NUNCA UN CALABACÍN
Una mujer no debe ser un calabacín
no debe dejar que gire el mundo detrás de la ventana
mirar de su lado del vidrio
querer asomarse
y solamente querer
no debe ser un calabacín sobre la mesa
mientras afuera oye el estrépito
de una cosa que sucede
una mujer debe ser una mujer
tumbar la puerta y perderse entre el tumulto
abrir la boca
nacer de sí misma serpiente contra el fantoche
nacer montaña o precipicio
poema o grosería
pero no debe ser nunca
un calabacín sobre la mesa.
Del poemario Como decir cántaro.
TEMBLOR DE MARABUNTA
a María Gabriela
por mano, por gaviota
Una mano
puede ser pájaro
lechuga tierna
narguile en ebullición
astrolabio
puede abrirse lenta
sutil
ofrecer néctar
dejar que mariposamente
la mañana le confiera
algún rigor estético
puede ser andamio
casa bajo la tormenta
vasija colmada de arroz
sombrero
tal vez incluso
puede ser un poco barco
sobre el vientre de la mar
pero nunca podrá ser enjambre
no puede una mano sola
ser temblor de marabunta.
Del poemario Como decir cántaro.
CEBOLLAMENTE
Era una cebolla más bien larga
enorme gota lunar sobre el mesón
tuve que mirarla
sentarme y mirar la belleza de una cebolla
la luz contra sus capas
la sombra como llorándole debajo
como llora la señora cuando pica otras cebollas
como lloran las gentes que no tienen cebollas para picar
como casi lloro yo de ver esta lágrima de gigante
abandonada en mi mesón.
Imagine cuánta belleza en una cebolla que logra ser bella
no es una rosa de explícita armonía
en un perfumado jardín de aburridas rosas
es el desparpajo de un ojo que no quiere mirar
un ojo blanco solo
sobre este mesón que es el universo
sobre este mesón que es un mesón.
Recordé a Neruda
me di vuelta avergonzada.
¿Mientras contemplo atontada una cebolla
quién lucha por mí allá afuera?
Del poemario Como decir cántaro.
PALABRA DE SALÓN
a Gustavo Borges
verbo en erupción
Qué poco peso mi palabra
yo que la reclamo yunque contra la sien
avispero enardecido madrugándome la calma
percutiendo esta quietud de crimen alevoso
que la necesito por las mañanas
pájaramente apacibles
mañanas gordas rozagantes
meritorias de aguaceros aguijones
y a las dos de la tarde
de todas las tardes hediondas a sonrisa descansada
a milagrito descarado
me da pena esta palabra mía
complaciente
rubicunda
palabrucha burguesa
que duerme por las noches como diablo recién nacido
o toma vinos que yo no
o come quesos que yo jamás
vete ya de mí
palabra de salón
largo de aquí con tus vestidos de buen gusto
abre cancha
que venga la sacudida.
Del poemario Como decir cántaro.
MATRAZ
Bajo la luna llena mi ciudad es de níquel.
Por paredes, calles y escaleras emergen sombras. Brea sobre cal.
De qué alquimia resulta que un hombre atraviese el corazón de otro hombre. Así como decir su propio corazón, su mismo aullido rojo, su latir de angustias.
Cuántos hermanos se comerán entre sí esta noche, a la hora precisa del placer, la fecundidad, los mesones desbordados.
Cuántas hermanas se comerán entre sí mañana, a la hora exacta del café.
La ciudad hierve en un cuenco de vidrio. De noche hierve. De día hierve. El fuego, cada vez más azul,
no cesa.
Bajo la luna nueva mi ciudad es de hierro. La sombra se funde entre la sombra. Brea contra brea.
Qué ciencia oscura mezcla metales
con ardores
en un vaso de vidrio.
Del poemario Desviada para siempre.
CELLISCA
Aquí sabemos qué es sol, qué es lluvia. Sabemos qué es un tarantín de ciruelas, qué es hambre y qué son balas.
