LLAMO FLOR A UN OBJETO EN MEDIO DEL BOSQUE
sin saber cómo llamarlo
ni qué forma darle.
Temo que si la nombro de otro modo
arranque una mano
o una cabeza.
DE PRONTO, LA PIEDRA SUPO QUE ERA UNA CASA.
Descubrió a la madera y abrió sus ventanas.
Imaginó una niña, una mesa.
Afuera la luz, a su alrededor el viento.
Los patios salían de sus puertas
y la seguían con la mirada.
La vieron en medio de pueblos solitarios,
de los bosques de tantos sitios perdidos,
de tantas casas deshechas entre los escombros.
Si lloraba, dormía tranquila.
El miedo le cerraba los ojos,
el silencio era una forma de oscuridad
y el sonido le permitía ver.
El murmullo de una hoja cayendo
dibujaba un pájaro sobre su cabeza.
Y los peces cruzaban ríos a su alrededor.
La más triste noche
de un sueño seguido de otro sueño,
empujada a correr, regresaban sus pasos,
detrás de la ventana se detenía la vida
y el tiempo quedaba apresado en sí mismo.
Únicamente la casa existía,
como una niña que mira inmóvil.
Cerró la boca:
el mundo tenía
los límites de la mesa.
TEATRO
Alguien asiste al teatro:
qué bien han levantado el escenario,
es todo muy efectivo.
Aquí, una puerta no se abre
para llevar a alguien hacia un lugar
sino porque los hombres persiguen sus secretos
en las formas de la madera,
un dibujo de astillas que simula una infancia.
La vida es más real aquí dentro.
CALLE DE LEIPZIG
Me pregunto sobre la mujer
que dio nombre a esta calle en Leipzig,
una Straβe nueva con la memoria vaciada de todo dolor.
Si ella caminara por estas aceras apagaría su memoria
por un instante viendo a las niñas saltar una cuerda,
como un reloj que reproduce los sonidos de la infancia
mientras ríen durante una tarde de lluvia.
La mujer jamás conocerá su calle.
La mujer es la calle.
Esta pregunta la hago
—y la respondo—
mirando sus ojos de ladrillo.
LA SENCILLEZ COTIDIANA DE VIVIR
Es más fácil decir
existo bajo el cielo de mayo
que decir existo en un lugar específico.
No es lo mismo regirse por el lenguaje de los días
que por el idioma de las cosas.
Yo diré: canario, rosa, beso
y en mayo serán un canario, una rosa y un beso.
Pero en una ciudad distinta
tendrán otros significados
y será un lugar
sin canarios sin rosas ni besos.
Kevin Cuadrado (Quito, Ecuador, 1993) Narrador, poeta, editor y promotor cultural. Dirige el sello independiente Bichito Editores y ha editado las revistas Leo; La novicia, revista de creación; y Bichito. Ha publicado El degollamiento de las cebollas (Ed. La Castalia, 2021); El tornillo perdido (Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2020); Historia de las ideas (V&V Editores, 2019); La tristeza del pájaro azul (Alianza Francesa y La Souris Qui Raconte, 2018) y Ouróboros: el reloj del viento (Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, 2018). Formó parte de la XVIII promoción de la Fundación Antonio Gala. Ha ganado diversos premios entre los que descanta el Premier Prix Narratif l’Alliance Française, 2018. Sus textos han sido traducidos al portugués, inglés y francés.