MUJER EN EL CAMINO
A Esther Cross
Por el sendero que conduce
del campo a la ciudad,
una mujer lleva en sus brazos
un animal herido.
Camina como puede bajo el sol,
—ella, que nada tiene—,
le viene a pasar esta desgracia
con su única posesión.
El animal se deja llevar,
sabe que la mujer
lo ama como a un hijo.
No escuchará un lamento
ni un ladrido de su boca;
para no molestar,
el perro,
cerrará sus ojos y dejará
que el sueño gane esta vez.
Llega pronto, mujer,
los que te observamos
es lo único que queremos.
Atraviesa con tu luz el verano,
el bosque del silencio,
que el agobiante sol
no consuma tus fuerzas
ni te deje caer en la sombra.
Tu amor puede más
que toda la tristeza,
que toda la injusticia,
que el dolor.
Porque hay algo tuyo
en el corazón
de ese animal herido.
Porque hay algo de ese animal
en tu cuerpo,
que te ayuda a vivir.
LA NOCHE EN EL JARDÍN
Una pequeña música nocturna
en forma de viento.
Los chicos cazan luciérnagas
y ponen las manos
como para rezar.
Como si Dios fuera una luciérnaga
y se dejara atrapar
para romper el silencio.
Como si el milagro fuera que Dios
sea una luciérnaga
para no sentirnos
tan solos.
EL ROSTRO DE DIOS
A mi madre, in memoriam
Esa mujer
extendida hasta nunca debajo de la sábana
no muestra signos de respiración.
Apenas es el resto de una imagen,
el personaje principal en bastidores
no disponible para despedidas.
Hacia los costados,
sus brazos se alargan y tocan el infinito.
Las manos se apoyan en oriente y occidente
sin ganas ya,
sin intención.
Descorro la sábana y al mismo tiempo
vuela una mosca como ninfa sorprendida.
He aquí la cuestión:
sus labios entreabiertos y la piel extraña
contrastan con el gesto de una sonrisa,
y el único signo de vitalidad
es la mosca
que ha bebido toda su respiración.
Si la mujer sonríe es porque sabe algo
que nunca terminó de decir.
Si la mujer sonríe
es porque nos ha engañado
y nunca sabremos el motivo.
Pasa el tiempo como la vida pasa,
como pasa lo bello y lo triste.
Luego la abrirán en dos
para saber la causa de su fallecimiento.
Luego,
su rostro cambiará y será otra,
alguien desconocido.
Ahora sé que éste es el rostro de Dios:
una mujer que se va y la mosca que sonríe,
compartiendo la misma despedida.
Tan sólo nos queda
cubrir el cuerpo de la desesperanza
y contemplar el aire de la noche,
fatal y divino.
LAS DOS ORILLAS
“Nuestras vidas son barcas en el tiempo
que navegan la memoria en desaparición”,
escribo,
mientras ahora la noche es un santuario
hasta que llegue el día.
No me dejes ir, tan solo,
hasta el país del sueño.
Puedo no volver
y así quedar anclado
en mitad de la vida.
No me dejes ir, por eso
tomo tu mano en la oscuridad
y creo que esa amarra
sostendrá mi cuerpo
entre las dos orillas.
(El sueño avanza en la noche
como un guerrero furioso
hasta el corazón.)
Y no me dejes ir, tan solo,
te lo pido,
acuérdate de mí
cuando vengas en tu reino.
Porque es noche y es siempre.
Porque puedo no volver
y tengo miedo.
RÍO DE LA MEMORIA
Con el padre íbamos a pescar al río,
eran tiempos lejanos y violentos,
como ya sabrás.
Los peces desaparecían y nadie
era capaz de preguntar por ellos.
Yo prefería bañarme en el río,
que el río me abrace, me atraviese,
entrar en su cuerpo, con la certeza
de que nadie se baña dos veces
en las mismas aguas.
El padre pescaba y luego,
devolvía al río sus peces.
“Cada cosa en su lugar”,
decía el padre,
“lo que viene del agua,
al agua debe ir”.
Con el padre íbamos a pescar al río,
había peces de colores diversos,
como ya sabrás.
