3
Hacia el centro, y barbado; si bien disimulando
hacia el fondo
entrecortado por vertebradas sospechas, uno
consumiéndose indiscriminadamente ante su propia perplejidad
de ciego
como una pipa que se fuma
aunque ceci n’est pas une pipe, a sus treinta
–sin velas por favor
y todos circulares y atentos
y después uno
haciendo canciones de solo entre vasos a medio tomar
y muy quieto
y adentro
la familia que uno es
y la que no también
siempre mirando desde lejos
sacudiendo y recorriendo los estertores de la fiesta
como una bestia informe
–¿y a dónde vamos aquí ancados y en perspectiva?
se pregunta uno
aunque la respuesta sea la misma:
de no mirar espejos y lavarse la cara
el disimulo diario que lleva uno por rostro
enjabonarlo bien
mejor no preguntar es andar doméstico insular
mediterráneo en deambulaciones hipotéticas de frontera en frontera
de casa en casa
y más mudanzas y girasoles en la pared
–nunca faltan
así / como caminando y regresando al agujero una y otra vez
porque su propio nombre carece de peso y uno también, lo sabe
porque uno es su nombre / aunque intente negarlo
mientras se intima
[hace falta una pausa en medio del camino]
y aunque ya la hizo, o eso cree
nada está bien
porque no se puede andar comulgando con su propia escritura
injuriando cada letra y faltándole el respeto a la sintaxis
y a los otros
(a las guturales no, por favor –y sin velas)
y su alfabeto
y su ortopedia vascular
y sonidos van y vienen toda la noche
[quizá un libro de treinta –se dice uno]
y todos otra vez
circulares y advenedizos
–no, no serán aún, hasta finalizar
y no es que uno niegue el peso de sus intestinos
entiéndase bien:
[la bicicleta que le cruza a uno el horizonte
no es solo una metáfora improvisada]
y como eclosionando
uno se propone entonces trazar una línea larga y definitiva
como imponiéndose una vez más otra frontera
con su debido padre uno / y su madre
y la novedad de estar una vez más sobre la tierra
como eclosionando, uno
y lejos
con la frente sobre la mesa (disimulando)
–y gracias, a todos, y sin mirar
y no se olviden de las botellas vacías
y la sangre coagulada por favor
porque a pesar de todo uno no es el cadáver que se viste de seda
aunque lo parezca
y a veces lo reconozcan por la calle los niños
mientras compra un helado o un diurético y se esconda
o disimule entre pelucas
y se lama la oreja para despistar
–no soy, se dice uno
con su padre a un lado, calvo y acusador
–no soy, repite uno
el difunto que mastica y traga y regurgita el mismo simulacro
que a nadie importa
o debería importar
porque uno al menos debería ser un poco más que su sombra
aunque sus huesos y sus malos usos insistan y digan lo contrario
–usted no es tal, señor vencido
usted es todo eso otro que lo ficciona y lo invisibiliza
sobre el papel
y hacia un mejor árbol
para hacerse una casa, uno
va, adentro y muy duro de rostro
perdiéndolo todo –y barbado–, inmemorial en la caída
en el acto de vomitar playas
y fragantes corderos frente a los suyos
y sin pisar tierra ya
se decide uno, y a salvo
porque uno ya entiende que no es, ni será
y apenas si se obliga a mantenerse a raya
sin separarse un ápice de todo lo que lo desdice
limitado
e incompleto
entre la multitud distraída
para darse una vez más el lujo de tenderse en el aire, metamórfico
y simplista
como un ancla
o una mancha de semen
justo a un lado de la vida
7
Uno se da a la tarea de inaugurar islas
donde estarse muchas horas atado a la velocidad de las hormigas
y las herraduras
del funeral permanente
que cruza una calle tras otra
uno mismo en el ejercicio de llevar en hombros su propio peso
de cargar con las flores necesarias
para ahuyentar a los niños
(o a los ebrios que nunca faltan)
lentes oscuros
camisa blanca uno mismo en exacta repetición dentro de la madera
cubierto por el tricolor de la intemperie
digno a la edad
de una geografía que no le cerró los ojos
ni lo guardará en su entraña de himnos / de madre sola
cavilenta y cigüeñal
de manos-rotas-patrias para hundirse en el estiércol
de su propia sombra
de isla en isla
