CAMINAR POR BEIRUT
es recorrer en silencio
las propias ruinas
retomar el cuerpo
que fue de otro
y hacerlo mío
buscar al padre
y sentarse
sobre su ausencia
caminar por Beirut
es reconocer gritos
recordar mis muertes.
¿DÓNDE QUEDÓ EL CENTRO
dónde el este y el oeste?
¿Cuáles son los lados de tu cuerpo?
¿por dónde comenzar a quererte?
Y DE ENTRE LOS MUERTOS CRECIERON OLIVOS
como si la ceniza fuera tierra
y el polvo alimento
Y de entre los muertos
la memoria del cuerpo recupera su movimiento
se levanta de la cama revuelta
cubre con las sábanas sus llagas
De las heridas que dejaron los muertos
cae la piel despellejada
Del semen de los muertos
la muerte necesaria
De la muerte de los muertos
la saliva del agua
De la noche de los muertos
el sol calcinado
Y de entre los muertos
los pensamientos del cuerpo se agitan en el vientre
para reconstruir el deseo
La lengua lame lenta los miembros rotos
El cuerpo es árbol sin brazos
entreteje sus raíces por dentro
De la vida de los muertos
las más hondas caídas
Del recuerdo de los muertos
sueño y olvido.
DEL MAR. SEMILLA
De las olas del mar. Pasos y caídas
De la espuma del mar. Mis remolinos
Del verde del mar. Nostalgia
De la resaca del mar. El tiempo atorado en el vientre
Del silencio del mar. La palabra
Del sonido del mar. Silencio
Del camino del mar. Mis raíces de arena
Del cuerpo del mar. El otro
Del fondo del mar. Los caracoles perdidos
En los brazos del mar. Mis sueños
En los sueños del mar. Mis muertos
De Beirut o de las ruinas (Margen de poesía, 1998)
TU HISTORIA ES COMO LA NUESTRA
Conoce sus heridas y sus partes huecas.
Como mis silencios
como la hora entre la luz y el insomnio
como la distancia entre nosotros
como tu nombre
¿Quiénes somos ahora?
¿Conversaciones detenidas
o el silencio
en una casa que ya no es nuestra?
¿Para qué volver atrás?
A tu infancia repartida
entre tierras asoleadas
y pisos de losas negras.
¿Para qué volverse
una vez más hacia las ruinas?
Adentrarse en el desierto
con sed infinita.
(Añoro las tardes frente al mar
a la hora del rezo.
La ciudad abierta, el café blanco
y a aquella mujer.)
Hoy somos otros.
Y no hay mar
ni paisaje que reúna.
Ya la memoria está cansada.
Y otra es la casa.
De Otra es la casa (UAEM, 2000)
ENLOQUECE UN HOMBRE porque aquel desconocido debajo de su huella deja una colilla (voy a dejar de fumar dices) en una tierra que no es la mía vine a enterrar a la hermana de mi padre cargamos su cuerpo del altar hacia la luz brillante del cielo claro y así sin permiso del padre minúsculo diminuto tan pobre en su perdón una bendición fulminante y rotunda como tu vida iluminó el miércoles de ceniza
Después vino la semana santa torbellino y la necesidad de escoger un cuadro un libro y mi padre aferrado a las fotos a las cartas a los secretos tantas veces repetidos en voz alta como la amargura de mi abuelo los innumerables viajes hacia los países cálidos —casi una adicción, como el sol— como la casa de tu infancia y esas tacitas bretonas llenas de agua en los rincones como yo para beberse la sed de la madera para que los muebles cumplan su destino de mudarse de un lado al otro de la tierra hacia el mar y aún más lejos
Vinieron también los hermanos de Emaús y la hija de la portera que hubieras querido tanto de tu sangre con tu nombre y apellido o tu collar de perlas
Enloquece mi padre de tristeza se encabrona frente a su hija torbellino que respira entra sale baña su luto en tinas ajenas o que simplemente sale a respirar a comer helados de vainilla porque ella también lleva el hambre en esa bolsa nueva azul herencia de sus ojos cielo atormentado desde antes desde la guerra como el mar que se llevó a su padre hacia el norte porque también lleva (al menos eso cree) ese vacío en sus entrañas
