SUPERFICIES
El pájaro intenta
alcanzar al pájaro
que vuela con su nombre
el mar
a esa línea
donde pierde el conocimiento
ninguno retiene su superficie
¿De qué no estamos hechos?
La forma existe
hasta que halle la salida
los límites viajan
la Creación no ha comenzado todavía.
SURFACES
The bird tries
to reach the bird
that flies under its name
over the sea
to that line
where it blacks out
no one retains his surface
What aren´t we made from?
Form exists
till we find the exit
limits move on
Creation hasn´t begun yet.
From Teorema natural Translated by Anthony Edkins
NACIMIENTO DE LA SIMETRÍA
A Osvaldo Torasso
De esas dos mitades sólo una es real.
Hechizada por su aparición
y antes que la luz la disuelva
engendró la otra para verse.
Medio árbol es el que extiende sus ramas para tocarse,
medio hombre el que custodia su propia calavera
y sólo con un ala y un espejo
vuela la mariposa.
Una desesperada volandería de mitades llena de mañanas el mundo.
Siempre que la muerte, que es tuerta,
con su ojo demasiado solitario
no se atreva a mirar,
lo irreal semillará la tierra.
BIRTH OF SYMMETRY
for Osvaldo Torasso
Of these two halves only one is real.
Bewitched by its appearance
and before light could dissolve it
to behold itself it begot another.
Only half a tree stretches its branches for touch,
half a man keeps watch over his own skull
and the butterfly flies
with only one wing and a mirror.
Filled with the word´s mornings a maddened fluttering of halves.
As long as one-eyed death,
its eye too single,
Doesn´t dare look,
the unreal will replenish the earth.
From El amanecido Translated by Anthony Edkins
XVII
A Héctor Tizón y Flora Guzmán
Los hombres —esas horas oscuras—
viven aquí sin llegar nunca.
Sus ojos, sólo sus ojos
anfibios
lamparean al viento.
En el arenal sepultaron su casa
ahí dentro vienen a comer las cobras
mientras ellos, encandilados,
beben el sudor frío
el espanto
de la noche que acampa en el vacío
y se deshuesa
bajo el cielo despegado.
Allí, el tejedor,
a medio enterrar,
intenta detener el médano.
El desierto se deshora y vuelve
como un muerto:
ocupa todo
estando en otro lado.
La superficie teme. Son los finales
el color no hace pie
el polvo es de sonido
el desierto es una enfermedad del espacio
pero en el desierto
el espacio no existe.
XVII
Men —those dark hours—
Live here without arriving.
Their eyes,
only their amphibious eyes
lampen the wind.
They bury their houses in the sandy expanse
and there inside, cobras come to eat
while they, dazed,
drink the cold sweat
the horror
of a night which camps in space
and bones itself
under a sky come unstuck.
There, half-buried,
the weaver
tries to arrest the sand dunes.
Desert is hourless and comes back
like a dead man:
being on the other side
it occupies everything.
Surface is afraid. It´s finals time
colour´s out of its depth
dust´s a matter of sound
dessert is a sickness space suffers from
but in the dessert
space does not exist.
From Baniano Translated by Anthony Edkins
IHLARAVADISI
Sufre el río
cuando cruza el cañón de Ihlaravadisi.
A ese lugar lo devoró la fe.
Todavía se oyen
las uñitas de los suplicantes
el hueserío de las oraciones.
Allí la piedra descendió
a la desamparada enormidad del hombre,
allí se amedrenta el polvo
y se derrocan
sin salvación
las barrancas.
Hay ángeles vivos en los murallones
envejeciendo
en los huecos de las telarañas
y en los nidos vacíos.
Hay penitentes
secos
aguardando el deshielo de Dios.
IHLARAVADISI
When crossing the canyon at Ihlaravadisi,
the river suffers.
A place consumed by faith.
Penitent fingernails
can still be heard
in the rattling bones of prayer.
There, a rock was dropped
on the helpless vastness of man;
there, the fearful dust
and the ravines
overthrown
without salvation.
There, angels live in the walls,
growing old
in the gaps of spiderwebs,
and empty nests.
There are regrets, sinners,
dry,
awaiting the thaw-out of god.
