POEMA
A veces uno se encuentra sucio, atascado y con la vergüenza de aguantar lo que nos hicieron, lo que nos hacen y poner la cara a lo que hacemos.
Sucede también enojarse de impotencia ante los fracasos cotidianos y las cosas imposibles de obtener.
Sucede no poder reír en esta ciudad triste y egoísta.
Sucede el miedo de quedarse toda la vida atornillado a la oficina.
Está el terror de levantarse y ya no ser amado o dejar de amar.
Está no sucumbir en el teatro y pronunciar las palabras exactas para defenderse.
Está saber qué hacer con tanto amor y dónde guardar tanta esperanza; pero es muy difícil con esto intentar apenas un poema."
De Trago fuerte (1963)
HISTORIA DE TZIGANOS
En memoria de Itzak Leizer, mi abuelo, porque a
los cinco años me enseñó la historia del mundo.
Tomo el fuerte, fino, ancestral hilo de voz
y pese a que la palabra no es menester de mujeres,
con el valor de la inconsciencia,
la mano golpeando el pecho y la cabeza baja,
entro en el sitio desconocido pero certero del misterio.
No puedo nombrar la vedada raíz que nos sustenta
ni la obcecada tenacidad de la luz.
Simplemente han sido.
El orden se respeta y las estrellas, voluntariamente,
no cambian su lugar.
Qué lejos la vecindad poderosa
que permitía el rostro del milagro!
Qué lejos el testimonio!
Con perfidia, la niebla se arropa en nuestros nombres.
Los ríos enmudecen.
Sólo de ti, oh belleza del inicio
restan algunos muros olvidados.
Alguien llora tu ausencia
y el secreto inefable persiste en las aguas.
Tradición cruel, todos los infiernos de la historia
se legan de palabra en palabra
de sangre en sangre
de expiación en expiación.
Espesos, los siglos han cubierto la miel y la leche,
tanto, que los hombres perdieron el lenguaje de los elementos.
Es hora de limpiar nuestras arpas
y levantar las hojas de los sauces
para que los melismas ocupen la voz de ciertos jóvenes.
El hálito de Lo Que Es
resucita viejos verbos
hasta que caen las vestiduras de la infamia.
Quién osa medir las consecuencias del tiempo?
Quién osa aborrecer de los justos?
La paz, oh la paz, levanta su letargo.
Obedezco el mandato. Ciegamente. Hablo.
De El corazón de los lugares (1964)
LLANOS DEL SUR
A Kity y Ricardo Futoransky, entrañables
los calmos bergantines las flores más sangrientas los lienzos de la discordia los panes del milagro
adjetivos y ritos profusamente iluminados
por la luz mala y fosforescente de lo corrupto
se yerguen de la llanura atrás del acero oxidado de sus armaduras
allí donde el ganado abona el suelo
pero las simientes olvidan crecer
extensión de la condena soledad es tu nombre
repiten las aves que graznan augurios
el sol no tiene prisa en tu calvicie
los vientos fatigados se detienen a contemplarse en tus riachos
pampa de la desesperanza
sólo tu feroz tenacidad hace que entres
por la puerta grande de la tragedia
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llano enrojecido
llano del atardecer donde la palabra descubre el secreto
y los pájaros enloquecen de temor
hora en que los elementos son un haz vandálico
un estremecimiento prolongado en el espinazo de los vivos
hora en que los hechiceros soplan las narices de los enfermos
pero no logran felices resultados
hora en que la lejanía y la vecindad de los estrechos
confunde aguas y tierras
únete viento
ven basilisco que es tu turno
huye unicornio por las altas gramíneas
refúgiate en los tapices de las damas
que ya las maderas del presagio
arden en razones de cuidado
y el silencio es un enigma que no predice
un solo día venturoso
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entre la cima y el valle
el menor esfuerzo, nada agotador
nada que turbe la indiferencia de las tierras llanas
ciudad cuyo medio propicio es la humedad
pulpo extendido, ambiguo y perezoso
tu abrazo es el ahogo febril que impones a los otros
ansiosa ciudad gris
a la que es necesario ganar palmo a palmo la alegría
ciudad de artilugios y espejismos
con su poder agazapado en las tinieblas
contigo los pactos de honor
están destinados al fracaso
ciudad perdida en estéril oratoria
y en la retórica infernal de los posesos
predispuesta de antemano a la condena
cuando las algas se adueñen de tu estridencia
y el limo se solace en tus bodegas
cuando te sumerjas en la noche sin espejos
¿quién tendrá piedad por tu arrogancia?
cuando los peces retiren sus ovas
de los recovecos de tus construcciones
otra vez un ingenuo, un loco, un guerrero
un fanático, un ambicioso, o todos ellos juntos
o alguien con todos y más de estos defectos y virtudes
erigirá un fortín en el desierto
y te llamará de alguna nueva o vieja manera
buenos aires
De Babel, babel (1968)
EGEO
Hay para Ulises un sonido que contiene
todo lo ya visto y lo por venir;
hay un desgarramiento que podría ser
el primer gemido placentero
de todas las vírgenes del mundo,
un alcohol que es el mismo zumo
que bebiste en algún sitio,
en algún sueño
la sirena contempla tu confusión
y no puede ayudarte
no hay casa
ni chimenea
ni ancianos
que te reconozcan por la voz
(como en el tango)
mientras Penélope goza con amigos y enemigos,
oh! estúpido Ulises,
babeas literatura por estas aguas fastuosas
para el prestigio de la muerte
y el olvido.
