PASAR LA TARDE
Para la potencia de este plato, necesitamos dos kilos de mariscos ricos en yodo: choros, ostiones, ostras; también puede agregar corvina, atún y salmón. A esto suelte una buena dosis de vino blanco, una pizca de sal y otra de soya, hongos frescos cortados en cuadritos, mezclados con cebolla colorada y pimentones en trozos circulares. Déjelo así durante tres horas. Antes de servir, eche un chorrito de aceite de oliva y gotas de limón. Verá que por el resto del día su pareja no querrá salir de la cama, aunque bombardeen la alcoba.
PARA COCINAR COCHINITA PIBIL
1 cochinita,
agua de coco,
miel de viejas,
tomillo,
1 copa de coñac.
4 dientes de cocodrilo,
sal mariana,
250 gramos de pelo,
3 huevos.
De niño corría detrás de una cochinilla colorada, la agarraba por las patas y la ponía junto a mi pecho; era tan calientita que no me importaba que chillara como una vieja de las que envejecieron esperando al amor de su vida; y que, mientras tanto, se dedicaron a criar abejas para vender miel. Una miel, que en vez de ser oro transparente, era blanca como pierna de monja. Aun así, los hombres la bebían con una copa de coñac hasta quedar alucinados. Entonces, mostraban sus cuatro dientes de cocodrilo y salían en busca de mujeres, pero como aquellas no eran tontas, corrían y corrían a ponerse a buen recaudo detrás de las plantas de tomillo. Mariana esparcía sal a su alrededor y quebraba tres huevos para que no la encuentren. Todas envidiaban la sal mariana para salvarse de los hombres dientes de cocodrilo, pues si eran descubiertas, las tomaban por la cabeza y les arrancaban doscientos cincuenta gramos de cabello, con lo que volvían a sus casas y, contentos, seguían soñando en una deliciosa cochinita pibil.
LA TRIPULACIÓN DEL BEAGLE
En 1835 Darwin ancló el Beagle en las Islas Galápagos y lo primero que llamó su atención, fueron las descomunales tortugas que los balleneros capturaban. De esta manera, el naturalista, comprobó que el galápago asado era una delicia. Pero nunca imaginó que después de un festín de tortuga gigante, los marineros alucinados y victoriosos, evocarían a sus amantes cantando o recitando los más bellos y variados poemas de amor de la lengua inglesa. Este comportamiento de la tripulación significó, el inicio de su Teoría del origen y evolución de las especies.
EL MARQUÉS DE LOS MARES DEL SUR
Mirando el mundo a través de los excesos, logré preparar una salsa llena de aromas con la que adobaba la pierna de un carnero y la metía al horno mientras hablaba con la muchacha de turno de un tal marqués, que, en la degustación de una mesa frugal, ofrecía un enorme pene tallado en hielo, y mi veneración por sus gustos y placeres en las artes amatorias. Mi invitada sentía la curiosidad de una loba y cada vez pedía más datos sobre los refinamientos del marqués.
Listo el carnero, colocaba una tabla de la que pendían un trinche y un afilado cuchillo, con el que poco a poco íbamos sirviéndonos el exquisito asado, y caíamos en un rito de lujuria que laceraba nuestros cuerpos, hasta alcanzar el máximo placer como describían los datos de aquel Marqués De Los Mares Del Sur.
AJÍ DE PALABRAS
El ají quema en lo más íntimo, es fuego a flor de labios, territorio en la punta de la lengua que escupe palabras negras y locas. Río rojo que va de boca en boca como llamas arrasando todo hasta que tocan la fuente del almíbar; y las palabras, se convierten en trozos de carne que laten y suben al pensamiento, al corazón de la lengua, donde pica más que mil palabras extrayendo el gusto a los alimentos del sueño.
LA VIRGEN DE LA ZARZAMORA
Se dice que el Inca Atahualpa tenía un séquito de veinte vírgenes para atender su alimentación. Que en las mañanas colocaban frente al trono, todo lo que el imperio producía, y a un señalamiento suyo, corrían a depositar en la boca del Rey lo que éste requería. Mas cierta ocasión, una de las doncellas, enterada de que al Inca le gustaba la zarzamora, cuando él señaló la fruta. Aquella se apresuró con un manojo de la misma, y mientras le daba de comer, dejó resbalar una zarzamora entre sus pechos y haciéndose la que recuperaba la juguetona fruta, ofreció al Inca su pezón.
COMIDA AFRODISIACA
Algunas tardes éramos una jauría de niños y niñas cantando: Con esta sí, con esta no, con esta señorita me caso yo. Y nos hacían tomar de la mano. Yo niño y ella niña y nos casaban. Entonces, apartados del grupo, construíamos nuestra casa con chalinas, sábanas o lo que sea. Mi esposa me mandaba al trabajo, y, yo volvía a los tres minutos, muy cansado, pero ella ya tenía la cena: una hoja de papel con trescientos gramos de césped, cuatro pétalos de flor, una onza de tierra, palillos quebrados espolvoreados y una ramita de chilca. De postre: helado imaginario de chocolate. Yo agradecía a los dioses por permitirme tan rica comida. Inmediatamente nos acostábamos e intentábamos lo que toda pareja de recién casados hace después de una comida tan afrodisiaca.
RETRATO DE MUCHACHA CON PLATO DE FRUTAS
El fotógrafo mira la naturaleza muerta. Todo es armonía: color y distribución. Pero piensa en la mujer que sostiene el bodegón.
Toma su cámara y encuadra. Dispara, habla a la modelo, empuja sillas, patea cables. No separa la cámara del ojo. La mujer realiza gestos deliciosos y decorativos; él se agacha, se arrodilla, se hace a un costado, va hacia atrás, se monta en la silla. Es una danza torpe, sin ritmo ni música la que ejecuta. Pero para la muchacha es sinfonía de luces y sonido lo que sale de la cámara. El fotógrafo suda y sin despegar su ojo del teleobjetivo, mil veces dispara con la esperanza de dar en el blanco.
Edwin Madrid (Quito, Ecuador, 1961). Poeta, ensayista, docente y editor. Director del Taller de Escritura Creativa de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en Quito. Dirige la colección de poesía de Ediciones de la Línea Imaginaria. Libros: Formas de tapar o Sol (Portugal, 2019), Todos los Madrid, el otro Madrid (España, 2016), Mordendo o frio, libro completo (Portugal, 2016), Al Sur del ecuador (Ecuador, 2015) Pavo muerto para el amor (Argentina, 2012), Lactitud cero° (Colombia, 2005), Mordiendo el frío (España, 2004), Puertas abiertas (Ecuador, 2001), Open Doors (U.S.A., 2000), Tentación del otro (Ecuador, 1995), Tambor sagrado y otros poemas (Ecuador, 1995), Caballos e iguanas (Ecuador, 1993), Celebriedad (Ecuador, 1992), Enamorado de un fantasma (Ecuador, 1990), ¡OH! Muerte de pequeños senos de oro (Ecuador, 1987). Antologías: Todos los Madrid, el otro Madrid (Espala, 2016), Pararrayos (España, 2012), Mordiendo el frío y otros poemas (Cuba, 2010), Mordiendo el frío y otros poemas (Ecuador, 2009) y La búsqueda incesante (México, 2006). El 2004 recibió el Premio Casa de América de Poesía Americana, en 2013 Premio Único de Poesía Ministerio de Cultura y Patrimonio, por su libro Al Sur del ecuador, el Premio Escritores Ecuatorianos de los 90, entre otros galardones. Al Sur del ecuador es su más reciente libro traducido al francés y publicado en Francia.