21 Nov 2024

3. FRANCISCO TREJO. APOLO DE LOS TRENES: DOGMA DE IVÁN CRUZ OSORIO

-17 Oct 2020
Crítica

 

Apolo de los trenes

Una lectura de Dogma, de Iván Cruz Osorio

 

por Francisco Trejo

 

Publicado por Malpaís Ediciones, hace apenas unos meses, Dogma, de Iván Cruz Osorio, es más que un libro de poemas. Si todas las poetas y todos los poetas de nuestro tiempo aspiran a la creación de un pájaro, deben proyectar también su cielo, medir, incluso, el escenario del aire, su andamiaje de ecos. Quiero decir que Dogma, más allá de su poesía, es un libro que acompaña al turista por el metro de Nueva York. La simbología urbana de la que hace uso, tiene un trasfondo interesante, pues si la vida es el espacio de los trenes, estos señalamientos, propios del metro neoyorquino, son la instructiva para llegar al mismo lugar al que han llegado otros. Porque el tren, espacio que acerca a todas las clases sociales, conduce hacia una misma dirección, el dolor o la muerte.

Este libro es un tren, en sí mismo. Es la máquina voraz del tiempo, pero es también el corazón, como un perro golpeado, es el vértigo y es el recuento de un pasado apenas visible en el lenguaje. A la manera de las endechas medievales, la voz lírica va de un lamento individual a un lamento colectivo: “un mundo muerto me da los buenos días y yo asiento/ y pido auxilio/ y me conmuevo/ porque sólo permanece el vacío/ la sensación de que todo es blanco/ e interminable/ de que somos objetos/ que mugen su ruido oscuro/ su escalofrío vastísimo/ “el sentimiento de que lo inútil domina todo”. // “somos todos el mismo en este momento revolcados en el lodo unopegado contraelotro”.

Da la impresión de que la voz lírica de este libro intenta hacer un recuento de su vida, mientras se desplaza por los rieles metálicos y mientras va observando diferentes señalamientos a su alrededor que, además de ser orientación y advertencia, son un motivo para divagar.  En el tren, la vida que se intenta asir es sólo una estela, una pequeña luz que se disipa, como una luciérnaga ruidosa, repetida entre una estación y otra, entre el mareo y la náusea, entre la palabra y el anhelo de Lucía, madre de una hijamuerta, por más señas.

Cabe resaltar los niveles de interpretación que tiene el libro, pues es, a simple lectura, una voz lírica que viaja en el metro, unas veces lamentándose, otras meditando sobre la vida y la pérdida. En otro momento, esta obra de Cruz Osorio es un gran tablero de símbolos en el que Lucía, la luz, es el objeto deseado por la humanidad, la madre de la hijamuerta desaparecida en los túneles, el punto atrás que se hace pequeño, mientras el tiempo pasa velozmente.

En este sentido, la poesía es el resultado de la ausencia de luz, su anhelo, su búsqueda en el pasado, el dogma al que se le apuesta la existencia, el silencio, boca cerrada, pero un ruido, sin embargo, en la mente del que viaja, del turista en la vida al que no la basta ya el lenguaje para recorrer lo que le queda. La poesía es un balbuceo en los trenes, un susurro que alguien, en el andén, escucha cuando pasan los vagones a toda velocidad, con su amor y su lamento, porque el dolor lo abarca todo y, siguiendo a César Vallejo, jamás hubo tanto dolor en la aritmética, en la cifra: 3.141592, reiterada en Dogma.  

Como todo gran libro de poesía, la voz lírica de esta obra sufre una transformación sustancial, y he aquí el valor de la propuesta, porque, a pesar del desencanto del mundo, hay una opción por medio del poema: la reivindicación humana. Este cambio de la voz lírica no sólo se advierte en los discursos, cada vez más meditativos, sino también en el lenguaje que va desapareciendo. En una ciudad cosmopolita, es posible un problema de identidad en el sujeto, en la voz que balbucea y se va quedando en silencio, a lo largo del viaje por el tren 6, del Bronx a Manhattan. Esta voz es la de un Apolo extranjero, un Apolo persiguiendo a su Dafne: la luz. Al final del camino, no hay más Dafne; hay un árbol de laurel que contrasta en el gris urbano: la poesía, para colocar, al menos, unas hojas en la frente, como único triunfo del dolor en la historia, personal o colectiva.

Los valores de este libro del también autor de Tiempo de Guernica y Contracanto, son múltiples. Aquí he señalado algunos que me parecieron relevantes, en las primeras lecturas que he realizado. Pero es el caso de obra que tiene algo distinto que decir a cada lector, desde su propia experiencia o intereses, estéticos o de otra índole. Celebro, pues, esta publicación que se suma al catálogo de Malpaís Ediciones, ya bien conocido por la calidad de sus autores y por la calidad de sus diseños. Cruz Osorio es el tipo de poeta que nunca decepciona en su poesía. Cuando anuncia un título nuevo, es garantía de que se trata de una propuesta con sustancia, bien madurada, por eso no extraña que casi haya dedicado una década a Dogma. Si nunca han leído a este autor, originario de Oaxaca, recomiendo que se acerquen a su obra, a este libro, de manera especial, porque no sólo llega y traslada, sino porque se queda. 

 

Ciudad de México, a 14 de octubre de 2020.

 

Francisco Trejo (Ciudad de México, 1987) es poeta, ensayista, investigador y editor. Maestro en Literatura Mexicana Contemporánea por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y licenciado en Creación Literaria por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Cofundador y director de Nueva York Poetry Review. Autor de Derrotas. Conversaciones con cuatro poetas del exilio latinoamericano en México (2019), Penélope frente al reloj (2019), Balada con dientes para dormir a las muñecas (2018), De cómo las aves pronuncian su dalia frente al cardo (2018), Canción de la tijera en el ovillo (2017/2020), Epigramas inscritos en el corazón de los hoteles (2017), El tábano canta en los hoteles (2015), La cobija de Ares (2013) y Rosaleda (2012). Una muestra de su obra está incluida en la Antología general de la poesía mexicana. Poesía del México actual. De la segunda mitad del siglo XX a nuestros días (2014). Entre otros reconocimientos, obtuvo el VIII Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2012, el XIII Premio Internacional Bonaventuriano de Poesía 2017 y el VI Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2019.



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