22 Nov 2024

131. POESÍA CHILENA. ERNESTO GONZÁLEZ BARNET

-19 Dic 2020
Poesía

 

Venado tuerto, obra merecedora de mención honorífica

en el Primer Premio Internacional de Poesía

Nueva York Poetry Press 2020

 

Nueva York Poetry Review publica una muestra de Venado tuerto, de Ernesto González Barnert (Chile, 1978), libro merecedor de una mención honorífica en el Primer Premio Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press 2020. Invitamos a disfrutar de estos especiales, mientras volvemos en enero, con el formato de número semanal. 

 

 

NO BUSCO UN PADRE EN LA POESÍA

sino un hermano

con el equilibro del ruiseñor

y el cuervo al batir las alas,

que no me empuje de la rama

de la que unos progenitores

me lanzaron temprano,

con amor y furia,

bastardo del sueño de la tierra prometida.

Un compañero o compañera

que aún en condiciones terribles de vuelo

no suelte la presa

sobre los campos feraces

de la guerra y el amor.

Sí, no busco un padre en la poesía

sino una rara avis

en la página más frágil de la literatura

atenta a la música de las cosas atoradas

en la punta de la lengua.

Sí, un pobre pájaro o pájara

dentro o fuera de su jaula

soñándose mi camarada

durante el fragor de la recolección

o la quietud de la caza.

 

 

EN QUÉ MOMENTO LA POESÍA CHILENA

se nos llenó de Tu Fu

con una mano por delante

y otra por atrás.

 

Me volví uno de éstos con su épica menor,

cuitas provincianas

y ese clamor ciudadano, burócrata

cada vez más apático e insoportable.

 

La vida es una guerra no lejos de aquí

pero aquí pega fuerte

con despidos, sueldos miserables

y un status quo

tan apretado como un traje de neopreno

o botón de oro.

 

Así, en esta copia feliz del edén

en que la mayoría apenas llega a fin de mes

o derechamente sobregirado

la norma es presumir de entereza

o sedición

de comentario en comentario

sobre el cajón de tomate

de las redes sociales, en el vino de honor

o la noticia online.

 

Así también regreso día a día de la jornada

a prepararme algo de comer.

Con el control remoto en la mano

navego de canal en canal

tan ansioso como cuando pequeño

no podía desatar el nudo de la bolsa

y la rompía para comer una hallulla caliente.

 

El pueblo en esta capitanía general

lo saben sus plutócratas

tiene una filosofía sin saberlo de corte gandhiana:

se resiste sin oponer resistencia alguna.

 

Así leemos en entrelineas la prensa y el espectáculo.

Soportamos al cura para una misa de casamiento o muerte.

Compartimos un asado con amigos

cuando juega la roja mirando de reojo

a las amigas del anfitrión.

 

Seríamos alcohólicos si no fuera por el café.

Seríamos tantas cosas

si no nos hubiésemos puesto huevones,

rendido tan rápido

o tuviésemos santos en la corte.

 

En fin, dejemos esta matraca

también para mañana

como la losa sucia en el lavaplatos,

la llave que gotea.

 

Estoy cansado como caballo de feria.

Mirar las estrellas solo me pondría más triste

pensando cuál ya no existe

y su luz viajó hasta mí.

 

¿Qué pasó con los chicos revoltosos?

¿Qué pasó con los sueños que teníamos?

¿Qué pasó con el para siempre?

¿Qué pasó con el para siempre?

Nunca lo sabremos…

Cantaba una banda inglesa

a principios de siglo.

En Chile, más que ser un Imperio

como nos acusaban los EE.UU. en el siglo XVIII

quisimos ser un bar británico,

un bar sin británicos escuchando música británica,

con minuto feliz.

 

Li Po al menos se tiró al río

para abrazar a la luna.

 

 

VENGO DE MUJERES DE HIERRO

con vestidos de verano,

que ponen una hoja de laurel

en una olla de agua hirviendo

sabiendo que eran los caballos

y no los jinetes

quienes recibían la corona.

A veces se tienden a nuestro lado

sin miedo o frío bajo un techo

golpeado todo el santo día y noche

por la lluvia.

No estoy seguro de qué es lo que aman

cuando nos abrazan,

siento su corazón latir con fuerza.

Tampoco lo qué desean

cuando te miran en la oscuridad

con los ojos abiertos.

 

 

CONOZCO EL MIEDO ATROZ A LA POBREZA

de los que dan o reciben la ostia en la lengua,

se aprietan la mano en la iglesia o leen con demasiado enfásis

pedazos escogidos de la Biblia en el estrado.

 

A los que vuelven o parten remando incansables

sus aparatos teléfonicos a la espera de un golpe de suerte o sexo

con una crucecita al cuello o calendario de la virgencita

del año pasado en la billetera.

 

Sí, a los que se arrodillan sin creer de veras en Dios

en un templo lleno de carajos

mientras afuera crece la hierba sobre nuestros muertos y vivos

sin hacer diferencia.

 

El viento la mayoría de los días

no cambia las cosas de sitio, ni expande el fuego.

La lluvia no lava más a la víctima que al victimario.

Y la tierra no tiene por qué dar frutos.

 

Sí, conozco el lenguaje roto de cada personalidad fuerte

que nunca aprenderá su lección,

ahora que la tuya & la mía lava con fuego

lo que escribe y condena a ser ligado con orgullo y oro,

se cree tocado por el espíritu santo.

 

Sí, a los que llenos de miedo e ignorancia

se llaman hombres de fe, mujeres de Dios

y recolectan, rotos por dentro, el diezmo

poniendo cada vez menos,

esperando cada vez más de lo que corresponde

en el cielo o el infierno.

 

 

NO CONTESTES DIOS,

estas oraciones torpes, salvajes, orgullosas,

sin ganas en tu altar

o que solo recordamos en el dolor

y la impotencia.

 

Ya tenemos suficiente

con llamarte impunemente.

De soñar golpear en el suelo

a los que en tu nombre

perpetraron crímenes y abuso,

sostienen tu dominio o empresa

con vanidad y miseria.

 

No respondas

a nuestras breves y pequeñas

historias de mierda,

vayas en auxilio

de nuestras lagrimas sinceras

sobre un mar de egoísmo

en el que ni siquiera teniendo todo

remamos tranquilo

de regreso a Ítaca.

 

Déjame dudar de los tiempos finales

y mejores

ahora que me desgarra

cada comienzo esperanzador.

Somos una plaga

echa bolsa, cansada, fuera de control

llevada de la mano por unos sicópatas

del progreso e interés,

con benéplacito.

 

Oh Dios déjame dejar esto en tu silencio

o el mío después de recordar a mi vieja

conteniéndose de apagar la llama de una vela

con el aliento

y hacerlo mojándose con la lengua

el índice y el pulgar.

 

 

Ernesto González Barnert nació el 30 de agosto de 1978 en Temuco, Chile. Ha obtenido por su obra poética el Premio Pablo Neruda de Poesía Joven 2018, Premio Nacional del Libro a Mejor Obra Inédita 2014, Premio Nacional Eduardo Anguita 2009, entre otros, además de varias menciones y becas. Entre sus últimos libros está Éramos estrellas, éramos música, éramos tiempo (Chile, 2018), la reedición de Playlist (2015, Overol) en EEUU (Floricanto Press, 2019) y en Chile, esta última bilingüe (Plazadeletras, 2019), además de la antología Ningún hombre es una isla (Buenos Aires Poetry, 2019) y su obra reunida Cinco mamuts en fila (Plazadeletras, 2020). Es cineasta y productor cultural de la Fundación Pablo Neruda. Reside en Santiago.



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