Entrevista con Omar Ortiz Forero
por Francisco Trejo
1. Omar, antes de conocerte en Colombia, hace cuatro años, aproximadamente, ya sabía de ti por Luna Nueva, “una de las revistas de poesía con más trayectoria en territorio nacional”, según me dijeron en aquel entonces. ¿Puedes hablarnos acerca del origen de esta revista que diriges desde 1987? Cuéntanos, por favor, ¿en qué contexto surge y con qué objetivos, con qué personas y en dónde?
La revista fue el resultado de una visita que una amiga, Angela Chaguala, me hizo a mi oficina de abogado, en ese entonces todavía cargaba yo ese piano, a mediados de 1987, proponiéndome que hiciéramos desde Tuluá, una revista de poesía. En ese momento Tuluá era una ciudad de unos ochenta mil habitantes, donde no existía ninguna litografía ni nada que se le pareciera, y aun así nos embarcamos en el proyecto ya que Ángela tenía resuelto el problema del papel y el sitio donde podíamos imprimir la publicación que era una tipografía, “La Tipografía Comercial” de don Guillermo Bueno, que pasaría de elaborar recibos, facturas y talonarios, a ser el primer impresor de una revista de poesía en Tuluá.
Me entusiasmaba el poder tener un medio de difusión de la poesía que se hacía en Colombia y en Latinoamérica por poetas vivos y actuantes, ya que los textos escolares del país registraban como último poeta a Porfirio Barba Jacob, que murió en 1943, así que el vacío era enorme.
Así fue como salimos con el primer número en cuyas 16 páginas publicamos un poeta tulueño, Wilson Rodríguez y una selección de poesía brasileña que incluyó a Manuel Bandeira, Mario de Andrade, Carlos Drummond de Andrade, Augusto Federico Schmidt, Joao Cabral de Melo y Ledo Ivo.
El logo de la revista, que usamos hasta el 2018, y las ilustraciones fueron obra de Rubén Rueda, un amigo entrañable.
2. Cuando estabas concibiendo esta revista, ¿en qué otras revistas pensabas? ¿Cuáles fueron esos referentes que tuviste?
Por esos días nos habíamos reunido aquí en Tuluá con Fernando Rendón y Ángela García, que ya llevaban publicados algunos números de la revista Prometeo, que en ese entonces era una publicación sindical con énfasis en la poesía y quienes nos insistieron en la posibilidad de hacer una publicación conjunta y nos animaron a buscar la manera de iniciar esta aventura. Nunca publicamos conjuntamente, pero si colaboramos en los inicios del Festival, por varios años fuimos subsede del mismo.
3. ¿Cuál fue la respuesta de los primeros lectores de Luna Nueva y cuál la de sus colaboradores?
La revista desde su inicio tuvo muy buena acogida, contamos con la suerte de aparecer en la primera alcaldía de Gustavo Álvarez Gardeazabal y un año después de fundada por María Mercedes Carranza la Casa de Poesía Silva, hoy tan deteriorada como La Patria. Ese poema magistral de la Carranza.
Tanto Gustavo como María Mercedes celebraron su aparición y con ese espaldarazo los lectores asumieron que era un proyecto serio y confiable. Y. como ves, no los hemos defraudado.
4. ¿Pensabas en alguna especie de “fórmula”, por así decirlo, para proyectar la vigencia de la revista? ¿Alguna vez pensaste que fuera a durar muchos años?
La verdad, no. Fuimos asumiendo retos. Crear un público para las nuevas formas de expresión poética a partir de los años 70, desconocidas en la región. Buscar jóvenes que se involucraran en el proyecto lo cual logramos desde el número 13 de la revista. Hoy, dos de ellos, que ya no son tan jóvenes, hacen parte del Comité de Redacción de la misma. Crear actividades donde el público de la región pudiera tener acceso a los poetas que por ese entones publicaban sus primeros libros en el país, y así, iniciamos una serie de lecturas de poesía a la presentación de cada número de la revista. Más de cien poetas nacionales y de países hermanos han leído sus versos en Tuluá, de 1990 a la fecha.
