Nueva York, a 25 de noviembre de 2020.
Hoy, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el poeta panameño Javier Alvarado nos comparte su poema “Mirabilia de las hermanas Mirabal”, en memoria de las hermanas dominicanas que, hace 60 años, fueron asesinadas por oponerse a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.
MIRABILIA DE LAS HERMANAS MIRABAL *
A Anthony Javier Alvarado Reyes, mi sobrino, mitad panameño, mitad dominicano.
las Mirabal cayeron de cara a las estrellas
las Mirabal revolotearon de cara a la historia y a la literatura latinoamericana
Deberíamos decir que queremos entrar en la isla,
Que preguntamos por algunos nombres
Y estos no aparecen.
(Un pulpo de tentáculos mordidos,
Un racimo primigenio) (muy adentro) (destazado),
Un archipiélago metafórico
(Una bahía sedienta en la conjetura taína del delfín)
Conmutados a los listados negros, a los subterfugios de la piedra,
A la sentencia gualda de todas las inscripciones, (de toda agonía
Sobre los pájaros inversos)
Como el himeneo de los erizos y de las atarrayas respiradas en el mar,
Que hay un coro de ciguas palmeras y un aviso de armería;
Que hay una casa destellando en su interlunaria forma. Más que una casa
Es un malecón por donde camino atesorando las preguntas.
Cada palabra que dejo es un infante acomodado en una telaraña.
Copio y escribo con una punzada de remo.
Un balbuceo retórico contra las calles empolvadas. Hay cierta inmisericordia
En las acciones de la siembra; una piel que entra en el horno de las panaderías.
Hay detrás de mí un licor de burbujas y una placenta de madre,
Un manatí antillano que nada en mi corazón marcando las líneas de la noche.
Este es un país con sus familias zurcidas por las costureras del hibisco y el vapor de las vendimias
Atestados contra las crestas del monte
Y un puñado de lágrimas;
Con sus mujeres y sus niños que versifican en la piel de los cañamelares
Y con hombres que se arrodillaron y contemplaron todo un universo de canoas
Con sus ofrendas y espíritus ardiendo
Con melanomas de cánticos y con toda una legión de corales y de sangre sumergida.
Decidme entonces dónde están las Mirabal
Dónde están con todas sus bocas
Con todas sus manos. Decidme dónde está ese país en el mundo, donde está esa ala de murciélago,
Dónde están esos ojos de agua pura, esos ojos en Salcedo
Dónde están esas mujeres
Que van dejando un banderín en cada puerto
Que van espolvoreando la flor de la banana por los campos
Muchos han dicho aquí están ellas
Con su apellido Mirabal
Y con sus caras ladeando la bandera
Yo las veo revolotear y las descubro
A Panamá han venido a planificar el viaje y la abundancia
Rielan en la penumbra se desviven por ladear las costas
Por indagar el Caribe y volver a Las Antillas
República Dominicana las ve venir, las ve alejarse
Ellas también se orientan con las migraciones de las mariposas
Con las conflagraciones del color y sus monarcas
República Dominicana se parte con Haití en el mismo trayecto del sol
Son tres mujeres haciendo barricadas en este territorio
Son tres mujeres con sus danzas de Anaísa con sus oraciones dominicas
María Teresa en lo blanco,
Minerva en lo rojo,
Patria en lo Azul
Y a lo largo de toda la isla las Mirabal son mariposas saladas
Que devienen de las alegorías y los rituales en el mar
Ellas se quedaron allí en la amplia noche, en el día para siempre
Levitando como sargazos o gaviotas o como ensenadas de sangre,
Quebraron las espadillas en la espuma y en la nave hay un dolor batiendo
Sus espuelas,
Como un golpe sobre otro golpe
Como una muerte sobre una muerte enroscando la soga
Con una estrategia del rencor para derribar la palma de catey,
Para abrir una trocha de llanto entre los páramos que preguntan por la máscara sin ojos
Por estas hermanas mías que siguen multiplicándose en la yerba
Allí donde siguen orientando al faro y a los barcos con sus fragatas de media tarde,
Allí donde los pájaros toman sus voces y acuden a encender la rebelión en los macizos montañosos
Allí donde mi amor las encuentra y las convoca con todo el hervor de los macizos montañosos
En el Alto de la Bandera drapeando multicolormente,
En el Cerro Frío drapeando multicolormente,
En Diego de Ocampo drapeando multicolormente,
En Pico Duarte drapeando multicolormente,
Y en la Nalga de Maco drapeando multicolormente
Cuando vi muchachos y muchachas dominicanos agrietarse los ojos,
Los vi perder las branquias y llamarme así de garrotazo fundando la libertad en las calles,
Aquí me levanté y aquí nos dieron con leños y nos torturaron,
No clavaron espinas en la lengua, nos quemaron los dedos y cantamos hasta encontrar el himno de la nómina,
Nos arrancaron las uñas con pinzas y así seguimos deletreando las partituras de la patria,
Todos seguíamos como esa alza de los vivos, de las jaulas muertas,
De los sacrificios humanos por la brutalidad (Anacaona, Bochechío, los caciques,
Los nitaínos, los behiques, los naborías,
De los sacrificios humanos por las contradicciones del poder)
Arde mi casa por el poder de un solo hombre,
Arden las doncellas por el poder de un solo hombre
Arden los peces colmados de ciguateras por el poder un solo hombre
Llora esta vez por el contagio. Te quedarás allí mirándome
Para siempre como la niña en el velador, como la juventud
Intrínseca en la rosa quemada del espejo. El amor perdurará
Como una casa en la sangre, como si fuese necesaria la noche
Para que arda el cañaveral y no estén muertas, para que sea necesario el día
Para que caigan algunos planetas y haya la certeza de que el mar
Sigue en pie, en este archipiélago de alcohol, en esta continuidad que espolvorea
La rotación de las islas.