From Tiempos de Europa Translated by James Byrne and Isabella Castañeda Godoy
NUNCA
A Daniel Moyano
Es la misma mosca
bramando
en el mismo verano,
la misma vela temiendo por las habitaciones
y en su horca
el trueno;
el mismo niño ese hombre con el agua al pecho
bajo los cielos asustados.
No hay quietud
la sombra de ese árbol
esta copa de vino
un relincho
esparcen toda eternidad
Tú y yo,
cada crepitación de la vida
y el astro seco
como una máscara
en el vacío
somos infinitos
infinito
cada sollozo
cada paso que das y el que no has dado
y una pluma que cae
y detiene la tierra
y el último estertor
que añade un laberinto.
El hombre
cría un animal, un caballo, un toro,
como quien alimenta a un dios antiguo
hasta que uno de los dos se lleva en los ojos
la extinción del otro
y es lo simultáneo
de la vida y la muerte
lo que tienen de inolvidables.
Cada vez que recuerda
es de nuevo poblaciones
un hombre solo
procreando derrumbes.
Dentro de esos lentos vendavales
resiste
su criatura
emblemática y ácida
como una joya carnívora.
Nada lo contiene
es la misma marea en su antiguo abismo,
la misma inmensidad que expulsan
un hombre ciego
y una mariposa quieta,
la misma lengua
de la piedra haciendo piedra,
del pájaro
llamando al agua,
del trapo que se acobarda
en el cerebro de un loco.
No hay fugacidades
así como el mar día a día
llega, brillante, a su propio funeral
así
no cabes en tu tiempo
tu segundo está lleno de enormes batallas.
En el instante
no hay pérdida ni huida,
de esa breve eternidad
tenemos
la física de la leyenda.
No es el hombre un enigma
es que no hay nadie en él.
Su único don es mundo.
Hay, sin embargo, un sitio que no pertenece al universo
una grieta
que se fuga del mundo
y no retorna nunca:
y es cuando el hombre sabe que se muere.
Le queda grande la luz,
como colgajos
los días que le faltan,
que reptan dificultosamente
entre los amedrentados muebles del salón
y es inútil acudir en su auxilio
porque él, mudo, frente a una ventana
le ha dado
su palabra
a la muerte.
Ya no oye
los nombres de su vida lo han abandonado
son como piedras
ahogadas
en los arenales
de su alrededor.
Mientras el salón se desordena
en una meticulosa desesperación
todo lo que lo rodea intenta un arco
que desciende y no cae
un hueco que sobresalga
una señal que lo ocupe
antes que no le quede nadie
pero él no tiene dónde
es la frontera.
Asilado en su nombre
absoluto en el sillón
discontinuo
fuera de la naturaleza
uno lo llama y gira la cabeza y nos mira
mientras el pasado lo deshora
y torna, último, a la insolación,
a fijar sus ojos
antes de que la ventana se desclave
mientras el mundo se va de su cerebro
como una luna lenta.
El muerto
difunde su instante profundo
desde lejos mueve una hoja, vuelca un vaso,
abre una puerta sin viento
para despedirse,
asola
con desahuciada luz
las poblaciones de sus cinco sentidos
y le devuelve
a la amada una tarde,
la sangre al hijo,
el hueco a la madre,
restituye su nombre al enemigo
toca, todo su deseo toca los desalmados
cabellos
de su mujer dormida,
entonces los objetos
sollozan estériles futuros
y la casa de llena de asfixia y tempestad,
de premoniciones.
De pronto
todo cesa.
Y es él, cayendo en otra latitud,
esa gota desorientada en el borde de la mesa,
es él
insepulto
en esa mariposa
diciendo adiós
a su propia forma.
Lo sentirás ensordecer
con su ala de harapo
la levedad del mundo
vagar como un pez
perdido en la luz del espejo
desahogando
su insondables ropas
de finado
sabrás que estuvo
porque el día que adviene
no tendrá presente.
¿Cuál será, ahora, su comarca?
¿La desazón de la luz,
la luna enferma dentro de las habitaciones,
un basural, sin recordar,
huyendo?
Vengo llovido
por sus aguas seniles y brillantes
han ahorcado
con sus inversos
sietemesinos
aires
las hojas del árbol de mi casa
me han soltado
vacas en pena
como muebles amarillos
en el corazón.
