09 Dic 2024

33. CHEMA PAZ GAGO. XIII PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA CLAUDIO RODRÍGUEZ

-28 Nov 2020
Prensa

 

Chema Paz Gago, poeta y catedrático de Literatura en la Universidade da Coruña, gana el XIII Premio de Poesía Claudio Rodríguez con su poemario Un mar de nombre impronunciable, que evoca la catástrofe del petrolero Prestige. Este concurso poético, patrocinado por la editorial Hiperión, ha sido promovido por el Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo y la Diputación de Zamora.

En Nueva York Poetry Review festejamos la noticia compartiendo cinco poemas de su libro Manual para enamorar princesas (Madrid, Sial/Fugger, 2005).

 

DESCUBRÍ

en la profundidad de tus ojos

el brillo negrísimo,

la profundidad de tus palabras.

 

Sonreíste y hablaste,

con un extraño lenguaje,

y me atrajiste

hacia el interior

de tu cuerpo resplandeciente.

 

Tu belleza enigmática

me fascinaba

de una nueva forma,

invitándome a aquel viaje inesperado

a través de tus ojos,

de la noche y de tu piel.

 

Penetré

en tu corazón

que me envolvió

con su claridad radiante.

 

Buceaba por tu sangre,

besando

toda la piel de tu alma,

tus ojos y tus palabras.

 

 

I DISCOVERED

in your eyes’ depth

that brilliant blackness,

the depth of your words.

 

You smiled and talked,

with strange words,

and you brought me

towards the interior

of your resplendent body

 

Your enigmatic beauty

fascinated me in a new way,

inviting me to that unexpected

voyage through your eyes,

from the night and your skin

 

I dug deep

in your heart

that wrapped me

with its radiant clarity.

 

I dove in your blood,

kissing

the skin of your soul,

your eyes, your words.

 

 

MUY CERCA,

casi al alcance

del humo de un cigarrillo

encendido con desgana aparente,

te rodeábamos todos tus enemigos.

 

Yo pude acercarme más,

mirarte con descaro a los ojos

y hasta hablarte

sin el menor interés.

 

Los aromas y los suspiros,

tu sonrisa casi infinita,

se irguieron hacia mí

con violencia inesperada.

 

Ahora ya me escuchabas

y la conversación nos llevaba

por exóticas plantaciones,

por las junglas olvidadas

del sueño.

 

Cabalgábamos

a lomos de jirafas vegetales,

entre sierpes y arácnidos,

de repugnante tersura.

 

Pareciste no querer

seguir escuchando mi discurso fácil,

y ahora me agredías

con cruel indiferencia simulada.

 

Tu frente o tus labios,

de una palidez casi enfermiza,

sobrevolaban

mis palabras vacías,

las frágiles conversaciones de la noche.

 

Me aspiraban

hasta asfixiarme

tus lanzas

de acerada punta azul.

 

Pero yo me dejaba

engullir plácidamente,

ahogándome

en tu taza de café con leche.

 

El fingimiento acabó

a las cuatro de la madrugada,

entre las sábanas sudorosas

de un hotel de cuatro estrellas,

con resaca

y la soledad

por única compañía.

 

 

VERY CLOSE,

almost within reach

of a cigarette’s smoke

lit with apparent reluctance,

all your enemies surrounding you.

 

I was able to get closer,

see you bravely in the eyes

and even talk to you

without the least interest

 

The pefumes and breaths,

your almost infinite smile,

lifted up towards me

with unexpected violence.

 

You wre listenig to me now

and the conversation took us

to exotic plantations,

through forgotten jungles

in dreams.

 

We rode on the backs

of vegetable giraffes,

among serpents and spiders

of repugnant stickiness.

 

Then it appeared you did not wish

to continue listening to my easy

speech, and you attacked me

with cruel, simulated indifference.

 

Your forehead or your lips,

of an almost sick paleness

flew over

my empty words,

the night’s fragile conversations.

 

They aimed at me

until they smothered me

your lances

of blue-tipped steel.

 

But I allowed myself

to swallow placidly,

drowning myself

in your cup of milky coffee.

 

The pretending finished

at four in the morning,

among sweaty sheets

in a four-star hotel,

with a hangover

and solitude

as the only company.

 

 

TUS OJOS NO SON VERDES,

ni azules,

ni sombríos.

