RÍO POTOMAC
Río.
La sombra del esclavo africano
fustiga Vernor.
En los equinoccios de verano
guarda los sobros del vino
de George Washington
Ama el Río Potomac
le tira excrementos.
Él, un John de las primeras generaciones
atracado en el muelle de su amo, vio el aire por primera vez
un verano que salió del fondo del carguero esclavista
y respiró sin comprender
ni idioma ni espacio ni tiempo.
Amo y él crecieron juntos.
Su vida un retrato en miniatura de la loza inglesa
de la ama.
Su canción silenciada
que lleva el agua por el Río Potomac
hacia la curva atlántica de una casa vacía.
Y él,
el otro George Washington
amo de llaves
de los umbrales de la África
celador del tiempo
conductor del miedo
de blancos y negros
de vivos y muertos.
POTOMAC
Agua empozada
Brillante espejo donde peces y sueños
Huyeron
El viento cerca la estación
Y mendigos negros dominan la rivera
Otros en navíos y yates beben
Y lucen modas y ademanes
Migrantes tímidos andan sus calzadas
Nadie los ve
Niños latinos y negros con furia
Pasan al lado de los puertos turísticos
Nada corresponde
Un río sin alma
Vacío
Deshabitado
Del cielo azul que está
Del sol que atardece
Nadie toca el agua
Solo un negro drogado zambulle sus pies
Destrozado de drogas
Y tres patos graznan sobrevivientes
De lo bello tibio
De lo natural y humano y del Río Potomac.
GEORGE TOWN
Te caminé
Barrio de ladrillo
Un día precioso luminoso
Salían de aposentos y fincas
Señoras blancas y faldas largas
Rubios niños
Sacerdotes púdicos
Y hombres en jinete
Soñé en sus aceras un espíritu libre, laborioso
De manos de esclavos en tierras cercanas
Volcar algodonales, manzanos y maizales
Casitas apretadas viendo el río
Viéndose a sí mismas
George Town con lluvia
Solitario
Sin comercios
Sin latinos sin negros
Una agua que cae impertinente
Iglesias cerradas
Hora de la nada
De la riqueza discreta
De la lujuria poderosa
Veleros, carabelas, regatas,
Buques de mercenarios y corsarios
Tráfico de vidas y especies
Niños de agua dispersados hacia el este
Del continente
Retratos de otros
Washington D.C. 2015
GOZNES DE LA NOCHE
Eres el deseo
Un palpitar de madrugada
El anhelo cóncavo de un abrazo
Que la espera emociona
En rituales del alma
Un resplandor del sueño
Que me salva
Tenue e impreciso auxilio
Ante el dolor
Puente de tus ojos
Siempre en la memoria
Guerrero que libra
Un pulso ante la muerte
Que espera
Te convierto en el anhelo
Cada madrugada
Que asustada por
sueños
Agolpan el pecho
Irrumpes
Sonriente
En mi deseo.
SOY LA OLA
Que desde lo lejos llega a la playa
Cada gota con sus ansias
Cada esplendor de la espuma
Instantes de seres
el águila el gavilán
Que desde los aires rutas libres instauran poderosos
Soy el verde del trópico
Lo que la lluvia libre llena de vida cada hoja cada planta
Soy los ríos riveras que corren hacia el mar
En el devenir de la luna y del planeta
Soy la minúscula abeja
la Pitón que duerme sobre mi cama
Y cada sapo que arrulla en sus cantos
La noche oscura de estas tierras caribeñas
Cuando salamandras y ranas cantan
Una vida eterna
Sin nosotros
RÍO MANZANARES
Pequeña constelación de la tristeza
Corrí lenta como virus sobre sangre
Cuajada en el frío
Mis venas azules saltaron
La emoción anudó los pasos
Y corrí
Por fríos pasillos de losas
Ellas
Carmelitas
Hermanas
En votos de silencio
Blancas
Aullaban
Mi sombra dejó sus sueños
Mosaico de pared
Miradas gestos arcadas de cejas
Lentas oraciones
Corrí
En la huella conventual
La hora nona
El arrepentimiento del jardín
La cocina
El tejido
Y un poco de sol
FUERA LA CIUDAD
del pasado
dentro los monstruos del miedo
simples
posibles
no me dejan
en sombras socavan
nacimiento y nombre
reconvierto
la paz
en actos
fuertes atalayas de pueblos
indoblegables
cubren el revuelo de venas
en la vega del manzanares
EL EXILIO
I.
No sé pertenecer
Más allá de una costa
No sé lo que lleva el río
No sé lo que lleva el mar
Unos ojos cansados
Un brillo
Que se pierde
El olor el guiño
De lo que se va
Tengo miedo
La muerte viene
Familiar
Casi amiga
Frecuente
Nos busca
Nos encuentra
Río manzanares
Donde estás
Y quién eras
Cuando dejaste de ser para mí
Cuando el hada te llevo
II.
Tendrá que ser el Mar del Norte, o el Mediterráneo,
o el Atlántico o un coto del Caribe
respirar salina
hervir bajo el agua
y ser marea que crece
errabunda
algas en oxígeno
bajo las alas de gaviotas
picoteando riscos
corales y almendros
Desmenuzada en la costa de una isla
mis huesos en carroña viva
ojos de horizonte
bajo la piel perdida
los recuerdos de los gozos
marítima terrenal
como los viento alisios
navegaré bucanera ardiente
sin sentido
como mi tiempo.
Caribe Sur.Talamanca. 2020
PUERTO DE LA HABANA
Este aire color de cielo en verano
Aroma de sal y barco antiguo
Sueña en veleros que surcan
Las mareas de los sueños
De los que no pudieron ser
De los límites en el aire
De los aviones oxidados
Cuando volamos y el infinito
No llevaba medida
Camino y sin decir
Las sombras se enredan
En abrazos y promesas
Los viejos bancos del malecón urden
Negocios
Los besos y las miradas corren en añoranzas
En mi pecho que viaja
Las aceras son arcadas testigos de sí
De un futuro que se escárpela
De lo que se cuece
Los límites de papel
De tu vida
Desde el malecón de los sueños
Surcando siempre
El fondo de una arena
La quilla diminuta
Donde viaja
Anémona perdida
Mi beso hacia ti
Macarena Barahona Riera. Estudió letras y ciencias sociales en España y Costa Rica. Doctora en ciencias políticas y relaciones internacionales y en educación, licenciada en sociología. También realizó estudios de filología española y antropología social en México. Poemarios: “Contraatacando”, 1980, Premio Joven Creación, “Resistencia”, 1989, “Atlántico,” 1994, “Tak Mewo”, 2008, “Mesoamérica”, 2014, y “La navegante”, 2015. Autora de la historia de las luchas políticas de la mujer en Costa Rica, 1890-1949, 1994, “Las sufragistas de Costa Rica” y “Nuevos documentos de 1948”. Ganadora del Premio Ángela Acuña Braun de 1998 y Premio al mejor documental de 1999 con “Las mujeres del 48”, sobre la guerra civil de Costa Rica.Participa en grupos sociales en defensa del patrimonio cultural y en defensa de luchas ambientales y de las mujeres.