uno mismo
ya sin lápidas
de muchas veces al día
10
Porque no es el gusano en medio del camino
ni el monstruo oscuro que adentro lo devora
conmovido a diario
por su torpe inocencia
porque a lo inmóvil va uno, eso lo sabe
lustrando piedras / a gachas
desenterrando espejos
buscándose con extraño ahínco de voces familiares
que lo seducen
arreando vacas bajo el mar
ordeñándolas en los rincones
vistiéndose con banderas enlutadas
para compensar a los que afilan el hacha
con el perfume de sus larvas / y sus desiertos
Mosca huesuda
de anoréxicas contradicciones
bulímico amor de estarse inválido
insistiendo
ahuecando el tiempo en degenerados movimientos
midiendo cada nombre
sopesando cada nueva ebriedad
tendiendo arcos imaginarios
a un lado de sus propias costillas
conjurando bestias informes para sobrevivirse
a uno
porque no es el gusano
ni el retrete
ni el ojeroso cadáver que supura infiernos
desnudo
e irrisorio, de marginales días
y gracias
inconcluso
entre vocales abyectas
11
Uno se es a sí mismo un quintal de miedo contra las ventanas
y los días
y a lo oscuro como viniendo
se aparta
a tres vasos de agua
sin pastillas bajo la almohada
y de camas sonámbulas / entre los otros
uno se huye y se aposenta respirar entre señales de humo
el disimulo de su inconstancia / ahora
transversal sobre el papel
y su país de tripa y aeropuertos / macerado
abocado a la serenidad de sus playas
uno
la arena inicial
las olas en los pies que una vez lo arrullaron
y acrecentaron el desconcierto de los ojos
y sin manuales de conducta ya
enfermo como imposible a voces de un mar en medio que le separa las noches
los husos horarios
y los puentes invisibles como hamacas entre palmeras
y postes de luz
porque uno a veces se amanece con el sol entre la desesperación de las uñas
y el legado de sus trinitarias como escrituras y prontuarios de su propio encierro
por los que darse a tientas
uno mismo / y callado
contra la apariencia de una voz que lo designa
o eso cree entrever
bajo la niebla de las palabras
y el plagio permanente de darse forma entre los residuos
de su ahora
más extranjera
e intraducible
idiosincrasia
12
Uno decide nada hacer y a hacer el silencio se queda
con el cuerpo / y la sombra / y el fantasma de estar emergiendo
con los ojos mutilados de Edipo en los dedos
con el sueño lento que viaja hacia todos
desde los girasoles taciturnos de Van Gogh
ya mordidos tantas veces por la otra medialuna de su oreja
que lleva uno adentro
espontánea / y gratuita
estimulante como ella sola
en la vendimia de la blanca sangre que llamea
junto a las rituales voces que lo acompañan a uno, a toda hora
bíblico y sin hacer nada
como quieto sin estarlo
como sordo pero escuchando atento
la maquinaria perfecta del exterminio
como amodorrado de sentidos
eligiendo siempre el lado más oscuro
en la batalla
en la nada táctil
en el todo de silencio que avanza
como en una bicicleta imaginaria atravesando la cuerda floja del destino
manchado / y difícil de asir
subyugado en la noche por los futuros balidos del cordero
que la tierra hará saltar un día cualquiera de nuestras manos
ya frías
como fábulas ejemplares
y dislocadas / que promueve la multiplicidad
Así la rebanada chorreante y gorda ahora
para alimentar el concepto
el matadero propio que esconde uno ante la vista de todos
en una silla muy quieto
con su sombra y el fantasma hueco de su sombra
ya sin cuerpo / ya sin alma
como en una bicicleta imaginaria en la fuga de ritmos resurgiendo
como quien decide nada hacer
y lo repite en voz baja
eternamente
y sin descanso
ante la cuerda floja del destino
con el manso cuchillo
apuntando siempre a la verdad
18
Uno se sabe bajo el yugo de su mal llevada anatomía
a expensas de los descalabros sintomáticos
de la mañana
(que aún no empieza)
de la cuchillada renal
que lo hará doblarse en una esquina cualquiera
o la grieta inadvertida que se ensanchará de pronto en las aceras insubordinadas
del corazón
para bien o para mal
piensa uno encamado aún
en compañía de los hijos que uno mismo va aplazando a falta de tierra
