I SIBÖKOMO
Vivir en el vacío debía ser tan aburrido
que Sibökomo le ordenó
a una de sus piedras, poder hablar,
pero sin otra voz cerca;
nadie le previno que una piedra parlanchina
es pésima compañía.
“Ojalá mi padre me lleve
a ver lugares por allá arriba!”,
decía la piedrecilla desde su bolsa,
y entre la nada el dios creaba apurado
los deseos de su hijo.
“Allí abajo hay una muchachita;
ojalá mi padre la lleve a
examinar lugares con nosotros”.
y así la primera creación del hijo
fue la tentación, lo bueno y lo malo.
II EL VAGABUNDO
Ya por el camino
suena su caracol, olóóó
el hermano de la danta y el mar.
Reunirá a los clanes por primera vez,
los zorros mueven sus maracas, cha cha cha
esta noche nos enseñará.
Ha venido con el viento, fshhh
trae las semillas a Sulayom,
se mueve en la nube y la lluvia.
Los diablos le quieren matar
celosos de su alegre tambor, pum pum
ya el zopilote le mira llegar.
III LAS PIEDRAS
Cuando Sibú caminaba con nosotros
pretendió una vez caer enfermo,
y extendiendo su agonía a los árboles
preguntó a un pájaro si moriría.
La avecilla, descifrando el ardid
le respondió que nunca, porque era Sibú,
y el dios, embustero y satisfecho
pensó como una justa recompensa
convertirlo en una piedra sanadora.
PEQUEÑO JAGUAR
Mi piel es una jaula.
Por las mañanas se extiende
hasta alcanzar el manglar
donde los caimanes aporrean el silencio del agua;
se zambulle y entre las raíces pulposas
dibuja su respiración con la facilidad de mis derrotas.
Está hecha de ramas recogidas por otros
y se viste con flores que recién corté;
sin saberse muertas las pobrecillas,
insisten en convocar a los colibríes
a un inútil ejercicio de fecundación solar.
Me gustaría rasgar sus límites,
abrir estas manos
que aferran mi miedo a la soledad,
aunque me haga el valiente
sigo siendo un fantasma
que cada día ahoga al niño que fui.
Una procesión de todos mis yo
prepara su funeral,
allí serviré el licor de mis exabruptos
para cantar al violento corazón
que crece junto al mío.
COMPLICIDAD
Voy entre la multitud y mi nombre es Nadie.
Finisterra – LÊDO IVO
Compartimos el mismo pecado,
aquel de quienes comen los ojos
a los malos augurios,
porque este es un canto de hierro.
Nuestras manos crecen
entre cortezas y continentes,
como palabras que abren los cielos
donde somos colibríes que en las ramas
dejan tiras de piel;
y nos volvemos en niños
que persiguen mariposas
para arrancarles las alas,
perversos y feroces
paramos solo a crear nuevas arquitecturas,
nos mezclamos y seguimos huyendo
sin miedo al juicio solar de los dioses,
avergonzados y orgullosos
sembramos del ditsö
la tierra que pisamos.
Nuestros nombres serán Nadie
y como una mancha en el tiempo
avanzamos con la anónima serenidad
de los condenados al olvido,
guardarnos un secreto
enterrado en la saliva
que es la tinta de nuestra historia.
JAGUAR QUE SUEÑA CON LA POESÍA
En mi cabeza tuve pájaros,
sobre mis piernas un jaguar.
El canto del Usumacinta - CARLOS PELLICER
I
En un rincón del bosque tropical,
oculto entre el alto dosel,
debe estar durmiendo un gran jaguar.
Lo arrulla el gorgoteo de la lluvia mañanera
y un coro de croares en éxtasis.
Sobre las ramas,
danzan los esqueletos de quienes fueron sus presas
rindiendo tributo al Señor de las Sombras,
última cosa que vieron en vida.
Hacen ronda en torno a su cama de hojas
dejando escapar un tintineo de huesos que chocan,
desnudados ya de carne por las hormigas y los escarabajos
volverán a su tumba vegetal
cuando la penumbra regrese y el cazador despierte.
El jaguar es un fantasma entre los bejucos,
un relámpago de tiniebla,
sin ruido ni huellas
solo una promesa de muerte que avanza y acecha.
lverán a su tumba vegetal
cuando la penumbra regrese y el cazador despierte.
El jaguar es un fantasma entre los bejucos,
un relámpago de tiniebla,
sin ruido ni huellas
solo una promesa de muerte que avanza y acecha.
II
Dicen que cuando el jaguar duerme
sueña con un poeta que corre por la selva
con la misma gracia que él lo haría.
El poeta lleva en su pelo
parvadas de pájaros que echan a volar
cuando abre la boca y lanza
estrellas nacidas de su palabra,
que crea y llena de espesura al sotobosque
y de hojas húmedas al suelo,
donde rondan las culebras y crecen los hongos;
palabras que oxigenan las aguas del río esmeralda
en el cual se alimentan los peces
del liquen que crece en las piedras ahogadas.
Un día conocerán la barriga del jaguar
para unirse a su compañía de esqueletos.
III
Y yo te veo a ti Creadora,
con tu cabellera llena de pirangas
mientras que al hacer palabra
destruyes y renuevas el tiempo,
derribas la montaña para alzarla más alta,
y no caminas, sino que vuelas sin poner tus pies en el fango
ni tropezar con la tarántula o quebrar el balance,
traes la tormenta que rejuvenece las raíces
enterradas muy profundo en la tierra
y las inútiles cuentas que hacen los siglos.
Y si así te sueño, Creadora,
debe ser, por tanto,
que yo he de ser ese jaguar
que quizás duerme
llenando sus manchas de madrugada.
Luis Esteban Rodríguez (Turrialba, Costa Rica, 1979) Labora para el Ministerio de Educación Pública. Es el director ejecutivo de Turrialba Literaria. En el 2020 participó del Festival Internacional de la Poesía de Costa Rica, y es productor del Festival Presagio de Fuego en honor al natalicio del poeta Jorge Debravo. Poemas de su autoría aparecen en la antología Voces del vino (Proyecto Palitachi, Nueva York Poetry Press, 2018), la revista Cartago Mío (Costa Rica), la 5ta Edición de la Revista Literaria Come Libros (Costa Rica) y las revistas digitales literarias Altazor de la Fundación Vicente Huidrobro, Raíz Invertida, Norte/Sur, Atunis Galaxy Poetry, Casa Bukowski y Campos de Plumas. En el año 2018 publicó su ópera prima La voz que duerme entre las piedras (Nueva York Poetry Press).