Huero y sagrado
soy el cubil
la boca de salida de mis muertos.
NEVER
for Daniel Moyano
The same fly
howls
in the same summer,
the same fearful candle moves through the room,
and in the gallows
thunder;
the same boy, a man with water up to his chest,
under terrified skies.
There’s no stillness
the shade of the tree,
a glass of wine,
and a whimper
spreads over eternity.
You and me,
every crackle of life
and every dry star
like a mask
in emptiness.
We are infinite,
infinite,
every sob
every step taken / untaken
a feather that falls
stops the earth,
and a last breath
opens a labyrinth.
A man
raises his animal, a horse, a bull,
like someone feeding an ancient god,
until one steals from the other’s eyes
extinction.
What remains unforgettable,
is the simultaneity
of life and death.
Every time he remembers the past,
he returns to his community,
a lonely man
birthing landslides.
In a slow gale,
he resists
his creatureliness,
emblematic and sour,
a carnivorous jewel.
Nothing contains him
his tide in the abyss,
it’s the same immensity discharged
by a blind man
or a waiting butterfly,
the same tongue
of a stone creating the stone
of a bird
calling to water
on a cowardly cloth, hiding
inside a mad brain.
Nothing is fleeting,
just like the ocean day by day,
arriving, to shine at its own funeral.
Like this,
you are out of key with your time,
your every second, an epic battle.
In an instant
no loss, no escape,
within the briefness of eternity,
we hold
the physicality of myth.
Man is no mystery,
there is simply no one living inside him.
His only talent is the world.
And yet, there is a place that doesn’t belong in the universe,
a crack
escaping the world
to never return:
and in this crack is when he knows his death.
The light doesn’t fit him,
like large flaps of skin
the days he has left to live,
time crawls precariously
between the shocked furniture of the room.
And it’s useless to ask him for help
because, mute, standing at the window,
he pledged his word
to death.
The naming of his life abandoned,
he no longer hears
like stones
drowned
by surrounding sand.
While the room is disorganised,
meticulously desperate,
everything attempts to surround us like an arch
descending without falling,
a visible hole,
a covered signal
before no-one is left.
But he who lives nowhere
is the border.
Isolated by his own name,
complete on the couch,
broken
outside of nature,
someone calls out to him and he turns his head to look at us,
the past rolls away the clock
and he snaps back, sunstruck
fixing his eyes,
before the window detaches,
the world leaves his mind
like a slow-fading moon.
The dead man
spreading deep presence
from far off; the movement of a leaf,
the knocking over of a glass of water,
the windless opening of a door
to say to goodbye
in hopeless light,
the population of his five senses,
and the return
of an afternoon to a lover,
blood to the son,
emptiness to the mother,
returns his name to enemies.
Desire touches the soulless
hairs
of a sleeping woman.
So, objects
sob with future sterility,
and a house filled with premonitions,
suffocates in a storm.
Suddenly,
everything ceases.
And it is he who falls into dimensions,
a droplet, disoriented at the border of a table,
him
unburied
in the butterfly
parting
its own form.
Sense him deaf
inside a ragged wing,
the world’s lightness
roaming like a fish,
lost in a mirror’s light
venting
endless clothes
of the dead.
You will know he lived
because the day arrives
without presence.
Where is his place?
Itchiness of light,
the moon sick inside bedrooms,
a wasteland, unrecorded,
escaping?
I am soaked
by bright, senile rains.
They hang
with contradiction,
prenatal breezes,
the leaves of a tree inside my house,
the letting loose
of sorrowful cows,
yellow furniture
in my heart.
Empty, holy,
I am the cave,
the exit mouth of the dead.
From Nunca Translated by James Byrne and Isabella Castañeda Godoy
Leopoldo Teuco Castilla (Argentina). En 1976 se exilió en España, perseguido por la dictadura militar. Es autor de 22 libros de poesía, además de diez volúmenes de narrativa y ensayo. Poesía suya se tradujo a diez idiomas y ha sido antologada en varios países de América Latina y Europa. Obtuvo numerosos premios nacionales e internacionales. Sobre su cuento La redada se filmó el largometraje homónimo dirigido por Rolando Pardo.