Me desnudé y te dije:
bajemos. Metámonos
más hondo en el infierno.
NELLY KEOSEYÁN
Y ENTRE LAS HOJAS
la postal del Guernica
que traes a la vuelta
Y en mi mano
la pluma fuente
negra
con corola de estrella
— Toma
para que escribas
— No sé qué palabras habrán de nacer
— Escribe
sólo escribe
la vida se dará por añadidura
Y a la vuelta de los años
todavía no sé
dónde habita el olvido.
KILÓMETRO 54
La fatiga es irremediable
pesan los ojos
más adentro de la espesura
el relámpago
que ni agolpa ni taja
y de espaldas a ti
el ramal que bautiza
la gota de un desierto
que no existe
y que despierta
con su tintineo
el insomnio y sus demonios
ese calado que todo lo siega
más adentro de la sangre
hasta devastar el extravío
y salvar la cordura
en el tacto abrupto de la luz
río que no habrá de rozar el labio
ni esparcir su escarcha sobre los zarzales
aire de la almena
que se pierde en la lontananza
y azuza con su borrasca
hasta el arrebato del sentido
dulce es el sabor de la muerte
si del lado oculto del espejo
eres tú quien resguarda
la veladura.
¿HABRÁ DE CESAR LA VASTEDAD?
¿se recogerán las aguas
de entre sus letras
en una sola claridad?
Tanto horizonte verde y azul
para terminar frente a un erial
que ahoga en su transparencia
la nitidez de lo baldío
y negar la raíz y la nube
la flor de un día
el manotazo que cerró la puerta
que apagó la vela y tapió la ventana
para que el dolor se mordiera la cola
dónde
de dónde este barullo
que esquiva el albor
de dónde este arder
esta ventolera
que se lleva
ese tanto verde y azul.
NO BASTÓ CON LA MORDEDURA
al deshojar la quietud
y romper la tablilla
apagaste la tea Pablo
Lienzo níveo que delató la ausencia
sobre la que se levanta la vida
espada rota que blande los aires
para expiar el flagelo
de la suprema ceguera
que en tábano persigue las horas
y la brizna ínfima
por donde el universo pierde
lo más preciado de su belleza.
NO REPARES EN LA GRIETA DORA MAAR
la puerta del infierno
— bien lo sabes—
es la mano que acaricia el corazón
la que desajusta el sentido
e instaura con su paso doble
el reino de la extranjería
Dicen que nadie escribe en nosotros
nadie quien arrincona ni domina
el acorde del pensamiento
Poco se es
frente a la muesca de lo terrible
y ahora
sólo eres un pañuelo
que muerdes
cuando él pinta
el tañido de lo feroz.
AL MARGEN DE LA TELA
donde se es observador
la vida desgrana
lo que no se escribe
porque escapa la cifra
aunque trace su insignia
con la yema de su dedo otro
al cercar el dentro de la fiera
siete suturas coronan la herida
y no hay juicio que valide
la apostasía de lo indecible
y Pablo pinta en su ojo revelador
la iridiscencia que anuncia
la pérdida de la razón
el grito mudo del caballo
y el bramido silente
de la madre acunando
por siempre
su caída flor.
DESTRUIR EL LENGUAJE
Destruir el ser que mira tras su celosía
Destruir para limpiarlo de abrojos
Quede lo blanco que también es lo negro
Sin el contraste no hay estallido
El añico es el principio del habla
aunque lo entrañado sea umbrío
él pinta en el cielo ahumado de Guernica
el foco irisado que todo lo ve
la desolación que acusa el imperio de la barbarie
que alienta en el hombre y no en el pájaro
que crece en el risco de la línea
para avivar la ribera de lo extremo
si es falso el lenguaje también es falsa la creación
lo cierto sería la forma
el rayo que atraviesa en neuralgia el rostro
racimo que paraliza acertando lo brutal
valiente victoria el resistir
Apaga la luz Pablo
Apágala
y mira.
DE LA INSOLACIÓN SÓLO EL SERENO
ese manantial de fiebres
que ciñe la visión cuando lo brotado
no sujeta el fulgor
o esa piedra en oleaje
o esa cesura que alcanza su ser
en la resaca de lo ausente
ardor del vacío que fascina
como si en su desbandada
se templara la angustia
hasta encontrar
los ojos desorbitados del caballo
y el lanzazo en su costillar
y su lengua de pájaro roto
y los desaparecidos
y los que vuelven
en el numeral del horror
que asciende del infierno
para morar entre nos.
“Lo abierto”, en Rumor de niebla, México: Bonobos, Ediciones del Lirio & Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejandría México, 2020.
Mariana Bernárdez Zapata, Ciudad de México (1964), es poeta y ensayista; realizó estudios de posgrado en Letras Modernas y en Filosofía especializándose en el vínculo entre poesía y filosofía; aborda una tradición de autores para quienes la poesía sobrepasa la orilla del lenguaje eficiente y comunicativo. Es una de las voces más singulares de su generación por su concepción metafórico-simbólica. Su obra ha sido traducida al inglés, catalán, portugués, italiano y rumano. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte bajo el género de poesía en la emisión 2018-2021. Sus libros cuentan con prólogos de Ramón Xirau, Dolores Castro, Raúl Renán, Bernardo Ruiz, Antonio Colinas, entre otros. Cuenta con más de una veintena de libros publicados entre poesía y ensayo. Entre sus libros de poesía recientes se cuentan: Don del recuento, 2012. Nervadura del relámpago, 2013 (reeditado 2019). Escríbeme en los ojos, 2013; traducido al portugués por Nuno Júdice, Lisboa, 2015. En el pozo de mis ojos, 2015. Aliento, 2017, traducido al portugués por Nuno Júdice, Lisboa, 2018.