1.
Hoy me ha dado por pensar que el universo quizá sea
un gigantesco palíndromo y
otra escriba escriba otra
allá lejos lejos allá
o que cada uno somos su centro
y hay un cosmos de centros dentro de cada uno
como palíndromo en verticalidad,
como burbujas en ebullición.
Me chisporrotea la punta de la lengua
y tengo miedo de que se extienda un fuego eléctrico.
Busco entender
y busco no entender.
La vida es todos los tropos
porque decir es decir siempre de menos
y decir es decir siempre
de más.
2.
Infirmitas
Porque amo mucho
me equivoco mucho.
Ato el cordón de mi zapato izquierdo
al cordón de tu zapato izquierdo
soplo por el canal de mis aurículas
como si fueran trompetas
bailo al son del aulós en el salón de casa
subo al Olimpo
en medio de la risa y sin cansarme
desayuno pacíficos atlánticos
pero luego
no sé aguantar el llanto por la piedrita mínima
en mis botas de agua
no sé enhebrar la aguja
no sé apreciar el vino
tiro de la campana, tiro de la campana hasta que dice
por tu fragilidad tendrás amor
por tu ser-siempre-al-borde-de romperte.
3.
Tum vero infelix fatis exterrita Dido
mortem orat; taedet caeli convexa tueri.
Entonces, aterrorizada por su sino, la infeliz Dido
busca la muerte; odia contemplar ya la bóveda del cielo.
Aen. IV, 450-451
Stellae
Serán las mismas. Uno e igual pañuelo moteado sarpulleando de luz.
Únicas para los amantes separados que miran en lugares distintos y distantes. Un saberse cubiertos del mismo cachemir.
Dobles serán para el ternero de las dos ternuras de Laura Crafton Gilpin.
Pero yo, que escarbo completud desde mis dos tristezas, veo solo una cuenca vacía de ojo de caballo, un rudimento oscuro, minoración, lo algo que carece.
Cielo en fondo de aljibe, porque te me has huido y ya no alcánzome.
Alargo mano, pulso luna –mi extremidad– con la noche/esperanza del por si.
Todo lo que brilló y me sigue hiriendo.
4.
LAMENTO DE DIDO
(suena Henry Purcell)
De estos era yo la reina muros.
Roto es el lenguaje como el corazón como
mujer la rota.
Bababalbucir el dolor hasta que calle,
hasta duerma que al fin cantarle la tristeza.
Lento el arrullo largo largo dice
pero algo queda si algo te llevaste
pues lo que te llevaste
es lo que queda.
Hasta duerma que al fin cantar la propia vida
sin cantarla codicia largamente.
De esta reina era sola yo los muros
futuro desde qué llega este grito
escucho nada oigo casi nada
la vida es ya solo un tumor lejano
5.
Las gárgolas. Placer y paradoja:
que la palabra oscura
aclare el mundo.
6.
No tropo (ma non troppo)
las deidades se enredan
en los cables de alta tensión
subiendo existo en me rompo para
mirando un caracol
diminutezco
no es el resto ni el rastro lo que entiendo
solo es el rastreándome
recibo una consigna
sonreír bajo la nieve
no confundir la muerte con el frío
por más que se parezcan
buscar algún lugar donde una mano
no sea más que una mano
un paraíso mero
sin interpretaciones
Mas la metáfora recorre el mundo
como una cicatriz
7.
LA CUEVA. LA TORMENTA
Cae la lluvia en la noche,
nos acerca
el dolor de las estrellas.
A propósito de esta desolación voy a cantarte
un ave legendaria:
Para ti son estas manos acariciando el trigo,
para ti es esta espiga de pálpitos.
¿Te has cortado la mano? Míralo así:
la narratividad de una historia que fluye.
¿Te has cortado la mano? Deja que te la vende
con mi vida.
Clarearé lo que no es claro.
Raíces tendrás y pájaros.
Germinaciones que burlan a la muerte.
No importan los ladridos de los perros de piedra.
No importa cuánto sepan los cipreses
de nuestra esclavitud y de la noche.
Saltaremos del sándalo a la libertad,
de la libertad al sándalo.
Cuéntame la leyenda de esos dos libros que se escriben mutuamente.
Cuéntame a mí contándote.
Ya no me importa que la casi finitud me sobrevenga
porque yo estoy en tu felicidad creándome
y desapareciendo.
8.
Engañoso es el corazón más que todas las cosas,
y perverso; ¿quién lo conocerá?
Jeremías 17:9
Mi corazón duerme a veces en posición fetal. Se encuentra solo, pero en su soledad hay multitudes.
Mi corazón rumia una melancolía de sonidos solo escuchados en los libros. Cencerros, esquilas. Como acentos de un perdido paraíso.
Quiere saber qué hay tras el cambio de rasante. Él quiere saberlo. Cierra los ojos. Hace de su latir velocidad. Se lanza. Mi corazón es espuma entre los rápidos.
Ha aprendido a vivir de dar las gracias. Un reloj se le hermana acompasado y da las gracias. Ve jugar a los niños en su tiempo expandido y da las gracias. Las cosas son, sin más, y da las gracias. Mi corazón es pequeño y late de rodillas.
Es maleza, es frescor mi corazón. Hay días que abrasan como metales fundidos, pero él es agua pródiga para pájaros con sed.
Mi corazón sabe bastantes cosas. Sabe organizar fiestas y celebrar su suerte cristalina y mortal. Sabe irrigar la vida de cuatro hombres y un sueño. Él sabe qué es amar: ser habitado. Pero a decir adiós no querrá aprender nunca.
Está fuera del pecho, bien visible, a la vista de todos. Si piden voluntarios para morir él levanta rápido la vida.
Está vivo, es un milagro, sí. Tras crecer está vivo todavía. Como un pez aún colea su ahogo si sale a la mentira, a la intemperie, a noches de edificios que niegan las estrellas. Ese ahogo suyo vale más que todos los reinos. Que nadie ose tocarlo.
Está vivo, está vivo, lo repito: aún parece mentira. Se ha lanzado al vacío y no se ha roto. Ha mirado un abismo y vuelve entero. Le da sustento una legión de ángeles.
Mi corazón no sabe casi nada. Busca entre las cenizas –incesantemente-, entre las cáscaras de huevo –incesantemente-, entre los papeles arrugados de la memoria –incesantemente- la entrada oculta a un país de maravilla. Siempre la encuentra.
Mi corazón se alimenta del tuyo.
Mi corazón no conoce a mi corazón.
Mi corazón, quién lo entenderá.
Carmen Palomo(España).Profesora de derecho romano. Publicaciones: Glosas al fuego (2016, edición bilingüe español-italiano, I Premio Internacional de Poesía «Francisco de Aldana»); Las costur as del hambre (2019, II premio Esdrújula); Un silencio habitado (2021, accésit del VIII Premio Internacional de «Poesía Pilar Fernández Labrador»), DIDO (2021, XXXII Premio Nacional de poesía José Hierro) y Madre de cenizas (2022, I Premio de poesía «Gravitaciones»). Otros reconocimientos: premio de poesía «Miguel Hernández» (1998), premio Ángel Herrera (2001) y premio de poesía Universidad San Pablo CEU (2002 y 2003).