No son un color de presencia fugaz

que el instante o la mirada

suspenden en el tiempo.

 

Tus ojos son el mar,

los ocasos de un millón de soles

y el fulgor de aquella noche

inolvidable y divertida.

 

No son nombres ni colores,

son ya un mar profundo

de algas sonoras

atravesado por tu mirada transparente

cuando bailabas silenciosa,

con un ritmo casi marino.

 

 

YOUR EYES ARE NOT GREEN,

nor blue,

nor somber.

They are not the color of a fleeting

presence that the instant or gaze

suspend in time.

 

Your eyes are the sea,

sunsets of a million suns

and the splendor of that unforgettable

and pleasurable night.

 

They are not names or colors,

are already a deep sea

of sonorous algae

crossed over by your transparent gaze

when you dance silently,

with an almost sea-shake rhythm.

 

 

ENTRE LAS CALLES SOLEADAS

de mi ausencia

apareciste tú,

tu silueta dorada

de princesa nórdica.

 

Venía en el viento

el éxtasis de tu sonrisa

y volvía con el eco,

para estrellarse

contra un negro muro de cemento.

 

Sentí entonces

tu presencia lejanísima,

tu risa de niña inocente

y el peligro

de unos labios,

su ferocidad fotogénica.

 

En permanente contradicción

con la temperatura del mar,

los flashes y las caricias

te perseguían sin cesar

y ya no pude

dejar de contemplarte.

 

 

AMONG THE SUN-DRENCHED

streets of my absences

you appeared,

your golden silhouette

of a Nordic princess.

 

It arrived in the wind

the extasis of your smile

and returned with the echo,

to explode against

a black cement wall.

 

I felt then

your far-away presence,

your innocent child’s smile

and the danger

of some lips,

their photogenic ferocity.

 

In permanent contradicton

with the sea’s temperature,

flashes and caresses

that followed you unceasingly

and I could already

not stop gazing at you.

 

 

LAS COPAS NAVEGABAN

a través del tiempo y de la noche,

en veleros ruidosos,

saliendo y entrando

por las oquedades de tu cuerpo

que todavía no era un cuerpo desnudo.

 

Una orquesta consumía

las últimas notas

de cierta melodía que se mezclaba caprichosamente

con tu respiración enloquecedora,

sumergida

entre olas de ron

que nos golpeó con una furia irreal.

 

La resaca ya recorría

mi garganta,

que aspiraba incansable tu sangre enfebrecida,

diluida en el ron moreno,

con cubitos refrescantes

para saciar mi sed de tanta carne humana.

 

Era un local colonial

El Canne à sucre, creo recordar—

con sabor a tabaco caro y olor a boleros arcaicos.

El placer nos devoró

a los dos,

naufragando en la noche marina,

sumergidos para siempre

en las olas y en las copas.

 

Tú eras aún más misteriosa

—no puedo recordar si estabas incluida en la oferta—

que la otra noche,

aquella noche de los sueños

irreales,

el estúpido sueño del amor

despertando en ese preciso instante.

 

Las palmeras

se retorcían

cruelmente

entre mis brazos

y no gritaste ni rehuiste la tortura

de los cócteles

y de los abrazos

que intencionadamente no eran amorosos.

 

Te estremecías,

al deslizarte sonriente

entre mis piernas,

en esta lucha sedienta

que nos unió por un instante

fugaz

como el final de la noche.

 

Un resol

de astillas encendidas

nos envolvió tiernamente,

acariciando

todos nuestros cuerpos

o martirizándolos

hasta el delirio.

 

No dejé de aspirar

la felicidad de tus playas inmensas

con un mar desconocido

en el horizonte,

un mar que me ahogaba a cada instante,

batiendo sus olas contra mi boca.

 

El magnetismo

de aquellas profundidades marinas

me atrapó para siempre

—las agencias sólo ofertan una semana—

cuando gritabas

con cálido acento vegetal.

                            

La inmensidad verdenilo

del océano,

aquel mar

negro o azul o verde

me aprisionó

durante cinco horas brevísimas.

 

¡Qué fuerza extraña

tuvo aquel cuerpo ya desnudo,

los labios y los pechos

devorados por los peces carnívoros!

Se erguía incansable

para besarme

con el fulgor de las olas

y los gemidos

de los delfines.

 

 

THE GLASSES SAILED

through night and time,

in noisy sailboats,

going and coming

through the hollows of your body

that had not yet become nude.