5.Luna Nueva es un soporte bien equilibrado, en cuanto a reunión de voces, su diversidad, pues en cada número se procura incluir la obra de poetas con trayectoria y la de nuevos autores. ¿Cuál consideras que es el principal motivo de esta balanza?
Siempre consideramos en ser un medio para dar a conocer nuevas voces que por motivos diferentes a su calidad no hubieran tenido acceso a una publicación. Cuando iniciamos y hasta bien entrada nuestra tarea se carecía de internet y de las redes sociales tan comunes hoy, así que quisimos allanar un camino que para nuestra generación estuvo lleno de dificultades. Pero por otra parte muchos poetas nos han aportado no solo parte de su obra sino mucho de sus cariño y generosidad y eso se refleja en las páginas de la revista.
6. Por tu revista, como decía, de algún modo, han transitado voces diversas, no sólo nacionales, sino también de otras latitudes. ¿Qué puedes decirnos de las diferentes promociones de poetas que han publicado en Luna Nueva durante estas tres décadas?
Es notable la variedad de voces, de preocupaciones, de forma de abordar la escritura poética con que nos hemos encontrado en este trasegar, pero hay algunas maneras de expresar esta polifonía que permanecen. Y puede ser la principal el cuidado con el lenguaje, el acabado uso de la palabra para no vaciarla de sentido, para reintegrarla al mundo de la sinceridad, de la honestidad, de la comunión con el otro. De ahí en adelante toda formalidad es bienvenida.
7. Conozco algunos proyectos muy interesantes que han surgido desde la dirección de la revista. Uno de ellos es la serie de antologías en las que los poetas colombianos recomiendan a diez poetas, también colombianos, que han leído. ¿Cómo surge este proyecto y cuál ha sido su alcance?
Cuando cumplimos 20 años, nos dimos a la tarea de publicar una antología múltiple donde los poetas convocados escogieran los diez poemas colombianos del siglo XX que más los hubieran impresionado. No se trataba de indagar por un sentido académico, sino por una intuición, por un momento de conexión con lo inexpresable que les hubiera ocasionado los poemas que escogieran. Contestaron once poetas y fue nuestro primer ejercicio al respecto. Al cumplir 25 años repetimos la convocatoria y esta vez respondieron 17 poetas nacidos entre los años 60 y 70, como era de esperarse la selección tuvo cambios notables, y al llegar a los 30 años repetimos la experiencia con poetas nacidos después de los 80 y la respuesta fue muy distinta a las dos anteriores, indicándonos una sensibilidad muy diferente y en veces sorprendente frente a las generaciones anteriores.
No es un trabajo exhaustivo, ni pretendía serlo, pero esos aportes son ineludibles para quienes en un futuro estudien el desarrollo de la sensibilidad de los poetas colombianos de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI.
8. Son múltiples los símbolos de la luna, y más aún con el calificativo “nueva”. ¿Por qué se llama Luna nueva la revista que fundaste? Un nombre, por cierto, que se ha quedado ya en el imaginario colectivo.
Es un homenaje a un libro de Tagore y porque recuerda que somos una revista para nocheros.
9. En este octubre se cumplen 33 años de la fundación de Luna Nueva. ¿Cuáles consideras que son los principales retos para una revista de este tipo, ahora que existen otros formatos de mayor alcance y con otras dinámicas, como es el caso de las revistas electrónicas que abundan en el mundo de habla hispana?
Así como los libros han resistido todos los embates y las predicciones sobre su extinción, nos parece que las publicaciones periódicas que tengan que ver con la poesía, la literatura y el pensamiento deben también resistir el formato de papel, ya que doblegarse a otros formatos supremamente efímeros es entrar en el peligroso terreno de lo noticioso o en las tendencias aterradoras de lo correcto. Mientras menos puedan manipular la imaginación, menos pueden finalmente homogenizar nuestros espíritus.
10. ¿Qué planes tienes para la revista en el futuro inmediato?
Seguir importunando aleros y ventanas.
11. En breves palabras, describe, para nuestros lectores, el paso del tiempo en la revista Luna Nueva.
Es no abandonar el espíritu del juego que es el más serio de los propósitos humanos y el único que vale la pena.