22 Nov 2024

318. POESÍA COSTARRICENSE. RONALD BONILLA

-03 Oct 2021
Poesía

 

SER INFINITIVO

 

Ver, oír, palpar, quizá sangrar.

Reír, llorar, adelgazarse, quizá volver.

Dormir, soñar y peinarme, quizá envejecer.

Volverse uno de espaldas,

trancar la soledad con más de ti.

Esperar, auscultar, quizá cantar,

entorpecer la voluntad, acarrear la fe,

manejar el estrés,

desintoxicarme de ciudad.

Acaso ser el soberano de los azules imposibles.

Caer y doblegar la ansiedad y levantarse,

Poner los nudillos en el rostro de alguien

o besar y besar

hasta que se te suban los espasmos.

Amanecer, anochecer, ser uno más:

un camino difícil de sesgar.

Ser tan solo infeliz o reír a carcajadas,

granjearse la amistad de los ausentes,

arremolinarse, conceder, ser

ese desconocido, un extranjero pobre,

un Caín arrepentido, un guerrero miedoso,

un sabio desmemoriado, un comediante inocuo,

el trágico burlado, la servidumbre entera

de una mansión ya desolada,

uno más del ejército de los desempleados,

ser o no ser, sino estadística,

actor a la deriva, poeta inédito,

ratón de biblioteca,

voyeurista empedernido

o travesti pudoroso.

 

Callar, decir la misa,

volver a piropearte,

bajar por tus cabellos,

morir en tu cintura,

desafiar en fin la gravedad, ser ese grave,

ese sombrero,

ese oscuro que no sabe adónde irá,

quizá la luz que transgrediste

para unirme con la sed de tus dos labios.

Mírame, ríñeme,

no me deseches. Se oclusiva

y verosímil, esperándome.

No exhibas la tristeza sino la transparencia,

la del vino, la del cielo,

la llave que nos lleva a la lujuria.

Amar, amar... quizá sangrar.

 

De Hoja de afiliación y otros clisés, 2015

 

 

CARTEL

A Laureano Albán, maestro,

que entraba con sus libros a otros mares, pero se devolvió…

Y siguió cantando.

 

Deja en el poema un verso como un bambú,

que se doble pero que no se quiebre,

que aúlle como un lobo,

que cruja como si doliese,

que sea un latido, que sea un latido.

 

Deja en el poema tu pálpito como un bambú

que cuando intrincado pase

parezca que viaja el agua entre las piedras.

 

Deja en el poema una lágrima

sobre una cuerda floja que nos recuerde

que somos aire, que somos viento,

como un quijongo, como un bambú.

 

No pidas permiso al municipio

para pegarlo en el poste de la ciudad,

tan solo deja que mire absorto

como lo miran los ojos nuevos.

 

Deja en el poema una gota de sangre

que se resbale, que se deslice

entre la noche.

 

De Herida de agua

 

 

APUNTE PARA UN GRAFITI

 

I

 

Yo certifico que la realidad va por dentro,

como por los muros de mi ciudad

van tus ojos

empujando la tarde

hasta deshacer las aceras.

 

 

II 

 

COLOQUIO DE AUSENCIA SIN CERTIFICAR

 

Mas ya no certifico tu ausencia.

Porque al acostarme estás conmigo:

tú hueles en mi almohada

a los jardines,

hueles en las fundas

a los ríos y sus piedras

alargando las orillas.

Hueles en este balcón pequeño

al aire de la luna

que se mete toda por los huecos

de mi ínfima saliva.

Y es tan fuerte tu pálpito que sangro

de saber que te fuiste por rendijas,

una tarde que ni siquiera pude acompañarte,

en un taxi, en un vuelo, en un horcón,

dejando en papelitos las instrucciones

precisas de tu ausencia.

Y saber que te tengo y no te tengo,

es importante porque estás conmigo,

con tu blusa, tu esperanto, tu locura

y ese silencio que nos huele a última metáfora.

Ánfora esperada, cuando llegues

sólo tienes que llenar los mismos aires.

