TRARIWE
I
En los ojos de tu abuela había un silencio azul
un silencio antiguo, dijo mi madre con cariño
y yo
busco en imágenes remendadas
en el camino tejido de historias
y la traigo de regreso
con sus trenzas enrolladas y aretes de plata.
He comenzado este trariwe de palabras
camino sobre los recuerdos
y crujen como pan recién horneado.
Doña Tránsito Güenante se transmuta en aire
murmulla palabritas en mi oído
me cuenta del árbol cerca del pozo
y de la rana que habitaba en él.
Reímos y brota luz de mi garganta.
La imagino sentada junto al fogón
los ojos entrecerrados moviendo el trigo en la callana.
El humo como espiral escapa por ranuras de las cicatrices
que están más allá de la piel.
Comía harina tostada con miel
musita mi madre desde algún lugar
y resplandecía cuando el dulzor tocaba su boca.
II
Abuela tenía los ojos azules ¿Lo dije ya?
ella decía que era hija de la borraja
mi madre lo confirmó siempre.
Las dos se unen en este viaje ritual
caminan descalzas por mi memoria
una se arreboza en su chamanto mapuche
la otra seca las manos en su delantal floreado.
Los brazos llenos de mundo invitan a quedarse.
Tomemos el té parecen decir con la mirada
mientras susurran una oración.
Las veo ir y venir, el mantel prendido a la cintura
y un suspiro colgando de la boca.
Quisiera quedarme en este recuerdo
quisiera el té con aroma a menta
pero lejos está el abrazo suave
las caminatas apegada a la sonrisa
el algodón dulce y las manzanas con caramelo.
Ahora sé que en la estación próxima
podremos retozar libre de fantasmas
y repetir el abrazo que nos robó el tiempo.
El invierno se adentra, viene como astilla a enterrarse
y lloro
por los pequeños colgajos que nos unen
historias antiguas que estremecen.
Lloro por el algodón de azúcar que hoy se torna amargo.
He dejado un ovillo de palabras para mi hija y mi nieta
ellas continuarán tejiendo el trariwe
con el recuerdo que nace y muere en la médula.
ESCARABAJO AZUL
I
Llevo lápices en los bolsillos del abrigo
en pequeños compartimientos de mi cartera
algunos han caído dentro de mi bota
pero no molestan
están ahí para escribir entre semáforos
para soñar alguna canción en colores
para que las cuarenta mariposas que tengo en el cuerpo
hablen de mi vida.
Llevo lápices para recordar los eclipses de sed
los golpes de sol
las páginas arrancadas de mi historia
que es tu historia también.
Llevo lápices
como un instinto de conservación.
II
El tiempo en su prisa
arranca otro botón de mi abrigo
sonríe
con esa sonrisa de quien se sabe inocente.
El tiempo no sabe
que se está llevando de a poco mis recuerdos
se los lleva en hilachas
en mordiscos
pronto olvidaré lo negro del charco.
El tiempo se ha vuelto cruel
desconsiderado.
Le ha dado por sentarse conmigo en el viejo sofá
a oír canciones de Aznavour
se sienta tranquilo
se alimenta de mis recuerdos
se lleva alguna sonrisa
alguna conversación intrascendente.
He tratado de resguardar las baldosas negras
las guardo en la punta de la lengua
en el borde más vivo de mi ojo.
Taty Torres Díaz. (Penco, 1961) Región del Bio-Bío. Ganadora del Premio Ceres de Artes Literarias Región del Bio-Bío en poesía 2014. El Fondo Nacional del Libro le concedió una Beca de Creación Literaria los años 2015, 2017, 2019 para sus libros Garra de Lobo y Nada, Cáscara y Luna, Al otro lado de lo oscuro. Ganadora de los Juegos Poéticos y Florales Gabriela Mistral, 2016, con su libro “Leonora Bruce”. Sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano y rumano. Coordinadora del Festival Internacional de Poesía “El Rayo que no Cesa”, Chile. Invitada al Festival Internacional Paralelo Cero 2019, Ecuador. Invitada al Festival Internacional Primavera Poética 2020, Perú.