20 Abr 2024

16. SEBASTIAN MIRANDA. SUPERAR EL ANTROPOCENTRISMO EN LA POESÍA

-14 Nov 2020

 

SUPERAR EL ANTROPOCENTRISMO EN LA POESÍA

 

Rafael Cadenas escribió que la influencia de la poesía es subterránea. Eso me hace imaginarla como el magma, que se subduce entre las placas bajo el océano, y a partir de terremotos agrieta la superficie marina para levantar volcanes, islas y continentes.

     La poesía es un cimiento, es lo recóndito que sostiene la arquitectura del mundo, y cuando una civilización cae, la poesía, prácticamente, es lo único que perdura. Pensemos, en los hallazgos en las cuevas de Altamira, pinturas que han perdurado hasta nuestros tiempos. O recordemos el poema de Gilgamesh, uno de los escritos más antiguos localizados, que nos permite recrear parte de lo que fue la civilización sumeria.

     Podemos citar otros ejemplos más cercanos y conocidos, la Odisea y la Ilíada de Homero, el Genesis y otros textos que abrieron el suelo de nuestros océanos para cimentar la cultura occidental. Esta que tomó a la Grecia antigua como cuna del conocimiento, junto con su pensamiento platónico y la ontología social aristotélica, que sustenta, siglos después, a la cosmovisión cristiana, extendida desde Europa hasta América, después de la colonización, e impuso una interpretación de mundo basada en el dominio del hombre sobre la naturaleza.

     Posteriormente, haciendo un salto cualitativo, pero no menos relevante, en el siglo XVI surge el positivismo, donde tres pensadores influyen de manera determinante en occidente. El primero de ellos, es Descartes, que cuando escribe su máxima: pienso luego existo y su calificativo de res extensa y res cogitans, instaura al logos como única forma para entender al mundo y separa al humano de su entorno. Otra figura que destaca es Francis Bacón, quien establece que hay someter a la naturaleza para extraer todo su conocimiento, justificando, en función del logos, la explotación de esta. Mientras que Isaac Newton, quien realiza importantes descubrimientos científicos, pero difunde la idea del planeta como una gran máquina, abriendo paso a la ideas reduccionistas y mecanicistas del mundo.  

     A finales del siglo XVIII surge el último pilar de nuestra cultura, el capitalismo y su industrialización, que inicialmente se expande por Europa, y a finales del siglo XX, con la globalización, se impone hegemónicamente alrededor del planeta. Este modelo socioeconómico conlleva a que se acelere el deterioro social y ambiental que vivimos en la actualidad.

     El cristianismo, el positivismo y el capitalismo tienen de común denominador al patriarcado y al antropocentrismo. Para el presente artículo me enfocaré más en este último para desarrollar mi planteamiento en torno a la poesía.

     La visión antropocéntrica plantea que todo en el mundo gira en función de lo humano, que la naturaleza ha sido creada, ha evolucionado o existe para que el hombre sacie sus necesidades. Lo que implanta la idea de que el hombre es superior a todo, autodenominándose la cumbre de la creación o la cumbre de la evolución, o por el hecho de haber desarrollado un sistema de pensamiento, diría el poeta italiano Giacomo Leopardi “…y arrogante/ se cree el hombre eterno”.

     A partir de esta idea de superioridad, se han perpetuado tremendos actos de barbarie al segregar a otros humanos a grados inferiores. Cabe recordar el genocidio de los pueblos originarios de América, la esclavización de las personas negras, la persecución y asesinato de personas sexualmente diversas, así como el exterminio de poblaciones consideradas impuras, o menos humanas, como sucedió con las personas judías y gitanas en Alemania. Lo impresionante de esto, como menciona el filósofo español Joan-Carles Mèlich, es que, al suceder estos actos dentro de una sociedad supuestamente civilizada, está abierta la posibilidad de que vuelva a suceder, por lo que en la actualidad no es ajeno ver movimientos sociales extremistas a lo largo y ancho del mundo, reproduciendo el más salvaje racismo, xenofobia, aporofobia y otras formas de segregar al Otro, colocándolo en lo que Franz Fanon calificaba la Zona del No Ser.

   De estos fenómenos opresivos la poesía se puede presentar como un salvoconducto, que comienza a visualizar la voz de esos silenciados, de aquellos y aquellas que para unos son invisibles, acaban de hacerse presentes con el retumbo de la palabra y del canto. Así podemos recordar a poetas como Aimé Césaire, Roque Dalton, José Martí, Paul Celan, Wislawa Szymborska, Federico García Lorca, entre muchos otros, que desde su vivencia, en su obra dan testimonio de las injusticias, las masacres, el terror de poblaciones enteras ante las guerras y exterminios causados por esta estratificación.