De Lo regado por lo seco (1972)
VIOLENTO DESEO DE MÉXICO
Hay una ciudad lejana
que tiene dispuesta su historia para mis indecisiones
nombres fabulosos para mi imaginación
y grises muy intensos para las noches dolorosas.
Allí también existe algún temblor violento
que mi vida todavía no conoce;
por ello te reservo, ciudad
los pocos restos salvados del naufragio de mi inocencia
y de emplear todo el fervor, tal vez podría ofrecerte
jirones esplendorosos y tizones humeantes de mi juventud.
Debes tener aldeas costeras
habitadas por pescadores sabios y silenciosos
diestros en la magia y el conocimiento del olvido
que me donarán las palabras para protegerme
y en antiguos mercados, donde el color y los olores
suscitarán una tormenta de misterio,
las mujeres que venden amuletos y especias
sabrán la medicina exacta para mis dolencias.
Cuando por fin tus ruinas, ciudad
me entreguen la llave secreta para que intente descifrarlas;
entablaremos una larga conversación entre iguales
y gananciosa de habitarte, extenderé mi alegría
por los salvajes laberintos de tus claroscuros
hasta dar con la cifra que faltaba a mi estatura.
Como ves, ciudad no es amor lo que te pido
porque desde siempre, mi ley ha sido que esa cuenta
debe cada uno saldarla por sí mismo.
De El nombre de los vientos (1976)
VITRAUX DE EXILIO
Toda la eficacia de los nombres
que trabajosamente la imaginería construyó para fascinarte
se derrumba silenciosa:
un rico cementerio de cenizas
eso es hoy tu geografía.
Aprendiste a costa de tu juventud
y de gran parte de tu inocencia
que estar solo en un despojado suburbio de las pampas
o en la fastuosa Samarkanda
tiene la misma dimensión de olvido o de tragedia;
que el viento nunca tuvo piedad para esparcir
las piedras y los muertos, que sólo los turistas de solemnidad
se fotografían ante los vidrios de colores
porque decir país es musitar apenas cuatro letras
y tras ellas la densidad de secretas combinaciones
lápidas de extraños que llevan nuestro nombre
y pálidas fotos que conservan el eco de tu paso
hacia el amor o la desesperanza.
Es también la memoria de trabajos fatigosos
o quizá alguna vieja melodía
que retiene los primeros riesgos de tu juventud.
Un país es tu nombre
y la ácida violencia con que acude una palabra
a tu indefensa boca de viajero.
Es un mapa con un río cuya desembocadura y nacimiento
se unen, curiosamente, en el punto exacto de la tierra
que desea abonar tu osario.
Son amaneceres, insomnios, saludos, cólera,
un brazo, un hombro, diminutivos, insultos,
despedidas, jardines, encuentros, temblores,
promesas, otoños, rieles, desafíos,
sustantivos absolutos que no admiten
otra explicación a su peso de fantasmas:
éstos y no otros.
De Partir, digo (1982)
PROBABLE OLVIDO DE ÍTACA
Las pequeñas historias, los lugares, rostros y olores
se asesinan los unos a los otros.
Un país se te encima al de ayer,
un rasguño puede escamotearte la gran cicatriz.
La palabra entonces, suele convertirse
en un vicio vergonzante de soledad.
¡Y qué te resta, luego de tanta frágil arrogancia!
Descubriste el vacío en todo vértigo
y sin inmutarte cargas el sino que te corresponde:
tu sitio, ya lo sabes,
partió cuando llegaste.
De La sanguina (1987)
RECETA DE COCINA
Antonin Artaud escribía al editor de una revista:
“La literatura propiamente dicha me interesa poco, pero si de casualidad juzga apropiado publicar el poema, le ruego que me envíe las pruebas pues me importa mucho cambiar dos o tres palabras”.
El secreto del trabajo de escritor reside —creo—, más allá del genio, la felicidad o la locura, en el cambiar hasta el suspiro final del texto, las dos o tres palabras que por no ser exactas, sobran, distraen o importunan.
De Cortezas y fulgores (1997)
LA SIN TIEMPO
deshice casas
perdí bibliotecas
me fui con lo puesto
en una valija
dos valijas
tres
indivisible
la trinidad
es
lágrimas
patitas
para qué te quiero
las actrices pobres y viejas
terminan sus días emparedadas
tomando mate
en un asilo temible
la Casa del teatro
¿Acaso no matan a los caballos?
De Antología Poética (1996)
Luisa Futoransky (Buenos Aires, 1939) ha publicado una veintena de poemarios y cinco novelas desde 1963, su obra ha sido traducida al inglés, francés y alemán y premiada en diferentes países. Actualmente reside en Francia. Estudió literatura anglosajona y contemporánea con Jorge Luis Borges en la Facultad de Letras de la Universidad de Buenos Aires, aunque por imposición familiar se recibió de abogada. En 1971 viajó a Estados Unidos para participar en el International Writing Program de la Universidad de Iowa. Vivió luego en Italia, Israel, Japón y China antes de instalarse en París en 1981. Sus libros más recientes son Marchar de Día (2017), Los años argentinos, primer volumen de su poesía completa (2019) y el flamante Humus…humus (2020).