FOSA
La lluvia golpea la ventana
cubre el sonido de las ambulancias
que siguen allí constantes,
coléricas, en su desplazar por las calles.
Los días se han vuelto un rosario de paranoia
una plaga de informaciones que devoran la quietud.
A esta hora bajo la lluvia
a tres dólares la hora
cavan una gran fosa común
con hambre de cuerpos sin sueños
en minúsculas habitaciones
hechas con madera de pino.
Esta nublazón que nos arropa
a las dos de la tarde
tan adecuada
¡Coño!
¿Serán los Heraldos Negros?
HÁLITO
Mi hija, justo antes de dormir
con voz dulce y llena de ternura
me dice, “Papi, creo que vienen
los monstruos. Tengo miedo.”
Le digo que respire
y piense en nubes de algodones
morados y rosa que flotan
silbando te quieros,
le digo respira y trata de relajarte
dales la espalda, son solo toallas
que cuelgan de la puerta.
Me cercioro de que todos duermen
que la quietud y la oscuridad reinen.
Seguido siento el hálito de mis propios miedos.
Se difunde una avalancha de horrores sobre mí,
no menos tangibles que los de ella,
aquellos consejos tan infalibles
se doblegan ante el terror de su presencia.
Suena una ambulancia,
me aferro a la vida.
COSAS
Extrañas un baño de sol.
La palidez de tu rostro
y los anillos celestiales
de tus ojeras
son el panfleto perfecto
de esta epidemia.
Te asomas a la ventana
y tus lánguidos latidos
te rebotan en el pecho
con la rapidez que el sol
retira su falda luminosa
de la escalera de escape
y flota hacia un aposento
en el oeste.
Te sientas en el mueble
respiras hondo varias veces
buscando algún namaste
que no termina de llegar.
Yo escondo mis ganas
de arreglarlo todo
y te dejo sola
dándole el pésame
a tus pensamientos.
A los pocos minutos
me buscas para decirme
que no soportas el agudo sonido
de las ambulancias
que llenan el silencio de miedos
y muerto de miedo
asiento con la cabeza.
Nos abrazamos
en busca de algún silencio
mientras la greca
hace gárgaras con el café
a punto de ebullición.
LA LUPE NOS DEMOLÍA EL CORAZÓN EN TRES MIL PEDAZOS
La música ha vuelto a sonar en los edificios y apartamentos aledaños.
La neblina de ritmos curte la noche
se apodera de mí "Como acostumbro"
y con la Lupe un zarpazo con el filo del anzuelo
me trae a madrina y sus recuerdos
back in the days
cuando la green card era green
y ella hacía una faena de diez horas en un caro
y fino hotel del midtown
en Nueva York
donde hacían coro en una mesa redonda
los escritores más avasallantes de la época
y donde madrina
luego de fajarse a tres caídas
con toneladas de sábanas
toallas y pijamas
se vestía de domingo
para verla a ella
su cantante
su Yiyiyí
en su infinito éxtasis
y frenesí
porque "La Lupe
nos demolía el corazón
en tres mil pedazos.”
La canción del vecino llega a su fin
y suave me deposita en el presente
esperando ver pasar
unos trenes que no llegarán.
Hoy hace un poco de frío.
BOYAR
Ese otoño llovía sin compasión.
Las hojas blandas cubrían el suelo.
Los charcos eran espejos,
Luces rojas, amarillas, y verdes
Se veían boyar en sus reflejos.
Por primera vez pensé:
“No viviré más en esta ciudad”
Todo había terminado
Como una ráfaga de fuego
Que borraba lo que fue.
Ese instante se clavó en mi memoria
Como vida que cumplió su ciclo.
No había otra escapatoria
Lo que trillaste en mi
Ya no tenía cabida en ti.
Las palabras fueron
perdiendo su musicalidad
Solo quedaba un ruido uniforme.
Distante es la emoción
De aquellos años verdes.
De aquel horóscopo en el periódico
Que nos decía, “Es más fácil llegar a la luna
que lograr tus sueños.”
Es tiempo de partir.
De levantar la cabeza.
Juntar las migajas,
Y meterlas en el bolsillo.
Mirar atrás solo para asegurar
Que sí, que pasó, que fue verdad.
Francis Mateo (República Dominicana) Escritor y actor. Autor de Ubre Urbe (2013), y El Alto (2018). Sus poesías han sido publicadas en diferentes revistas en Argentina, Alemania, y República Dominicana. Ha participado con sus poemas estilo "spoken word" junto a la banda La Sovietika en varios centros culturales. Actualmente trabaja para la sección de deportes del New York Times.