 

En el mundo hay grandes charcos de sangre

a dónde va toda esa sangre derramada

acaso la tierra la bebe…

JACQUES PRÉVERT

 

Así mismo, la poesía ha sido utilizada muchas veces por las mujeres, para denunciar o evidenciar la represión histórica y sistemática llevada a cabo por los hombres, quienes, a lo largo de la historia, las hemos cosificado, marginado y utilizado a su conveniencia, recayendo en lo que las feministas denominan, el androcentrismo, o sea el hombre como el centro de todo, y que también ha sido sustentado, al igual que otras formas de exclusión, desde la religión, la ciencia o la filosofía.

    De lo anterior, han surgido potentes voces como Anne Sexton, Sylvia Plath, Olga Orozco, Blanca Varela, Eunice Odio, entre otras que se abrieron paso dentro del mundo literario, dominado principalmente por hombres, y han ayudado abrir la brecha para que muchas otras mujeres se empoderen y reivindiquen sus derechos.

 

…las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días

por las que me levanto orgullosa

todas las mañanas

y bendigo mi sexo.

GIOCONDA BELLI

 

Por lo tanto, muchas veces la poesía da la posibilidad de trascender el Yo, y dar voz a quienes muchas veces han sido reprimidos o reprimidas. Y de manera subterránea cavar en nuestros cimientos culturares para transformar, de forma silenciosa, la geografía de nuestra humanidad. Porque la poesía, venga de donde venga, y de quien venga, puede generarnos, a lo interno, un torrente de emociones que nos arrastra y nos hace chocar con las rocas, hasta que salimos por un remanso, pero no ilesos. Es decir, la poesía trasciende el logos, y nos confronta con el cuerpo, con nuestra parte visceral, las emociones, que tanto evadimos. Y cuando [el o la] poeta se anima a abandonar la introspección para proyectar al Otro excluido o invisibilizado, nos hace ser ese Otro, por lo que detona en nosotros la empatía y la compasión, que pueden ser revolucionarias en nuestros tiempos plagados de individualismo y apatía.

    Volviendo al antropocentrismo, es importante señalar que esta exclusión, como se mencionó anteriormente, se instaura desde la ontología social aristotélica, y se sigue reproduciendo en la actualidad, colocando muy por debajo no solo a ciertas personas humanas, sino también en su escala de valor margina y muchas veces desprecia a las personas no humanas, o sea a los animales, y a la naturaleza. 

     Desde esta visión, por lo general consideramos a estos seres como cosas, meras mercancías con las que realizamos transacciones comerciales, reduciendo su existencia a simples fines lucrativos, y si no es así, no nos importa si desaparecen. O sea, colocamos a estos seres una infra-Zona del No Ser de Fanón, donde negamos su capacidad de sentir, de sufrir y, además, le negamos el derecho a la existencia y a su subsistencia. En nombre del progreso, los despojamos de su alimento, de su agua, de su habitad y los matamos, alterando violentamente los equilibrios del planeta.   

     Estos seres que reclaman sus espacios utilizando su propio lenguaje, que lanzan sus gritos de auxilio en forma de chillidos, graznidos y otras formas de voces que no reconocemos, que hemos ignorado y silenciado por mucho tiempo, negándonos a intentar entender sus súplicas y sus demandas.

 

Escuchamos los insectos

y las voces humanas

con distintos oídos.

KABOYASHI ISSA

 

Desde esta perspectiva, desde los años setenta, surgen los movimientos ecologistas que reclaman la necesidad de deconstruir nuestra cultura occidental, abandonando el capitalismo, el patriarcado y principalmente el antropocentrismo. Que, como humanidad, apostemos a lo que se denomina biocentrísmo, y que nuestra cosmovisión gire en torno a la Vida.

     Desde esta postura una serie de filósofos e intelectuales ya han venido realizando sus aportes, desde la academia, desde la educación ambiental y desde la creación y apoyo a organizaciones gubernamentales, no gubernamentales y comunales que también exigen este cambio. Entre las figuras que podemos citar están María Novo, Gustavo Esteva, Enrique Leff, Peter Singer, Jesús Mosterín, entre muchos otros.

     Pero la pregunta que me surge es si la poesía puede aportar a la transformación cultural, para que como humanidad abandonemos el antropocentrismo.

Antes de tratar de contestar a esto, me gustaría realizar dos aclaraciones. La primera es que considero que la poesía es una situación límite que agrieta nuestra envoltura moral, cultural y social, aludiendo a la idea de Karl Jasper. Quiere decir que la poesía nos expone, nos deja vulnerables como un cangrejo ermitaño sin su concha, mostrándonos toda nuestra fragilidad. Esta grieta que genera la poesía puede inducirnos a retomar, algo que culturalmente nos ha sido castrado, la compasión. Que puede generar otra envoltura para sobrevivir a la hostilidad del mundo, pero una envoltura transparente, suave y sutil, que nos permita sacar las manos, para acariciar con ternura al Otro, a través de un texto poético que nos interpele.

