LA ANDALUZA ANTERIOR A LAS PALABRAS
imita pájaros y vuela tierra donde desliza
y rabia que la música ayuda a perdonar
un perdón que no tiene afrenta previa
cuya misión es ahondar un pozo
mientras poda una jungla
llamado de la jungla es el siguiente
se enmudece o se grita
prohibida la media tinta la carne a punto
se muerde el polvo o las estrellas
que no tienen paisaje qué es un paisaje
y a quién le importa
la noche por la caminata
a los pies una guitarrista se tira un tema
después un guitarrista fuma
y le toca a su amiga el mismo canto
al pasar por la plaza a dos guitarras
unos adultos la comienzan
de nuevo toda la ciudad
la tararea y ya se desconocen
la ciudad la canción
SI DICE NUEZ DICE TEXTURA
de ardilla con piñatas de bellotas
con ojos cojos y nariz arisca
a un lado de la esquina y por el otro
del sombrero de sombra de los pájaros
de paja el sol se cuela entre sus dientes
como banda sonora en los oídos
del joven que pasa trotando
y en él ve al viejo
que aún no es caminando lentamente
y sin quedarse atrás
del nieto que sujeta de la mano
después apila el perejil de risa
en cajas para no volver por ella
al patio o al subsuelo
donde es ahora el ácido muriático
buscando la baldosa que reluce
bajo la grasa
ESTUDIA AUMENTO EN ANCHO DE LOS LABIOS
de las nuevas generaciones si eso es fácil de pronunciar
atrapa mejor o peor el humo
del cigarrillo asciende en diagonal desde el rouge
las arrugas del agua
de la palma y sus dedos sobre esta prima de la amiga
de quien rayó la papa hasta que nunca más supieron de ella
pide que se lo cuente quién quién eres tú
y él no es capaz por ciego homero y el campesino
la piel se anaranja al atardecer cuando lo amarran al trabajo
las páginas en verso mitad blancas
haikus y cuecas
cinco y siete con cinco
ritmo del corazón de analfabetos
persigue el bus que ella no arranque con su libreta
el sheriff sin esa pistola forcejea mil horas para recuperarla
empuja la cartera y no al estero marga marga o al mar
lugares todos son iguales y las personas nunca
pregunta qué se te perdió y él puede responderle el corazón
está en mi bolsillo ella grita si no recuerdas lo que escribiste
no pasó por tu corazón y si no pasó por ahí que flote
a hundirse cuanto antes avienta mi libreta con la tuya
sus pestañas ríen estruendos su risa marca las esquinas
como el estero el mar de loza
en las esquinas riñen respiran los cambiados labios
y no atrapan el humo
LOS FOCOS DE LA CALLE ADORNAN
el ficus del departamento
un árbol de pascua es posible
por la perspectiva del ojo
de las hojas se escapa el verde
cuando les entra el marco blanco
donde es expuesto por su madre
y lo único nuevo es su ausencia
por la acumulación de fotos
y porque apenas pide riego
una vegetación con bordes
la evidencia de quien no fue
los amenaza sonriente
AHORA QUE ESTÁ ROTA LA TELA
por ambos lados
en cuadrados y círculos o mucho
antes
de rota cuando craquelada no más
pintó un autorretrato ya pasa una centuria
la misma cara verde como el musgo
que nutrimos mujer de rosa quisiéramos colores
los colores de un puerto que no es este
al menos esa luna date un poquito
déjame una incluso antes
antes cuando la pintó sin rarezas
mucho menos rasgando
la de sí mismo informa tanto menos de él
que la tela tensada en la leche fría
de los ojos de otro
los pómulos crispados como poza bajo la lluvia
moja la sonrisa del acordeón no su cadencia
viejo y manco el de leche fría para qué las dos manos
si no pretende usarlas para siempre
en una joven muerte postergada
por y anunciada en el retrato imita
los pocos siglos que le van quedando
con la mitad cubierta de la cara
continúa una sombra no es la suya
jugamos a que somos esta sombra o cualquiera verde
y sin pillarla nos reímos
haciendo montoncitos apachetas de piedras
por cada uno de los camaradas
que encontraban el mar entre los techos
se nota un ojo más oscuro que su sombra
PULIERON CUIDADOSAMENTE
los orfebres adornos que reflejaran luz
por la cual se enfrentaron varios pueblos
otros objetos los dejaron
sin pulir no reflejan sino que atrapan luz
como pasó con los vencidos
solo la luz atrapan o reflejan
pues los dioses se fueron varias veces
en la cerámica la piedra el óleo
y cuando los esculpen
los erosiona el viento o los derrumba
ellos nosotros
de vez en cuando
y a la intemperie
lo único permanente en todos los lugares
son cosas que distinguen a señores
que brillan de los
el brillo expresa fuerzas las vitales del cosmos
Enrique Winter (Chile, 1982) es autor de los poemarios Atar las naves, Rascacielos, Guía de despacho y Lengua de señas, de las novelas Las bolsas de basura y Aria, y del álbum Agua en polvo, publicados en once países y cuatro idiomas. Traductor de libros de Dickinson, Chesterton, Larkin, Howe y Bernstein, ha recibido los premios Víctor Jara, Nacional de Poesía y Cuento Joven, Nacional Pablo de Rokha y Goodmorning Menagerie, entre otros.