.
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A Montevideo, los niños lo ven lindo, con su cerro y su fortaleza, y dicen que allí nacieron, allá por el mes de enero de hace muchos, muchos, muchos años.
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El mar a cada lado de la península: la duplicidad de Montevideo.
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Todos los montevideanos sabemos lo que es caminar por General Flores de madrugada. Por eso nadie lo hace. Es un saber revelado y sin testimonio porque si alguien lo testimoniase no tendría nada para contar.
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En un café de Montevideo, me presentaron a un hombre y a una mujer que debían tener unos cuarenta y cinco años y que eran novios. Se sentaron a mi mesa y charlamos. Dijeron que el calor de aquel día no era normal, que debía llover. Yo dije que sí, que llovería con seguridad y que sería agradable ver la lluvia. Me preguntaron dónde vivía yo y me dijeron que habían hecho un viaje por Brasil y que las playas eran muy hermosas. Ya Buenos Aires les resultaba parecida a París. Después volvimos a hablar del deseo de que lloviese al día siguiente, que iba a ser agradable esa lluvia, con seguridad. Cuando se fueron, era bastante tarde.
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París es siempre de mañana, con flores blancas de Boulogne y rosas. En Lima y en Praga siempre es el atardecer, rojo, como encendido. Buenos Aires es noche de verano y con perfume de jazmín. Cuando en Río amanece —gloria celeste— en San Pablo son las siete de la mañana y el aire tirita. Ya en Montevideo es siempre la hora de la siesta, uno bosteza y hace la digestión. Es calentito, no se crea.
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Montevideo era un puesto militar avanzado en el Río de la Plata y nació sin nombre: Monte VI de Este a Oeste. San Felipe se había adormecido y Santiago tuvo un sobresalto. Entonces Montevideo conoció el tedio y la guerra —innombrables— y ya nunca tuvo calma.
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Yo estaba en Montevideo y soñé con una ciudad muy bella. Había edificios de mármol y palacios y puertas de bronce y casinos con mujeres espléndidas y joyas. Todos bebían champán, y yo no le hice mal a nadie.
MONTEVIDEO, THE COQUETTE
You have to be careful if you talk about Montevideo because it’s a city of grief. In Montevideo you always suffer a bit more than in the rest of the world.
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Montevideo is a city crowded with dreams. That’s why nobody takes care of it. And also, you can’t be in Montevideo and be there at the same time. In Montevideo we dream of different countries or impossible loves or new fates. When you’re in Montevideo and you’re almost in Montevideo, you enter a state of danger, and then you listen to tangos.
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On Saturdays, in Montevideo, you can hear candombes. With discretion.
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Children think Montevideo is beautiful, with its hill and its fortress, and say that they were born there around the month of January many, many, many years ago.
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The sea on each side of the peninsula: Montevideo’s duplicity.
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All of us Montevideanos know what it’s like to walk along General Flores avenue at dawn. That’s why no one does it. It’s an item of revealed knowledge with no testimony because if anyone should testify they’d have nothing to tell.
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At a café in Montevideo I was introduced to a couple, a man and a woman who must have been about forty-five years old. They sat at my table and we chatted. They said that the heat that day wasn’t normal, that it must rain. I said yes, it will rain for sure and it would be nice to see the rain. They asked me where I lived and told me they had made a trip around Brazil and that the beaches were very beautiful. And, for them, Buenos Aires was similar to Paris. Then we talked again about the desire for rain the next day, that it would be very nice to see the rain, for sure. It was very late when they left.
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Paris is always in the morning, with white flowers from Boulogne and roses. In Lima and Prague the afternoon is always red, like burning. In Buenos Aires it’s summer night with jasmine perfume. When in Rio it’s daybreak –celestial glory—in São Paulo it’s seven in the morning and the wind shivers. In Montevideo it’s always siesta time and one yawns and digests. It’s nice and hot, unbelievable.
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Montevideo was an advanced military post on the Río de la Plata and was born nameless: Monte VI from East to West. San Felipe had fallen asleep and Santiago was badly frightened. Then Montevideo knew tedium and war –unspeakable--. And never had peace and quiet again.
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I was in Montevideo and dreamed of a very beautiful city. There were marble buildings and palaces and bronze gates and casinos with splendid women and jewels. Everybody drank champagne, and I didn’t harm anyone.
Translation by Mario Licón Cabrera
Los poemas de esta muestra provienen de Susurro Sur, Valparaíso México, 2016.
Alfredo Fressia (Montevideo, Uruguay, 1948) Es poeta, traductor y ensayista. Publicó una veintena de poemarios y su obra ha sido traducida, entre otros idiomas, al francés, inglés, italiano y portugués. Recibió el Premio nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura y el premio Morosoli a su trayectoria. Fressia enseñó Literatura y francés hasta 1976 cuando fue destituido de la enseñanza, emigró entonces a São Paulo, Brasil, donde continuó su trabajo docente. Desde el fin de la dictadura, en 1985, pasa una parte del año en Montevideo. En 2018 fue declarado “Ciudadano Ilustre” de Montevideo. Alfredo Fressia, según el poeta brasileño Dirceu Villa, “posee esa peculiar y rara felicidad: la intimidad de su voz con la poesía es notable y permite que nos reconozcamos a nosotros mismos en sus versos. Existe en la escritura de Fressia un conocimiento de sí mismo, un ‘nosce te ipsum’ que va más allá del discurso confesional para interpelarnos directamente. Se trata de una poesía que habita los lugares, las pérdidas, los temperamentos, y dialoga con las voces de vivos y muertos.”
Alfredo Fressia (Montevideo, Uruguay, 1948), poet, translator and essayist. Fressia has published over 20 collections of poetry and his work has been translated into French, German, English, Italian and Portuguese. He was awarded the National Poetry Prize of the Ministry of Education and Culture, and the Morosoli Award for his achievement in poetry. Fressia was a teacher of literature and French in Montevideo until 1976 when he was dismissed from his position by the dictatorship and forced into exile in São Paulo, where he still lives and teaches. Since the end of the dictatorship in 1985 he has regularly spent part of each year in Montevideo. In 2018 Fressia was declared an “Illustrious Citizen” of Montevideo. Alfredo Fressia, according to Brazilian poet Dirceu Villa, “owns that peculiar and rare happiness: the notable intimacy of his voice with poetry, that allows us to recognize ourselves in his verses…in Fressia’s writing there’s a wisdom of knowing oneself, a nosce te ipsum that goes beyond confessional speech to question us directly. It’s a poetry that fully inhabits places, losses, temperaments, and opens dialogues with the voices of the living and the dead.”