     La otra aclaración, es que no creo en la responsabilidad social del poeta. El oficio de escritor es libre, para escribir de lo que se quiera y como se quiera, pero este ejercicio siempre conlleva una posición ética que puede conducirnos hasta el extremo de la moral, para cuestionar nuestra realidad.

     Por lo tanto, este artículo no pretende proponer que los y las poetas deberían de abordar una u otra temática, pues los temas, los estilos y demás quehaceres del oficio, son meramente una decisión personal. Sin embargo, si considero que la poesía puede ser un medio para cuestionarnos todo nuestro estilo de vida, y puede causar una erupción subacuática que detone cambios sociales importantes, como se mencionó en los ejemplos anteriores.

     La poesía nos da la posibilidad de tomar el sufrimiento de esos otros animales no humanos, como nuestro, para denunciarlo, como si fuera nuestro pueblo (que lo es), y hacer testimonio de las masacres de otras especies y de la misma naturaleza. Esto quiere decir, que la poesía puede ser también utilizada como esa fuerza que aporte la ruptura de la geografía humana para que pueda surgir el biocéntrismo, pues estos seres con quienes convivimos también son sujetos de derecho, que conocen el dolor, el miedo, la soledad y el amor, por lo que también son capaces de sufrir o de ser felices. Lo que me hace volver a un poema de Rafael Cadenas que dice:

 

Lo que miras a tu alrededor

 no son flores, pájaros, nubes, 

 sino

 existencia.

 

No podemos obviar, que el progreso de nuestra civilización no solo se ha construido sobre víctimas humanas. Si se contabilizan la cantidad de animales sometidos a esclavitud y que han sido asesinados sistemáticamente, superan significativamente la cifra de muertos sumados de todas las guerras juntas, como bien lo señala Peter Singer. Pues esta matanza es una práctica que no se ha detenido, y ha provocado que vivamos dentro de una era geológica conocida como capitaloceno, pues estamos provocando la extinción masiva de especies y la transformación climática del planeta entero.

     Cabe señalar, que me estoy atreviendo a equiparar la muerte de los animales no humanos con la de los animales humanos, o sea las nuestras. Pues al igual que Singer, considero que la igualdad es una idea moral y no está condicionada por la inteligencia, la fuerza física, la cantidad de pelaje, la forma de comunicación, ni si el ser se arrastra, camina, nada o vuela.

     Generalmente, leer esto resulta para muchos algo chocante, pues generalmente nos cuesta aceptar nuestra animalidad, nos cuesta reconocernos como parte de un sistema natural, que convive con otros seres que también tienen necesidades y tienen el mismo derecho de tener una buena calidad vida. Sin embargo, nuestro sistema moral es maleable y podemos ir abriendo poco a poco la capacidad de aceptar este tipo de planteamientos éticos, que también permean en la poesía, como cuando la poeta estadounidense Adrenne Rich escribe:

 

Mi corazón se conmueve

por todo lo que no puedo salvar,


¡Tanto se ha destruido!

 

Así que, de manera subterránea, la poesía nos puede hacer sentir parte de la naturaleza, aunque sea por un momento, como cuando leemos a los maestros de la contemplación, los escritores de haiku japoneses, que de una manera muy condensada nos integran al ambiente:

 

Entre las olas:

acá, los pétalos,

allá, las conchas.

MATSUO BASHO

 

Pero también, la poesía puede hundirnos bajo el rostro de esos Otros también silenciados a lo largo de nuestra historia, para que abandonemos nuestro antropocentrismo, reencarnando por un instante en esos, que de una o de otra forma, también sufren, también aman y también merecen el derecho pleno de SER.

 

Soy agua, y estoy viva,

con vida multiforme

que siempre se renueva.

Dame la libertad, porque cautiva

me corrompo y me muero.

GILDA RINCÓN

 

 

 

Sebastián Miranda Brenes. (San Pedro de Barva Heredia, 1983) Escritor, gestor ambiental y cultural. Perteneció al Taller Literario Netzahualcóyotl de Heredia. Fue miembro fundador de la Asociación Cultural TanGente, con quien organizó el Encuentro Arte Comunidad, proyecto que formó parte del Corredor Cultural TransPoesía, entre Argentina, México y Costa Rica. Ha participado en Festivales Internacionales de Poesía en Cuba, Guatemala, Nicaragua, México, Argentina. Ha realizado lecturas individuales en Chile, Perú yPanamá. Publicaciones: Antimateria, México (2013, 2014). Actualmente está en el proceso de edición su libro Sudor de la morfina (Costa Rica 2020), Postales (libro-arte, Costa Rica, 2020) y tiene inéditos los libros: Inflexiones, Matrices y El mar cabe en tus ojos. Participó en la Antología de Poesía Costarricense, traducida al italiano, publicada en la Revista Proa, Italia, 2012. Poemas suyos han sido traducidos al Kanada; idioma de la India. Además, sus poemas han sido publicados en revistas virtuales de América Latina. Actualmente es colaborador de la revista digital Ni pena ni miedo, del diario Más allá de la cortina.

 



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