 

An orchestra finished

the last notes

of a certain melody that mixed caprichously

with your maddened breath,

submerged

in waves of rum

that struck us with an unreal fury

                        

The hangover had already

seized my throat,

that breathed unceasingly your fevered blood,

diluted in a brown rum,

with refreshing ice cubes

to satisfy my thirst for so much human flesh.

 

I was a local colonial

—The Canne à sucre, I think I remember—

with the taste of expensive tobacco

and archaic boleros. Pleasure

devoured us both,

 

shipwrecked in the night of the sea,

submerged forever in the waves and glasses.

 

You were evern more mysterious

—I cannot remember if you were included—

in the offer, that other night,

that night of unreal dreams,

the stupid dream of love

waking in that precise instant.

 

The palm trees

twisted

cruelly

in my arms

and you did not shout nor flee the torture

of coctails

and of embraces

that intentionally were not loving ones.

 

You shook

on slipping out smiling

from between my legs

in this thirsty fight

that united us for a

fleeting instant

like the end of the night.

 

A glare

of burning splinters

wrapped us tenderly,

caressing

all of our bodies

or beating them

into delirium.

 

I could not stop breathing

the happiness of your immense beaches

with an unknown sea

on the horizon,

a sea that drowned me every moment,

beating its waves against my mouth.

 

The magnetism

of those sea depths

trapped me forever

—the agencies only offer a week—

when you shouted

with a warm vegetable accent.

 

The immense threaded green

of the ocean,

that sea,

black or blue or green

imprisoned me

for five brief hours.

 

What a strange force

in that body already nude,

lips and breasts

devoured by flesh-eating fish!

She would stretch untiring

to kiss me

with the brilliance

of the waves

and the crying

of the dolphins.

 

Traducción al inglés por Indran Amirthanayagam

 

 

José María Paz Gago. Escritor y profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada especializado en el estudio de las relaciones de la Literatura con las Artes y las Tecnologías. Entre sus libros académicos pueden citarse: La recepción del poema. Pragmática del texto poético (Kassel, Reichenberger, 1999) o El Octavo Arte. La moda en la sociedad contemporánea (A Coruña, Hércuels, 2016). Como poeta ha publicado los poemarios Manual para enamorar princesas (Madrid, Sial/Fugger 2005), traducido al francés, macedonio, árabe (Premio Internacional Cartago de Poesía), rumano e italiano; Guía de lugares inexistentes (Madrid, Pigmalión, 2011) y Wha(ts)appa. Piropoemas para mensajes de móvil (Madrid, Pigmalion, 2013), traducidos al francés e italiano. Obtuvo el Premio Internacional de Poesía Gustavo Adolfo Bécquer por Expulsión del paraíso. Poemario del Caribe (Madrid y Bogotá, Pigmalión- Pijao, 2018). Su obra lírica está presente en Antologías como La poesía y el mar, Fundación Rafael Alberti, 2006. La voz y la escritura, Madrid, SIAL, 2006. Guía viva de Ortodoxos y Heterodoxos en la poesía contemporánea gallega, Madrid, Endymion, 2012 o World Poetry Yearbook (English Version), Dr. Zhang Zhi ed., The World Poets Quarterly. 

 

Indran Amirthanayagam. Es poeta, músico y diplomático de Sri Lanka – Estados Unidos. Coordina The Beltway Poetry Quarterly. Dirige DC-ALT, una asociación de traductores literarios. Es ensayista y blogger en inglés, español, francés, portugués y creole haitiano. Ha publicado 19 poemarios incluidos The Migrant States (Hanging Loose Press, 2020), Sur l’île nostalgique (L’Harmattan, Paris, 2020) y Lírica a tiempo (Mesa Redonda, Lima, 2020). Con The Elephants of Reckoning (Hanging Loose Press, NY, 1993) ganó el Premio Paterson 1994 en EE.UU. Su primer poemario escrito en español, El infierno de los pájaros, fue prologado por José Emilio Pacheco e ilustrado por José Luis Cuevas. Ha recibido becas de: Foundation for the Contemporary Arts, the New York Foundation for the Arts, the U.S/Mexico Fund for Culture, and the Macdowell Colony. Ganó los Juegos Florales de Guayamas, Sonora en 2006 por su poema Juárez.

 

 


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