El equipo de Nueva York Poetry Review lamenta el sensible fallecimiento de Selva Casal, escritora y poeta uruguaya (11 de enero de 1927, Montevideo - 27 de noviembre de 2020)
La poesía de la uruguaya Selva Casal es memoria de la herida, es un remontar de imágenes y coloquios con la nostalgia. Según la destacada poeta española Concha García, quien se ha detenido en su legado poético "da cuenta de un universo muy personal donde palpita la tragedia, entreverada con la sorpresa de estar viva, desde una mirada confesional y doliente.". Desde su nombre fecundo, Selva, se instaura en nuestro idioma con el vértigo y la certeza de la complicidad con su tierra, sus cantos, sus sentimientos, sentires y fantasmas. Su tono reflexivo revela un espíritu rebelde, un jardín polisemántico o un río que se ramifica en diversos cuerpos para llegar al mar. En ella hay vibraciones ante el descubrimiento, ante el éxtasis, ante la noche del amor. Para ella “un poema es una transgresión.” Hay que leerla, hay que conocerla desde sus múltiples poemarios y darle su lugar más allá de las fronteras de su Uruguay, donde las mujeres han tomado la palabra.
Javier Alvarado
A manera de homenaje, publicamos aquí unos textos de la poeta uruguaya. Q.E.P.D.
UN POEMA ES UNA TRANSGRESIÓN
Un poema es una transgresión
siempre
su cráneo solo
como cualquiera
solo
quién me ama
me ama
quien despierta
despierta
qué fácil es la noche
el futuro no es
veo cráteres mástiles
te dije que no me abandones
este es el paraíso donde fuimos arrojados
te dije que no me obligues a vivir
cometeré desatinos
a todos les advertí de mi arrebato de mi furia
yo maté asesiné
nadie responde en el silencio atroz del cielo
de nada vale que hayamos pisado la luna
o devorado el mar
que un día no estemos más
sin huesos sin lengua
flotamos en otra constelación.
HABÍA UN BOSQUE
Había un bosque dentro de un bosque
y yo estaba dentro de él
como una hoja más que caía sobre la hierba
iba tan verde y roja
tan distraída
me amaban los escarabajos
¿no tienes lugar dónde vivir?
no tengo
no pido nada
solamente resucitar un día
a qué puedo aferrarme
a qué puede aferrarse cualquiera
mientras ve desaparecer todo
amigos libros camas y retratos no soportaré más
su cabeza es un guijarro donde la lluvia aúlla
los hijos continúan los hombres continúan
este es el revés del mundo
acá puede encontrarse cualquier cosa
pero nunca un plan
nunca buenos días señores buenas tardes.
SER MORTALES
Ser mortales nos ciega de tal forma
queremos hacer tanto
antes que se termine
deberíamos saberlo
pero alguien a nuestro oído habla y nos induce
a ir devorando días como peces
sobre manteles limpios
a decir buenos días señores buenas tardes
siento una inquietud que mata
un temblor que enloquece
un querer abrazar a mano armada
un amar a destiempo
ser mortales nos ciega de tal forma
ser mortales nos salva
más que temer
morir es atravesar la luz
casi como recibir una carta
a la que miramos de soslayo
y no abrimos jamás
ya sabemos qué dice.
EL INFIERNO ES UNA CASA AZUL
El infierno es una casa azul
la lluvia sobre un expediente
un hombre despertando de un mal sueño
camina solo y que solo camina
cuerpos al agua destinados
como arden las últimas estrellas
así ardemos nosotros
yo sospecho la noche
transfigurada y sola
la noche constelada
donde tú y yo estamos
abriéndonos las vísceras
donde el hombre destrozado a palos
es un hombre
y el que autenticó su muerte natural
el que dijo que nada sucedía
el que firmó la autopsia
con qué ojos mira
con qué boca muerde
oh, dale muerte a los muertos
luz a los huesos hondos
ten piedad
que digo estoy azul
morada y suelta
como los vientos de la madrugada
que digo de quien sospecho yo
del cáncer de la ruina
de los ojos dorados
del hombre que me amaba
qué vientres me reclaman
vientres todos desnudos silenciosos
desde su sangre ahogados
el que murió no va a la guerra
no envejece
porque lloras amor
lloro por el asesino
lloro por el asesinado
porque vi cómo el muchacho
el condenado aquel abrazaba a su madre
porque vi enloquecer sobre el pasto
a un parricida
porque se me ha permitido ver.
DESDE LO HONDO DE MI CORAZÓN
Posiblemente no he golpeado todo
lo que tenía que golpear
ni vivido todo lo que tenía que vivir
quise ser un pájaro y no fui
quise ser un hombre solo en una isla y no fui
quiero abrazar el aire y me despeño
mi soledad se parece a un desgarrón
a un grito oscurísimo en la noche oscurísima
amé los árboles los hombres
de no comprender el universo nació mi furia
de no aceptar mi desaliento
magia es mi vientre
eterno el resplandor de las olas
que en mi cerebro rompen
caen estrellas se aseguran los mitos
nos mudamos de lugar de estancia
esto nos llena de una rara zozobra
como latía ya no puede el corazón
las vísceras no aprenderán a leer
y toda nuestra sabiduría declina frente a la internet
ya no hay excusa
el ojo cierto de la computadora se encargará de todo
la vida nos mirará desde una pantalla
desde lo hondo de mi corazón vacilo
entre quedarme o irme o recoger pedazos de mi vida
como quien recoge un muñeco roto.
YO FUI UN SOLDADO QUE MORÍ EN LA GUERRA
Yo fui un soldado que morí en la guerra
bajo las estrellas lívidas
en una noche donde el sol ardía
y se abrazó a la tierra
que de amor tiritaba
todo temblaba alrededor
caían nubes diamantes
gemía de pena el alba
no conocí en la tierra tanto esplendor
vertiginosamente viví y morí
como los dioses que siempre mueren jóvenes
como las rosas
si el viento me arrebata
no es el viento es la vida que me extraña
quiere volver a mí
el campo de batalla está lejano
no existen ya mis huesos
a qué volver.
Selva Casal Muñoz (11 de enero de 1927, Montevideo-27 de noviembre de 2020) fue una escritora y poeta uruguaya. Nació y se crio en el seno de una familia dedicada al arte, lo que influyó directamente en su desarrollo como artista. Publicó sus primeros poemas en la Revista Alfar, creada por su padre Julio Casal. Desde esos primeros poemas a la fecha ha tenido una prolífica producción literaria destacándose la poesía, no obstante ha incursionado también en ensayos y biografías de otros referentes del arte. Parte de su obra ha sido traducida al inglés y publicada por la Poetry Review de la University of Trampa (Florida, Estados Unidos). Además de escritora se graduó como Doctora en Derecho y Ciencias Sociales. Ejerció la docencia en la cátedra de Práctica Forense en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República y fue docente de Derecho y Sociología en los Institutos Normales, actividades que realizó hasta que fue destituida durante la dictadura cívico-militar uruguaya. Tuvo dos hermanas (María Inés y Josefina) y dos hermanos (Rafael y Julio), estos últimos se abocaron a la misma actividad. Vivía en Montevideo, alternando su residencia con el balneario Solymar. Su obra data desde 1954. Fue reconocida con múltiples premios tanto en su país como en Argentina y México, siéndole otorgado en 2010 por parte de la Fundación Lolita Ruibal el Premio Morosoli de Poesía.