INMACULADA MORENO: LA TRANSPARENCIA DE LA POESÍA
La poeta española, Inmaculada Moreno, nos entrega instantáneas; brevedad de imágenes de una naturaleza detenida ante el ojo atento. Todo se amplifica en la abstracción de su mirada vertida en la escritura. Nos lleva al detalle, guiándonos por una intensa experiencia perceptiva. La materia y lo efímero se sostienen como algo que podemos palpar en sus versos. Su voz nos atraviesa. En la belleza en esas grietas, que desbordan lo inmediato, escribir se convierte en una impresión fundacional, una revelación, donde sufrimos la luz intensa de la palabra:
…la herida de la luz de un mediodía
entre el follaje denso de los pinos,
su rítmica punzada transparente…
La poeta escribe sin caretas, con sutileza, en una suerte de despojamiento. Canta junto a la niña que invoca, esa niña que fue ella misma y se acurruca de espaldas a la pared aguardando en la noche la promesa de felicidad. Su voz es genuina. En ella, el yo pierde peso diluyéndose hasta cultivar una intención de alteridad que todo lo desborda. La palabra obra otro estadio de entendimiento y confiere existencia propia a la poesía, como un absoluto que se narra, una presencia que está por encima de lo humano, de lo presente. Esta poética lúcida, nos permea en lo íntimo que al mismo tiempo es universal: ese temblor ante el aura de las cosas sagradas. En esa luz podemos entrar como se entra al pensamiento profundo, activando todos los sentidos, despiertos. Porque, para poder conjurar la distracción que envuelve a nuestra especie, debemos liberarnos de nosotros mismos.
Amarú Vanegas
MATERIA INEXACTA
El leve olor a muerte de teatro
en los pétalos secos de las rosas;
el sonido a libélulas cansinas
del aire del verano bullicioso
y su coartada cándida de fiesta;
un azote de blanco en la azotea;
la herida de la luz de un mediodía
entre el follaje denso de los pinos,
su rítmica punzada transparente;
la foto con mi imagen tan ajena
y el dolor impreciso de otra foto;
cierto color; la plaza luminosa;
vencido su rigor de cartulina.
El engaño dorado de lo ausente.
La destreza inexacta del recuerdo.
De Son los ríos (1998)
QUE ES SOLO ANTE TUS OJOS LO QUE HA SIDO
La exacta sombra de la tarde sabes
que fue la conjunción única y breve
de la luz, de tu cuerpo, de esa leve
certeza de no sé qué cosas suaves.
La vida no repite sus enclaves:
ni un trago será igual al que hoy se bebe
ni nunca fue una lluvia la que hoy llueve
y vivir es, en fin, quemar tus naves.
No temas el dolor desconocido
ni esperes disfrutar la vieja renta.
La verdad, cuando llega, es diferente.
No hay mirada que sea equivalente
y es sólo ante tus ojos lo que ha sido,
y mejor cuanto antes te des cuenta.
De Son los ríos (1998)
OSCURECE DESPACIO
Oscurece despacio en este otoño
el murmullo que trae suena a frío,
o a promesa de frío deseado.
De pronto ser de noche sabe a náufrago,
Y de nuevo la niña
Que reclama la luz desde su noche
Se asoma a este presente
Aterida, indefensa,
Igual que un pájaro caído
antes del vuelo. Aún se asombra
porque no entiende nada
y el mundo bulle lleno y ella siente
que es una extraña en él. Se ha acurrucado
igual que entonces en la cama;
la espalda a la pared,
sin atreverse a dar la vuelta
—tal vez así la vida no le embista—.
Hoy pediría, como entonces,
la voz del padre protectora
como escudo que llega de otro cuarto
y le pide que duerma.
“Duérmete”. Y suena a firme
sortilegio que espanta tinieblas
y allana precipicios.
“Duérmete”. Y es la manta
que le cubre los hombros y la acolcha.
De una manera extraña
esa palabra dice todavía
que voy a ser feliz,
y yo le creo.
De Igual que lava oscura (2008)
INVIERNO Y ALEGORÍA
Hoy hace frío y estos hombres
parece que se encorvan levemente
por Dios sabe qué fardos invisibles
—pesa el vacío igual que una derrota—.
Tú los miras pasar como quien sueña,
fantasmales y grises, con el cuello
ligeramente hundido en las solapas.
Durante siglos incontables,
el Ángel del Error nos ha ocultado
la verdad de estos signos, de estas sombras:
cuando el hombre salió del Paraíso
La soledad fue su condena.
De Igual que lava oscura (2008)
HA EMPEZADO A LLOVER
Ha empezado a llover. Ya lo esperaba.
Me gusta ver las gotas que se imprimen
con decisión discreta en los cristales.
—Aquí la lluvia a veces es tan fina
que acaricia las calles
y apenas si dibuja
con puntillismo tenue en las ventanas
paisajes ilusorios—.
Detrás de los tejados está Gales,
la imagino
bendecida de sol por un momento,
como la tuve ayer ante mi vista:
hoguera verde campeando en plomo.
De Donde la hoguera verde, (2011)
QUERIDA MÍA (A MI HERMANA CRISTINA)
Querida mía:
Las noches, sus bandadas
de cuervos y de sueños
aleteando negros y graznantes;
el infierno que es sordo, la locura
ocupando mi frente y la garganta;
las horas como hilos
de arena en un reloj inacabable,
y yo estoy dentro.
Un agujero negro la razón.
la marioneta de mi cuerpo;
el mundo inalcanzable,
tras un cristal blindado;
las palabras que surgen
como dentro del agua,
o las palabras que retumban;
el guiñapo que está
flotando dentro de esa agua;
el aire que se vuelve
un cañonazo, sólido en el pecho;
y ese derrumbe incontrolado
que el esqueleto oculta.
Este dolor sin sitio.
Querida mía:
Nunca nadie más bello y más ausente.
Ahora sé
que durante toda la vida
me ha acompañado el miedo
a que ya nunca más
estuvieras.
16 de abril, 2011
De Donde la hoguera verde (2011)
DESVELO
La transparencia líquida del sueño
Se quiebra con un punto de repente.
La leve mancha negra expandiéndose en sombras
Como gota de tinta en una jarra…
Y es la angustia pequeña que se funde
en un dolor informe y silencioso.
Me ocurre algunas veces.
De Donde está el fuego, II, Cuadernos de Humo, Treinta y dos (2021)
Inmaculada Moreno (El Puerto de Sta. María, España, 1960). Poeta, traductora y crítica literaria. Doctora en Filología Hispánica. Coordinó durante 4 años (desde su creación hasta su último número) la revista Pliegos Sueltos de la Academia, dedicada a la traducción literaria. Algunos de sus poemas han sido musicalizados. Recientemente ha publicado una investigación, fruto de su tesis doctoral, sobre la influencia de T. S. Eliot, en el poeta español Felipe Benítez Reyes. Ha publicado cuatro volúmenes de poesía: Son los ríos (1998), Poemas para sobrinos (2006), Igual que lava oscura (2008) y Donde la hoguera verde (2011). Con este último trabajo ha ganado el XV Premio Internacional de Poesía Antonio Machado en Baeza y ha sido finalista del Premio Andalucía у de la Crítica. Ha llevado a cabo, con una ayuda del Goethe Institut, la edición y traducción de la poeta alemana Mascha Kaléko con el volumen Masha Kaleko, Tres maneras de estar sola (Renacimiento, 2012).