previsor en el deterioro de sus años-manos de autobús en autobús
de una frontera a otra
obedeciendo
y levantando la tapa del retrete
cuanto sea necesario, el rache
la sacudida innecesaria
abriendo la boca
y masticando sin hacer ruido entre las mesas
módico y costumbrista
una vez más
abriendo la boca
y tragando el café cerrero de los dioses
silencioso y equilibrista
en los actos intrauterinos de un cuerpo que se amolda a la noche
a la mujer uno en reverencia de sábanas
para darse a la difícil tarea de pertenecer
por un momento aunque sea
genitivo uno
ovillado aún en el despojo matinal
y el sermón de una luz que entra y lo revela
humillado por el óxido
y el calcio de unas bisagras que a nada lo conducen
ni lo logran levantar siquiera
inmóvil
bajo el peso irremediable de un mar sin ventanas ni futuros
arañando imposibles a flor de boca
uno
de cuerpo entero
en la capitulación de saberse más allá de la sospecha
casi a salvo entre el desorden de su barba
y el instinto
de las moscas
20
Uno apenas si despierta y se descubre dócil ante la anémona filial
de los días
futurista
y menos severo aún
de perplejidad en perplejidad
disimulando entre el carisma de los perros
buceando a solas en las cavernas menstruales de sus adentros
suicidas
como hoyando el sentido tuerto de las piedras
y los retratos
adelgazando la voz para confortar a las hormigas
y dejando que poco a poco
se le lleven a sus anchas la cordura
la dignidad de cargar con su propio peso
sin amuletos ni vidrios rotos en los bolsillos
uno mismo en el oficio invariable de ocultarse detrás de las pestañas
y su sombra
una vez más
retomándose bajo el hilo imaginario de la escritura
para huirse a muchas voces envejecer
unívoco y gregario
de catedrales angustias junto a la cama
dermado ante la velocidad introspectiva del tiempo
y el agravio de las aceras
de agujero en agujero uno
comulgando entre pudores y obscenidades
circunstancial
y conmovible a manos varias
y vueltas
como escuchando dormido entre las tejas
el recuerdo voluble de la lluvia
o entre montejos
y falsas algarabías
la respuesta clandestina
de una última cigarra
24
Uno se prorroga tarde adentro mientras puede
insular como si de tropicales
y transparentes playas indecible
se dejara arder en medio de la casa
junto al desorden de los muebles
o el desamparo de la ropa en los ganchos
meditabundo
entre el café de las 5 pm
y la conciencia de saberse respirar
otra vez
minimalista pero hereditario aún
de los sueños y aspavientos que la sangre arrastra
riñón abajo junto con los desperdicios del día anterior
vía retrete
más limpio uno ya
supone, y dúctil ahora bajo la luz
y el desenfado de la regadera
en el ejercicio de estimularse
y hacerse hábil en la deposición de sus armas
contabilizando las arrugas y los miedos
sopesando la flacidez de un cuerpo demasiado viejo
para la sed de las uñas
verificando la arritmia crónica de los semáforos y los cuchillos
que se ocultan bajo el pellejo
pero tonal y hegemónico a pesar de todo y la memoria
de súplicas noches y lágrimas
casa atrás
ante la figura de un rostro en cruz
en una jerga-idiosincrasia de lázaros días
con los ojos entreabiertos
y la mano tendida siempre al amanecer
Uno todo a tientas y arrepentido / riñón abajo
con la cabeza fija en el suelo miope y descalzo
de su andadura presocrática
como pidiendo explicaciones a las piedras
o como tratando de encontrar en ellas
el resplandor de una ventana
Poemas del libro inédito Impaces.
Luis Eduardo Barraza (Venezuela, 1990). Poeta y Licenciado en Letras. Autor de Calamarius (Valencia-España, 2018), Los días arqueados (Caracas-Venezuela, 2017) y Solicardia (Maracaibo-Venezuela, 2016). Ganador del Premio de Literatura Experimental del Sporting Club Russafa (España) y del Concurso Anual de Poesía Librería Lugar Común-Embajada de Italia (Venezuela). Poemas suyos han sido traducidos al inglés, italiano y portugués, y aparecido en distintas revistas literarias. Es creador y director de la Biblioteca Virtual de descarga gratuita https://poesiavzla.wordpress.com.