El mismo jarrón de tu entusiasmo,

el silencio del beso que reúno.

 

De Apuntes para un grafiti, 2013

 

 

ESENCIA EN NEGRITUD

 

A Oscar Federico Castro, a Henry Rojas, a All Robinson y a todas las voces que resuenan en éstas.

 

Puede nacer la esencia en el opaco estero,

por el desfiladero de la angustia reptar,

por estos mismos andrajos del cieno.

 

Pero ha de abrirse urgente

la luz secreta, la revelación

que dicta su metáfora de sombras

alargadas, al unísono con el aire

para ser de todos,

                          todos,

                                    todos.

 

El faro lanza los caminos.

Un pordiosero desfachatado

insulta a una muchacha

mientras otro abre el poema

sobre la trascendencia.

Y la negritud se vuelve en todos los colores

luminaria esencial.

 

Es la marcha del sueño:

Oscar Federico y su duende

señalando lo que fue su lecho de piedra

durante diecisiete andrajos.

Martin Luther King y su reiteración de sangre

enarbolada está en la radio

cincuenta años después sobre la vida.

La justicia deshecha entre los caños

de una ciudad atroz aún se postula,

All Robinson vuelve a cantar un blues

que no recuerda en su indigencia.

 

Henry  sin querer  transgrede el poema.

Es un pescador atrapado en su red

por la artesana sedienta de sus manos.

Y los peces quizá sean el salto

de un intento falaz.

 

Una niña se hunde en lejanías con el muelle:

Ella no sabe que aquí la noche acaba,

que viaja inerme esta sorda palabra del olvido,

que no hay paga que valga, solo esta soledad.

 

Y el albatros de un profeta maldito

da un último colazo de intertexto

a esto que quiso ser un barco,

mientras te venden en la subasta

o sos arrojado por la borda,

por esta orilla de muerte

que regresa a la calma;

un bálsamo de cieno te levanta.

¿Quién profanó las sombras

que se alargan…

que nunca dejaron de soñar un puerto,

una ciudad sin mar,

una muchacha ebria en la avenida?

 

De Los últimos cuervos, 2018

 

 

DIVERTIMENTO EN JIRAFA MAYOR Y EN CLAVE DE RELAMIDO

 

Que no le estiren tanto el cuello al cisne,

poetas vanguardiolos y malditijos,

soldados de contestaria saliva,    

pues la jirafa podría resentirse.

Es tan altiva,

tan buena madre,

intrépida buscadora de cogollos

en altura, que los pequeños dioses

de un rebaño de trampas antiestéticas

podrían de pronto reventar esas orillas

por donde pasa el Diablo haciendo malabares

y Dios escondido en su ínfima tragedia.

 

No estirés tanto el culto a lo prosaico,

ni caigás, cagadito, al denuedo, a la diatriba,

que también en la selva y la llanura

hay postulados de sed a la belleza,

aunque Darío, decadentista ya,

se esfuerce en símbolos atávicos.

Huidobro invente las poleas y las hélices

para ahuyentar las bestias del Parnaso

y Mallarmé se quede sin puntuales

puntos que puntúen

el eco disfrazado de una cierva

que corre parejas con el viento,

como corriese otrora el hipógrifo ventoso.

Abrazos, Namasté, ya me despido.

 

De Cabos sueltos,2020

 

 

Ronald Bonilla (Costa Rica). Ha sido merecedor de diversos e importantes reconocimientos literarios nacionales e internacionales, con una vasta obra publicada entre la que destada: Viento Adentro (1969), Las manos de amar (1971), Consignas en la piedra. (1974), Manifiesto trascendentalista y poesía de sus autores (1977), Soñar de frente (1978), Un día contra el asedio (1999, Porque el tiempo no tiene sombra (2001), A instancias de tu piel (2002), La ciega certeza (2005), Después de soñarte (2008), Sed de otras piedras (2012), Apuntes para un grafiti (2014), Hoja de afiliación y otros clichés (2015), El libro del (buen) (2016), Los últimos cuervos (2018), Recurso de amparo (2019).



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