Y llegue al fin donde estaban los hombres, donde estaban las mujeres golpeadas en las cárceles,
Donde estaba el yunque y el martillo sobre las cabezas,
Donde estuvo la navaja enfilada a las yugulares de los niños
Donde está el pueblo ensangrentado redimiendo la espiritualidad en el mercado
-había guardias y soldados colocando embudos en las bocas de las gentes y llenándonos de agua
-había un hombre enmascarado colocando el tortor en los testículos y los gritos se apilaban como montículos de agua
-el tortor en el cuello dejaba escapar una palabra seguida por un golpe de mar y de huracán, preguntando por la madre de los truenos,
En la 40 y en la 9 nos colocaban en la electricidad de la palabra culo en una silla de llamas,
Las astillas de cuaba, las astillas de cuaba, las astillas de cuaba en los ojos, en las manos y en los huesos,
El canta claro con sus páramos de piel, la piel humana en las manos de los esbirros asesinos
Porque yo me quedé con ellas junto a ese mar
Donde se desbarrancaron las heroínas de la patria, rodaron y se hicieron criaturas saladas
De la libertad,
Porque esas criaturas saladas apilaron lingotes de libertad
Y fueron mujeres de mar, mariposas de mar
Que colmaron los cielos y hogares de provincia,
Árboles cascabeleantes en un amanecer de Puerto Plata,
Llaves ultramarinas de tormenta en Estero Hondo, en Maimón
Un estribillo de furia en las jarcias del salitre.
Las fueron acorralando a las mariposas en su regreso hacia las fulguraciones de la ciénaga,
Intentaron doblar sus alas con imantaciones de puños
Siguieron visitando las cárceles, siguieron pegando propagandas de protesta en las paredes y en las ventanas,
Siguieron esparciendo sus ideales como esplendorosas cabelleras con rituales de hojas
Si reventamos como siempre, como las frutas contra los canastos,
Si gritamos como las aves salpicando con sangre las residencias en el mar, las avenidas de Santo Domingo
Vinieron como huracanes las mariposas a Dominicana
Se multiplicaron por las ensenadas, por las costas
Aprenden a durarse por las diatribas de la isla, el sincretismo, el color de las almas
Y la religión,
Aprenden a aletear sobre las hogueras de agua de los ríos,
Por las caídas de agua que se van de bruces al mar, a las estrellas repetitivas de las olas, llegando a ese espolvorear de las frutas y las repeticiones de los dioses
Como un canasto de calamares, como un canasto de peces en las manos de una mujer blanca,
Como un canasto de cangrejos en las manos de una mujer negra
Aporreando la luz en la bruma del cuero, en la boca del tambor y su tambora
Su repercusión de oro, sus trepidaciones de plata
En el gineceo de la perlas
Quedan Patria, Minerva, María Teresa
Desbordando con sus alas de agua las venas de agua que van a dar al Caribe
La rebelión del fuego, el papel de la letra en la bala sagrada en el pecho de la cordillera dentro de nosotros
&
Aquí por este barranco, por este despeñadero
Me llamaron las heroínas de la patria
Y aquí está el pueblo dominicano
Los blancos, los negros, los mestizos, los mulatos
(que no pueden
resistir
la muerte
de ciertas
mariposas
ay, Pedro Mir)
La muerta de ciertas mariposas está en la tierra, la muerte de ciertas mariposas está en el agua
La muerta de ciertas mariposas está en los caracoles y en las palmas de catey
La muerte de ciertas mariposas está en los bailes de salón y en las bachatas
La muerte de ciertas mariposas está en los merengues y en los pericos ripiaos que no pueden soportar la muerte de ciertas mariposas
La muerte de ciertas mariposas está en mi cabeza y no lo puedo soportar
La muerte de ciertas mariposas está en mi mano y no lo puedo soportar
&entonces
Las Mariposas confiesan que son mariposas,
Las mariposas confiesan que tienen órganos y sentimientos de mujer
Las Mariposas tienen antenas y ojos de abogadas
Las mariposas tienen senos y placentas de mujer
Las mariposas aducen que son partidarias de las flores
Las mariposas incuban hijos en sus vientres
Las mariposas afirman que son solidarias al color
Las mariposas niegan el totalitarismo del poder
Y explotan en orugas de libertad y reafirman que son partidarias de las flores
Las mariposas seguirán drapeando tricolormente en la bandera
Las mariposas seguirán drapeando en República Dominicana
Las mariposas seguirán revoloteando de cara a las estrellas
De cara a la historia y de cara a la literatura latinoamericana.
*Intertextos y alusiones a poemas de Pedro Mir, Carmen Natalia Martínez y Aida Cartagena Portalatin.