BUSCO A MIGUEL VASQUEZ SILVA
a los que desaparecen,
a los que esperan,
a los que usan un cartón como armadura
a los que buscan empleo,
a los que no tienen para pagar la renta,
a los que van a pie
conectando sus pies con los hilos del abismo
y las estrellas.
Este es el primer viaje,
aquí el almuerzo es yuca de corteza negra
y agua de cedrón hervida;
estamos en el restaurante modesto de una calle desierta
y en esta mesa
los platos son círculos de plástico
que se deslizan con olor a carne de vacuno.
Pero de nada sirve comer
si se piensa en los ojos vacíos de algunas vacas.
Cada vez que veo los ojos vacíos de los uniformados,
pienso en las vacas detenidas en la oscuridad de los galpones,
-algo deben sentir,
algo debe sucederles en ese cuerpo, erguido,
con la mirada tan vaciada, que se vuelve cóncava-.
Pienso en el sonido eléctrico de la máquina
que tritura la carne,
en cuánto comeremos
antes de que la gran máquina haga su trabajo
y nos aplaste una mora en la frente,
o nos estalle una bala sanguínea
en el borde florecido de la boca.
Caminé casi a diario junto a la faenadora,
conozco el sonido de las Holstein
cuando son solo una constelación de material despostado,
y he comido
mirando el rastro de sangre bermellón en la baldosa.
El mercado es un escaparate con ganchos de metal, sí;
y también la apología de la violencia.
Somos agujeros dentados,
o tal vez solo lumínicos letreros neón
que anuncian el deseo
como si fuese una bocanada de agua a la mañana,
pero algo hacia dentro se nos rompe
y la luz módica se apaga de a poco.
Descender, entonces,
es el camino más lento.
De Matar a un conejo
ENSA YO - CON UN CONEJO
+de cuando éramos muros
y un par de niños cubrían el infinito con sus manos
Deconstruir el cuerpo es:
A.- hacer en la piel una mancha/
A.a.- hacer en la piel una mancha púrpura/
A.a.2 .- hacer en la piel una mancha púrpura diminuta/
Deconstruir el poema
es más que hacer la ridícula
descripción de un hematoma/
Construir es dejar una mancha en el muro llamar a esa
mancha: poema
y llamar MUNDO al
muro/
De Matar a un conejo
ONIRIA
Sueño con la fiereza del oleaje.
Hay signos azules de violencia debajo de mis ojos.
No quiero decir, quiero insinuar.
Me atraviesa la ciudad de piedra. El ruido imita el
sonido del agua. Me atraviesa el
río. El ruido
se cierne azul eléctrico. El ruido imita la
arquitectura del viento. Yo no bebo el cáliz de lo
absurdo. Yo no bebo absenta. Bebo agua de
cedrón. Yo vivo el luto del tiempo. Pero dices Vos
no serías Palacio ni aunque un gusano te
atravesara vulgarmente la vulgar cabeza.
Hija del tiempo. Hija marico.
Hija de puto.
Usted no escriba. Hable con la gente.
Camine a casa y bébase la cara del cielo
De Matar a un conejo
TU NOVELA
Tu novela soy yo preparándote la cena con la torpeza de la mano
que empuña un cuchillo a la luz blanda de las seis de la tarde,
yo sirviéndote carne dorada en aceite de olivo,
tú diciendo que mis manos blancas enardecidas como nardos
sobre el fuego poco importan.
Eso es tu novelita, agarrarte a mis pechos con la boca entreabierta
y copiar hábilmente lo que digo en tanto la violencia cadenciosa de
vivir nos atraviesa la carne con un palillo de madera.
La ansiedad agazapada de tus manos solo me deja pensar
que mi vientre es humo
y mis ojos no son más que el espejo cóncavo
donde los huesos de la espalda se arquean para sodomizarse.
Quizá, tu imagen rompiéndome una y otra vez hasta el hartazgo
sea la isla de luces que muestro aquí.
Inédito
Andrea Rojas Vásquez (Ecuador, 1993). Escritora y gestora cultural independiente. Sus textos se encuentran publicados en medios digitales e impresos de su país y Latinoamérica. Integra las antologías “Caballos Nacidos Del Polvo”, (2019) y “El vuelo más largo. Poesía hispanoamericana”(2020). Obtuvo la mención honorifica del Concurso Nacional Ileana Espinel Cedeño (convocatoria 2019 y convocatoria 2020). Matar a un conejo (2020) es su primer libro publicado.