RECOJO CON DEVOCIÓN LA FLOR LASTIMADA
jirones de piel partida
magulladura
restos hincando en la sequedad
mi cuerpo hecho de partes
todo un tejido de fibras dolorosas
retazos que encierran pústulas inentendibles
hay líquenes enrojeciendo las comisuras
se expanden por dondequiera como un presagio
y como un hilo de seda
me atrapan
se encogen sobre mí
en su intento de ovillarse
ESTA DOLENCIA MÍA QUE AVANZA
que no se detiene
la que en su paso esconde algún delirio
la que quiere dejarme
destruir lo amado
pero yo soy un lago de moluscos invisibles
su relieve y su luz
empeñada en retener el sueño aun no concluido
soy también el tajo quebradizo
por donde existo
la suave curvatura de las grietas
A VECES DISTINGO
la pesadez del grito
atravesando la orilla de mi cuerpo
el ahogo de la carne
sus lascivos temblores
lo blando de la forma
volviéndose otra forma sin razón aparente
en la insólita cimbra algo surge
como surge inmediato el recuerdo
dejando su arista contra mí
contra este malestar interior que no sé cuándo termina
distingo también las veces
las múltiples veces
en su contradicción
el modo en que destroza sus propios límites
Inéditos
Y AHORA
que son muchos los años
y pesan
recoge tus redes
no habrá más pesca
solo barcas
idas al mar
a sus naufragios.
SOMOS
agua clara
después del llanto
vaho fino que rezuma
imposible sueño de insomnes
boca que persigue
sin miedo
otra boca.
ALGO
se lleva
el agua
de las piedras
musgos ciegos irredentos
arrasan
al filo
del ojo.
De Silabas sin ruido, 2017
Janeth Toledo Vintimilla (Ecuador) Estudió literatura en la U. de Cuenca. Hizo talleres de poesía en la Escuela de Escritores en Madrid. Publica Silabas sin ruido en 2017, libro que alcanzó la primera mención en el Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade, Municipio de Quito. Su segundo libro, permanece inédito. Tiene poemas publicados en algunas revistas digitales.