Colección
Tránsito de fuego
Poesía centroamericana y mexicana
(Homenaje a Eunice Odio)
Vol.15
Nueva York Poetry Press
Prefacio
Carolina, escritora y mujer audaz, se asomó hace ya varios años en una ventana de mi computador, con la sensatez que solo es posible cuando la curiosidad es tan sincera que las palabras no saben cómo dormir entre la rutina. Así la conocí, o más bien fue ella, quien me invitó a dar los pasos necesarios para que la poesía, vieja conocida, tuviera aún más amplitud y ecos. Así sensata y atrevida, con todas las interrogantes y las certezas necesarias, escribe Carolina Campos Solís.
Gestar, brotar, nacer, verbos terrenales y femeninos, describen algo que se rompe para dar paso a la vida. Ante el espejo y el recuerdo,Carolina que es magma, se multiplica devenida en partículas como versos. Como la grieta en la pared de donde nace terco y perseverante el helecho silvestre, fractura deseada y sin cura, es el camino al que nos invitan los poemas que habitan este libro. Son una pausa en la cotidianidad para entender desde adentro cómo se transforma la vida mientras la recorremos.
Este poemario es una casa. La autora se ha visto muchas veces las paredes de la piel, y ahora no las rasga, las convierte en nido, espacio que invita al silencio y la calidez. Origen, familia, sexualidad y justicia social no son tópicos del discurso, o las preguntas existenciales de una poética en construcción, más bien forman la ontología de la Mujer Volcán.
Esta ópera prima que pudo ser llamada de tantas formas, es sencilla, no se ocupa de las pretensiones y nace, se mira a sí misma y toma su lugar naturalmente. Mi invitación a leer el libro es subjetiva y no tan hermosa o exhaustiva como debería, se escribe como Carolina me ha enseñado a transitar: desde la admiración de colega y el amor de amiga.
¡Provecho! estimadas y estimados lectores.
Silvia Elena
Pérez Zeledón, 2021
AUTORRETRATO EN TRES TIEMPOS
I.
Soy demasiado humana
ante los abismos más fuertes
mamá es todavía remedio infalible
y maga espanta infiernos
II.
Papá me enseñó a querer los abejones
cómo se quieren las lluvias de mayo
por su vocación anual
Así quiero las cosas que me visitan por temporadas
las frutas, las dudas
y mi sangre paralela a la luna
A veces me quiero yo por temporadas
como quien celebra la llegada de los insectos
honrando su ciclo de vida
Papá me contó que no estaban hechos para volar
yo, amparada al celofán de su magia, creo
que los abejones sembraron sus propios mitos
y entonces así
volaban
III.
Me construí explorando los canales de la piel
me crecieron las manos, jugaron con barro y con madera
buscando el cielo las volví hacia adentro
y me abrí túneles que bordearon la censura
mujer laberintos
Soy todos los fragmentos
que recogí en el camino
para reconstruirme desde los pies
hasta el vientre
MIS PIERNAS SE HAN CUBIERTO DE HERRUMBRE
I.
Encallé
con surcos en la espalda
y memorias tejidas por sangre.
Aprendí propios los vacíos de mamá;
ahora me raspo las heridas
mi lengua las barre,
invocando la saliva redentora.
Distingo a lo lejos los dolores de papá;
veo su ternura reducida mientras
lucha;
finge que no duele.
II.
Mientras las olas tocan mi piel
quisiera contarles que mi cama
está hecha
mis sueños impecables
mis articulaciones libres
de la culpa que grita el mundo.
Pero el útero me palpita
y reclama las mordazas
de los fármacos,
los prejuicios,
y todas las veces
que no hablé.
III.
Mientras las algas llenan mis poros
intento encajar versiones
de mí misma en un solo cuerpo,
No sé
cuáles sobrevivirán
pero sé de algunas
que estoy dispuesta a salvar.
IV.
Cada vez que veo la luz
me inclino y
beso mis propios pies,
que me trajeron a la orilla.
Inmóvil.
el aire de mi nariz infla burbujas en la arena.
Encallé
pero cultivo adentro
la resurrección.
EL SILENCIO HA TRAÍDO A MIS MUERTAS DE VUELTA
Veo a la primera en el sillón
un partido de la Liga
la intro latina del ranger de Texas
(¿cuáles fueron los amores platónicos de sus abuelas?)
olor a plátano horneado
canela
miel
a eso huelen
las tardes del ‘93
donde me enseñó a leer
Le hablo:
ahora entiendo tus horas de soledad
la taza huérfana que dejabas en la pila
cuando el resto de la casa estaba dormida
ahora esa taza amanece en la mía
sin ningún accesorio que desmienta
que solo la gata me acompaña
quiero alcanzar tu pelo
platinado Fancy-Full #42
que traías de la frontera
pero mi brazo es un péndulo en el aire
(ya nadie invoca santos)
Veo a la segunda en mi habitación
se dibuja tortugas en los hombros
y redes en el pelo
olor a té de hierbas
madera con
limón
(ya nadie cose parcelas en el Río Estrella)
Quiero hablarle
no la alcanzo
la casa vacía enterró las palabras
Aquí ya no entra ni sale nadie
solo las muertas que me ha traído el silencio
La primera ahora prende una velita
y con las cabezas suicidas al borde de la cama
la segunda y yo
fumamos un joint
Carolina Campos Solís (Costa Rica, 1988). Es la segunda de cuatro hijas de una mamá mexicana y un papá costarricense, y la compañera orgullosa de Celia, su gata negra. Leer ha sido parte de su vida desde que aprendió a hacerlo, pero no se supo poeta hasta que en 2018 empezó a incluir la escritura en su vida cotidiana. Entonces descubrió una herramienta de catarsis e introspección cuyos efectos solo había experimentado, de forma similar, practicando yoga. La poesía ha sido sanadora y transformadora, así como acompañante del proceso de reconciliación con su niña interna. Compartirla ha sido un ejercicio de vulnerabilidad que encuentra su máxima expresión en “Helechos en los poros”. Además de poeta, Carolina es internacionalista y gestora de proyectos. En 2018 presentó sus textos, por primera vez, en los talleres del Laboratorio Popular de Literatura. Posteriormente, empieza a ser invitada a recitales y a conocer más sobre la vida poética de su país. En agosto del mismo año, realiza su primera participación en la Feria Internacional del Libro (Costa Rica), en la presentación de la Antología de Nueva Poesía Costarricense, Certamen Desierto (Editorial Fruit Salad Shaker). En 2019 vuelve a la Feria Internacional del Libro con la puesta en escena de poesía performática “Lámparas”, al lado de las poetas jóvenes con quienes más tarde fundan Colectiva Jícaras. Sus compañeras Jícaras han sido fundamentales en el camino de la poesía y desde ese espacio sigue creando arte, cultivando sororidad y moldeando constantemente su feminismo. La poesía de Carolina ha sido publicada en revistas digitales como Liberoamérica, Campos de Plumas (México), Oxímoron (Bolivia) y La Libélula Vaga (Suecia); también en la antología digital de poesía Nueva poesía costarricense y en la antología de la Colectiva Jícaras Atemporal. Además, ha sido participado en el Festival Nacional de Poesía de Costa Rica (2020), así como en el podcast latinoamericano de poesía “Tufillo de poeta”, que se graba en la ciudad de Nueva York, y el podcast City Voices de Nueva York Poetry Review.