SER INFINITIVO
Ver, oír, palpar, quizá sangrar.
Reír, llorar, adelgazarse, quizá volver.
Dormir, soñar y peinarme, quizá envejecer.
Volverse uno de espaldas,
trancar la soledad con más de ti.
Esperar, auscultar, quizá cantar,
entorpecer la voluntad, acarrear la fe,
manejar el estrés,
desintoxicarme de ciudad.
Acaso ser el soberano de los azules imposibles.
Caer y doblegar la ansiedad y levantarse,
Poner los nudillos en el rostro de alguien
o besar y besar
hasta que se te suban los espasmos.
Amanecer, anochecer, ser uno más:
un camino difícil de sesgar.
Ser tan solo infeliz o reír a carcajadas,
granjearse la amistad de los ausentes,
arremolinarse, conceder, ser
ese desconocido, un extranjero pobre,
un Caín arrepentido, un guerrero miedoso,
un sabio desmemoriado, un comediante inocuo,
el trágico burlado, la servidumbre entera
de una mansión ya desolada,
uno más del ejército de los desempleados,
ser o no ser, sino estadística,
actor a la deriva, poeta inédito,
ratón de biblioteca,
voyeurista empedernido
o travesti pudoroso.
Callar, decir la misa,
volver a piropearte,
bajar por tus cabellos,
morir en tu cintura,
desafiar en fin la gravedad, ser ese grave,
ese sombrero,
ese oscuro que no sabe adónde irá,
quizá la luz que transgrediste
para unirme con la sed de tus dos labios.
Mírame, ríñeme,
no me deseches. Se oclusiva
y verosímil, esperándome.
No exhibas la tristeza sino la transparencia,
la del vino, la del cielo,
la llave que nos lleva a la lujuria.
Amar, amar... quizá sangrar.
De Hoja de afiliación y otros clisés, 2015
CARTEL
A Laureano Albán, maestro,
que entraba con sus libros a otros mares, pero se devolvió…
Y siguió cantando.
Deja en el poema un verso como un bambú,
que se doble pero que no se quiebre,
que aúlle como un lobo,
que cruja como si doliese,
que sea un latido, que sea un latido.
Deja en el poema tu pálpito como un bambú
que cuando intrincado pase
parezca que viaja el agua entre las piedras.
Deja en el poema una lágrima
sobre una cuerda floja que nos recuerde
que somos aire, que somos viento,
como un quijongo, como un bambú.
No pidas permiso al municipio
para pegarlo en el poste de la ciudad,
tan solo deja que mire absorto
como lo miran los ojos nuevos.
Deja en el poema una gota de sangre
que se resbale, que se deslice
entre la noche.
De Herida de agua
APUNTE PARA UN GRAFITI
I
Yo certifico que la realidad va por dentro,
como por los muros de mi ciudad
van tus ojos
empujando la tarde
hasta deshacer las aceras.
II
COLOQUIO DE AUSENCIA SIN CERTIFICAR
Mas ya no certifico tu ausencia.
Porque al acostarme estás conmigo:
tú hueles en mi almohada
a los jardines,
hueles en las fundas
a los ríos y sus piedras
alargando las orillas.
Hueles en este balcón pequeño
al aire de la luna
que se mete toda por los huecos
de mi ínfima saliva.
Y es tan fuerte tu pálpito que sangro
de saber que te fuiste por rendijas,
una tarde que ni siquiera pude acompañarte,
en un taxi, en un vuelo, en un horcón,
dejando en papelitos las instrucciones
precisas de tu ausencia.
Y saber que te tengo y no te tengo,
es importante porque estás conmigo,
con tu blusa, tu esperanto, tu locura
y ese silencio que nos huele a última metáfora.
Ánfora esperada, cuando llegues
sólo tienes que llenar los mismos aires.
El mismo jarrón de tu entusiasmo,
el silencio del beso que reúno.
De Apuntes para un grafiti, 2013
ESENCIA EN NEGRITUD
A Oscar Federico Castro, a Henry Rojas, a All Robinson y a todas las voces que resuenan en éstas.
Puede nacer la esencia en el opaco estero,
por el desfiladero de la angustia reptar,
por estos mismos andrajos del cieno.
Pero ha de abrirse urgente
la luz secreta, la revelación
que dicta su metáfora de sombras
alargadas, al unísono con el aire
para ser de todos,
todos,
todos.
El faro lanza los caminos.
Un pordiosero desfachatado
insulta a una muchacha
mientras otro abre el poema
sobre la trascendencia.
Y la negritud se vuelve en todos los colores
luminaria esencial.
Es la marcha del sueño:
Oscar Federico y su duende
señalando lo que fue su lecho de piedra
durante diecisiete andrajos.
Martin Luther King y su reiteración de sangre
enarbolada está en la radio
cincuenta años después sobre la vida.
La justicia deshecha entre los caños
de una ciudad atroz aún se postula,
All Robinson vuelve a cantar un blues
que no recuerda en su indigencia.
Henry sin querer transgrede el poema.
Es un pescador atrapado en su red
por la artesana sedienta de sus manos.
Y los peces quizá sean el salto
de un intento falaz.
Una niña se hunde en lejanías con el muelle:
Ella no sabe que aquí la noche acaba,
que viaja inerme esta sorda palabra del olvido,
que no hay paga que valga, solo esta soledad.
Y el albatros de un profeta maldito
da un último colazo de intertexto
a esto que quiso ser un barco,
mientras te venden en la subasta
o sos arrojado por la borda,
por esta orilla de muerte
que regresa a la calma;
un bálsamo de cieno te levanta.
¿Quién profanó las sombras
que se alargan…
que nunca dejaron de soñar un puerto,
una ciudad sin mar,
una muchacha ebria en la avenida?
De Los últimos cuervos, 2018
DIVERTIMENTO EN JIRAFA MAYOR Y EN CLAVE DE RELAMIDO
Que no le estiren tanto el cuello al cisne,
poetas vanguardiolos y malditijos,
soldados de contestaria saliva,
pues la jirafa podría resentirse.
Es tan altiva,
tan buena madre,
intrépida buscadora de cogollos
en altura, que los pequeños dioses
de un rebaño de trampas antiestéticas
podrían de pronto reventar esas orillas
por donde pasa el Diablo haciendo malabares
y Dios escondido en su ínfima tragedia.
No estirés tanto el culto a lo prosaico,
ni caigás, cagadito, al denuedo, a la diatriba,
que también en la selva y la llanura
hay postulados de sed a la belleza,
aunque Darío, decadentista ya,
se esfuerce en símbolos atávicos.
Huidobro invente las poleas y las hélices
para ahuyentar las bestias del Parnaso
y Mallarmé se quede sin puntuales
puntos que puntúen
el eco disfrazado de una cierva
que corre parejas con el viento,
como corriese otrora el hipógrifo ventoso.
Abrazos, Namasté, ya me despido.
De Cabos sueltos,2020
Ronald Bonilla (Costa Rica). Ha sido merecedor de diversos e importantes reconocimientos literarios nacionales e internacionales, con una vasta obra publicada entre la que destada: Viento Adentro (1969), Las manos de amar (1971), Consignas en la piedra. (1974), Manifiesto trascendentalista y poesía de sus autores (1977), Soñar de frente (1978), Un día contra el asedio (1999, Porque el tiempo no tiene sombra (2001), A instancias de tu piel (2002), La ciega certeza (2005), Después de soñarte (2008), Sed de otras piedras (2012), Apuntes para un grafiti (2014), Hoja de afiliación y otros clichés (2015), El libro del (buen) (2016), Los últimos cuervos (2018), Recurso de amparo (2019).