LA VIDA DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA MUERTE
Nueva York Poetry Press. 2021. 141 páginas.
Por MONTSE MORATA
Periodista, profesora universitaria y escritora
No es nuevo que los muertos hablen en las obras del poeta y escritor Rafael Soler. Solían hacerlo hasta las puertas del crematorio, o hasta quedar sepultados en el silencio del nicho. Un silencio que ahora hacer estallar, en diálogo a tres voces, el protagonista de Las razones del hombre delgado, su último poemario, en el que se traspasan los muros de lo deshabitado para escuchar a la muerte como cómplice consejera. Serena compañera que se presenta sin guadaña ni aspereza, que habla sin molestar y sin infundir temor. “Usted merece lo mejor / del perdedor / la ira / del colegial /su limpia envergadura”, se apresura a recibirlo la anfitriona que insta al hombre delgado, si tiene a bien, a buscar acomodo en lo profundo. “LO MÁGICO / es su nueva condición definitiva / guarecido / usted es ahora / el vacío que su cuerpo ocupa”.
Y qué verdad habría de temer el ya finado cuando se ha corrido el telón de lo desconocido. Solo la que pueda decirse a sí mismo el que ahora ajusta cuentas frente a su paciente compañera (“…rasurada el alma / estoy aquí para contarlo”). O la que emana de las palabras que nunca tan precisas vino a decirle su ahora viuda, su lúcida Ofelia despidiendo a “un pájaro con miedo”, a su “enfermo favorito”, sabedora ya de que “nada se parece jamás a lo perdido” y de que “toda voz que canta / viaja del corazón al frío”. Pero en la incomunicación no solo hay razón para el anhelo sino también, a veces, para un halo de ternura (“en un sueño caben todas las palabras”) mientras se ofrece un pulso a la memoria en el destino (“una voz al despedirse / es siempre una canción a oscuras / cosa de dos para el olvido”).
UN LENGUAJE QUE BUSCA SU ECO
Según transcurre el diálogo, monólogo poético interior a tres voces, el muerto se descompone. No rehúye Rafael Soler adentrarse en el terreno de la pérdida del cuerpo, de la transformación y la poesía orgánica de sus versos, que van despojándose de la propiedad material para erigirse en atmósfera afilada, seductora e inquietante (“perder es la manera / de adquirir en soledad una certeza”). A golpe de lo inevitable, de qué sirve ya el lamento, los dialogantes sordos, incomunicados de por vida, se despachan con un lenguaje que, en este caso, lejos de evaporarse, busca su propio eco, quizá lo único que queda (“cierta mi lengua colgante / en el cuarto oscuro”). Aquello que el corazón y otras vísceras aún cuentan (“bastaría un hilo / un hilo de luz para volver / y volvería”), lo que nunca se dijo porque tiempo siempre había cuando todavía quedaba (“los besos que dejaste para luego”).
VIVIR ES UN ASUNTO PERSONAL
La muerte como concepto social y cultural no superado, la incomunicación y la precariedad en las relaciones humanas, que deriva en soledad, en este caso también tras la muerte. Son algunos de los grandes temas que atraviesan toda la obra, narrativa y poética, de Rafael Soler. Con Las razones del hombre delgado va más lejos que hasta ahora y el lector que bien lo conoce tiene la sensación de que hasta aquí el poeta ha dicho ya lo que quería decir. Cierre de etapa, o eso parece, con su sexto poemario al que precede el mismo número de novelas publicadas hasta la fecha. Nada es casual en la obra de un ingeniero literario que persigue trazar en cada libro, con una estructura siempre audaz, la bóveda de una catedral. Confirma la sospecha de fin de trayecto, que no de viaje, el capítulo de Otros poemas (1978-2021) publicados al final de Vivir es un asunto personal, la poesía completa de Rafael Soler hasta el momento publicada por Olé Libros en su colección Vuelta de Tuerca. Un volumen que incluye la publicación de Las razones del hombre delgado y de esos Otros poemas. Un total de 29 estos últimos que vienen a contar lo que entonces o ahora no se dijo, no fuera a quedar algún hilo suelto pese a la quema a la que acostumbra cualquier autor que se precie, acordándose o no del protagonista de La obra maestra desconocida (Balzac). Tampoco es casualidad que aquel relato haya sido considerado la primera obra narrativa en la que es el lector el que debe completarla. Ni que influyera después del modo en que lo hizo en Picasso, que vivió de forma intencionada en el apartamento parisino en el que se desarrolla la historia. También la obra de Rafael Soler apunta directa a la recepción, como si la creación no existiera sin la irrevocable unión del autor y su lector imaginario. “El poema solo termina de escribirse si encuentra a su lector”, suele decir Soler, para quien “un escritor es también, y ante todo, sus muchos lectores, su único lector”. Su principal instrumento: un lenguaje al que le busca los secretos, que exprime sin atajos y sin amantes de una sola noche. Un lenguaje que solo se recorre quemándose en el propio affaire. Como en la historia a tres voces que en Las razones del hombre delgado nos deja su poesía narrativa, rebelde ante nuestro tiempo fragmentario, preguntándonos si la escritura, como la vida, es otra cosa que una cuestión de narrador y perspectiva. Como el punto de vista de la muerte. Una muerte que no es.
Montse Morata (España). Periodista y profesora de Redacción Periodística en la Universidad Complutense de Madrid. Doctora en Periodismo. Premio Extraordinario de Doctorado. Los resultados de su trabajo han sido difundidos en medios nacionales e internacionales. Es autora del libro Aviones de papel. Antoine de Saint-Exupéry, la primera biografía de este autor publicada en España, finalista del Premio Biografías y Memorias 2016 de la editorial Stella Maris. Ha trabajado en una agencia de noticias, prensa escrita y televisión. En los últimos años ha participado en destacados programas de radio y ha colaborado con medios como El País, ABC, ABC Cultural, Mujer Hoy o Fronterad, además de realizar trabajos de divulgación literaria y comunicación como storyteller, creadora de contenidos de valor y promoción de marca.