Casi todas las ciudades saben qué es hambre y qué son balas.
Vivo en la capital de las guacamayas, la única del mundo donde vuelan los relojes, pasan por los balcones, anuncian las horas con graznidos azules y amarillos
a cambio de frutas.
No cesan de roncar las autopistas
los edificios se disputan la última caricia de la tarde.
Ayer vi la foto de mi hermano bajo un temporal de nieve, imaginé que posaba entre brizna de algodón o pelusilla de cisne. No sé qué es invierno, pensé, es hermoso y parece que duele.
¿Cuántos hermanos se han ido a buscar la vida lejos del sol?
Parece que duele.
Del poemario Desviada para siempre.
CARIBE
No todos venimos del mismo fuego, aunque a todos nos hermane un don que calcina. Hay fulgores singulares para cada manada. El nuestro es de estrella joven. Sol adolescente somos.
Nadie sabe huir en esta tierra de dantas. Por estos predios las mujeres paren de pie y crían de pie.
¿Quién no ha visto crecer candela bajo el agua
sobre el agua
contra el agua?
Que comimos gente, dicen. Que tragamos enemigos. Una estirpe brava de gente que comió gente. Hombres y mujeres fagocitando prójimo por los montes o en los confines del mar.
Si matas, cómelo. Respeta lo que matas. Corazón del pecho a la boca.
Para ser hombres hay que comer hombres. ¿Quién no lo sabe?
¿Quién finge no saberlo a esta hora
mientras florean misiles detrás del jacarandá?
Del poemario Desviada para siempre
FUNÁMBULO
En 1964 un hombre menor de treinta años mató un árbol de aproximadamente cuarenta y nueve siglos. El organismo vivo más longevo del mundo no sobrevivió a un hombre. Tres cajas guardan sus restos en un laboratorio que investiga la vida a partir de cadáveres vegetales.
Mil trescientos millones de años luz por encima del pequeño apartamento que habito, varios hombres descubrieron un sistema binario de agujeros negros. La muerte de una estrella desata una boca descomunal que engulle materia,
nada escapa de sus fauces.
A diez metros del mueble que soporta el peso de mi modorra, una mujer amamanta a un niño que tal vez llegue a ser un hombre
que mate
o que descubra.
Del poemario Desviada para siempre
ESCRIBIR
Esta obsesión
hermosea contra la muerte
crece tentacular
no cesa de madrugarme
por qué se parece tanto a un cuerpo cayendo
y de pronto lo terrible me atrae a manera de beso
no digo la ceguera del albatros contra las rocas
en procura de un pez último
ese ridículo lleva un sentido
igual que el mapa de un siglo
cartografía de guerras y escalinatas
indolencia de gobiernos
digo terrible por cosquilla
por inútil
como cuidar un amor imposible o podar un verso
como un callejón hediondo a sexo y ciruelas
a pesar del hambre.
Inédito.
MENSAJE PARA PENÉLOPE
Escribió melancolía
y escuché lluvia contra la popa de un barco
la palabra barco se parece a la palabra beso
ambas graves
las dos abren con be de boca
las dos cierran con O
como exhalando vapores
pero no escribió beso
escribió melancolía
Es un hombre con mal de mares y no olvida que algo dejó en tierra firme
y escribe
y tiene un barco
y sabe qué hacer con él entre los labios del mar.
Inédito.
Yanuva León nació en Venezuela en 1983. Escritora, editora y correctora literaria. Autora de los poemarios Como decir cántaro (2014) y Desviada para siempre (2019), ambos publicados por Editorial Senzala. Algunos de sus poemas han sido incluidos en antologías, entre las que destacan: Poetas transfronterizas, 38 poetas latinoamericanas (Universidad Nacional de México, 2016), Plexo América: poesía y gráfica (Páramo Editorial, Chile 2019), Aislados (Dendro Ediciones, Perú 2020). En el ámbito de la literatura infantil es autora de seis cuentos editados recientemente en México y de una saga de ciencia ficción en Turquía.