La mujer de mi padre acomoda caja sobre caja mantel sobre mantel comida sin cazuelas y la cabeza de mi padre —no puedo más— dice como yo también diría he dicho tantas veces y luego acompañarse por las calles que bajan hacia el lago donde se estancan los temores de la media tarde y el respeto hacia el hombre de dios que juzga en su nombre sin misericordia a vivos y muertos
(Voy a dejar de fumar pienso mientras mi lengua juega con lo que queda en el cono y respiro a la mitad de un padre nuestro)
Tus amigas entran y salen como si estuvieran de fiesta brindamos acaba de entrar tu fantasma como el vino blanco entra en mi cuerpo como un extraño como yo como un extranjero (me imagino acompañada de mis hermanos) imagino que no estoy de nuevo en una casa fría como el mar adriático
Enloquece mi paso me pierdo en esta ciudad que no reconozco y a la que no pienso volver a lo lejos en medio del lago encallada en un pedazo de asfalto sobresale la carpa del circo nos enfilamos todos (al menos me creo eso) mientras camino de regreso hacia el sol que me espera a la mitad de la arena colgado de ese trapecio a punto de convertirse en columpio
De Los emigrantes (Écrits Des Forges-UAM, 2007-2015)
EN EL DESIERTO DONDE TODAVÍA VIVES
aparece intermitente la casa amarilla
ventanas grandes y puertas abiertas
simulan siempre
un jardín circular de cerezos
donde pájaros y aves de plumas rosas
a veces cantan para ti
(no es que las ventanas estén cerradas
es que el aire no entra ni sale)
no son mis piernas las que te llaman
es mi vientre
eje de mi cuerpo
que me sostiene que te sostiene
en medio de un jardín que imaginábamos afuera
lejos verde también rojo a veces
lejos del desierto
yo también escucho los rosarios demenciados
que todavía por las madrugadas te acosan
eco de un pasado que aún no termina
enarbolan la torre, se enredan
como hiedra enferma
plaga casi invisible aprieta
imperceptiblemente aprieta
De Metonimias (inédito, 2009)
A MI CASERO SE LE OCURRIÓ [TODAVÍA EN PLENA PANDEMIA] en un mercado voraz y escaso, vender su propiedad. Hemos sido puntuales con las rentas, no hacemos mucho ruido [salvo cuando discutimos de política y elaboramos sobre algún concepto filosófico como por ejemplo “romper platos”]. Gentrificación le llaman los expertos, la ley del mercado [quiero evitar esa palabra tan sobada llamada “capitalismo” o peor aún “neoliberalismo” hay que llamar a las cosas por su nombre: chingadera]. Estamos por vacunarnos ¿puede esperar? mi hija tiene asma/ yo angustias antes de que entren las hordas a toser en nuestros espacios en el aire que todavía respiramos [no es que sea una tremenda leona territorial —¿o sí? — desde niña me identifico más bien con las avestruces o las tortugas] tu contrato vence en abril nos dijo sin posibilidad de diálogo ser compita no lo hizo más “humano” la empatía no sabe de nacionalidades lo “humano” también significa: ojete intransigente egoísta [si fuéramos animales todo sería mucho más violento más corpóreo —o no— mordería si se acercan demasiado a mis crías] [ten cuidado rabo verde] La lengua: este sistema de signos en el que no nos entendemos este pedazo de papel con tinta negra llamado contrato podríamos todavía negociar algo porque no nos entendemos
Inédito (2021)
Gaëlle Le Calvez (París, 1971) es académica, editora y poeta. Doctora en Letras Hispánicas, magíster en Letras Mexicanas y licenciada en Letras Latinoamericanas. Su investigación explora las intersecciones entre literatura, teoría y escritura contestataria en México del siglo XX y XXI. Ha sido editora de las revistas culturales Hiedra Magazine, Chilango, Dónde ir, alógeno, Origina. Ha publicado poesía, crítica y ensayo. Entre sus publicaciones destacan Beirut o de las ruinas (1998), Otra es la casa (2000), La isla más alta (2004) y Los emigrantes-Les émigrants (2014). Fue becaria del FONCA en poesía (Jóvenes Creadores 2004-2005) y en el área de Coinversiones Culturales (2003). Desde el 2007 colabora en la revista Letras Libres.