Yo tenía siete años y me creía pez,
compartía con ellos
un ritual incomprensible.
Había uno que siempre aparecía
y tenía el color de la esperanza.
Había uno que siempre se mostraba
y de repente desapareció.
Lo buscamos por toda la eternidad,
lo buscamos, lo buscamos
a lo largo y a lo ancho del río.
Nadie quiso decir en dónde estaba.
Nadie pudo explicar
adónde van
los peces cuando mueren.
Y todavía hoy,
que ha pasado el tiempo,
cierro los ojos y recuerdo,
y me sumerjo en las aguas,
otra vez.
Viene hacia mí de nuevo
el pez de la esperanza.
Voy de nuevo hacia él,
como la única verdad posible.
LA MANERA EN QUE EL TIEMPO SE VA
Quien mire el rio Huangpu,
una tarde de verano, se verá
a sí mismo contemplarse.
Ni las luces serán tan extraordinarias,
ni los edificios
lo suficientemente deslumbrantes
como para olvidar
las heridas que el tiempo nos dejó.
A veces creo que somos
nada más que palabras,
lanzadas contra el viento.
A veces creo que ni siquiera
somos lo que creemos ser.
Por eso ahora miro el rio
y encuentro al que soy
en mis propios ojos.
Y dejo que el agua se vaya
donde todo se pierde,
donde todo se olvida.
Como el tiempo se va,
me voy,
y me abandono al mundo,
y puedo ser feliz.
Enrique Solinas nació en Buenos Aires el 11 de Julio de 1969. Es escritor, docente, traductor, investigador y periodista cultural. Desde 1989 colabora con publicaciones de Argentina y del exterior. Publicó en poesía: Signos Oscuros (Buenos Aires, 1995), El Gruñido (Buenos Aires, 1997), El Lugar del Principio (Buenos Aires, 1998), Jardín en Movimiento (Buenos Aires, 2003, y Perú, Lima, 2015), Noche de San Juan (2008), El gruñido y otros poemas (Antología poética, Buenos Aires, 2011), Corazón Sagrado (Buenos Aires 2014 y México 2015), Barcas sobre la zarza ardiente (2016), El Libro de las Plegarias (2019), The way time goes and others poems / La manera en que el tiempo se va (USA, Antología poética inglés-español, 2017), Escrito a fuego (Usa, Antología poética, 2017), 时光就这样流逝 (traducción al chino de la antología poética The way time goes – La manera en que el tiempo se va, Shanghai, 2017), Le grognement et autres poèmes (traducción al francés de la antología poética El gruñido y otros poemas, París, 2020). En colaboración, Dificultades de la poesía (ensayo, 2010), Invocaciones –cuatro poetas en la voz del mito- (poesía, 2012), Antologías Argentinas – Intervenciones sobre el canon y emergencias del imaginario, Capítulo La antología poética argentina: Procesos de subjetividad, género y canon (Editorial Teseo, Buenos Aires, 2017). En narrativa: La muerte y su conversación (cuentos, 2007). Por su labor literaria obtuvo varios premios, entre ellos, el 1er. Premio Nacional Iniciación Bienio 1992/1993, de la Secretaría de Cultura de la Nación; el 1er. Premio Dirección General de Bibliotecas Municipales de Buenos Aires 1993; Mención en los Premios Municipales de la Ciudad de Buenos Aires a la Producción 1994/1995; Subsidio Nacional de Creación de la Fundación Antorchas, Concurso 1997 de Becas y Subsidios para las Artes y Subsidio de Investigación en Poesía Argentina Contemporánea, Concurso 1997 de Becas y Subsidios para las Artes; 1er. Premio Estímulo a la Creación, Año 2000, Secretaría de Cultura de la Nación; Finalista del Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador” 2017, en Salamanca, etc. Ha obtenido la Beca de Residencia Shanghai Writing Program 2014, otorgada por el Gobierno de China a través de Shanghai Writing Association. Su obra forma de parte de antologías nacionales e internacionales, siendo traducido al inglés, al chino, al italiano, al francés, al griego, al rumano, al portugués y al talimi.