Aquél que con sus ojos ha visto la Belleza,
deseará, ah, secarse como los manantiales.
AUGUST GRAF VON PLATEN-HALLERMÜNDE
SE MUDÓ A LA CALLE ELLWOOD EN BUSCA DE LA MUERTE
como lo hizo von Platen en Siracusa
o Gustav en Venecia.
No intentó reemplazar versos
ni canciones
que algún día destinó para otro.
Supo que esa muerte
o renovación
llegaría de la mano de un joven poeta
una noche que regresaba a casa
aferrado al tubo tiznado de microbios
oyendo las conversaciones
de asientos vacíos
deseando un secuestro.
Veinticuatro horas de palabras
y vino.
Un hombre en ruina tiene como único plan
depositar sus huesos
en una ciudad que no conoce de su existencia.
Un hombre que huye de sí mismo
no imagina que aparecerá un desconocido
portador de una luz extraordinaria
combatiente de nubes
amo exclusivo de paisajes
y logre rozarle la espalda con esa ternura
y conteste con esa rapidez inusual
que le eres imprescindible.
EN ESTOS DÍAS POR ESTA CASA
En esta casa de paredes tiznadas de un verde raro
y ruidos que se oyen solo de madrugada
vivimos dos hombres y una gata
rodeados de libros espíritus pinturas
y el equipaje que ambos trajimos del pasado.
Todo se ha cubierto de un mismo esmalte
que impide distinguir quién es quién.
La gata sabe manejarnos:
cada mañana nos despierta exigiendo agua y comida
gira en círculos por mi lado de la cama
esperando que aparte la cortina para así posarse
y entablar conversación con pájaros y lagartijas.
Hemos vivido juntos todas las fechas del calendario
hasta un árbol de navidad tuvimos un diciembre
y antes de tiempo lo arrastramos hasta la acera
donde quedó olvidado.
Yo vivo flotando por los aires
soñando con marcharnos hacia el Norte
pero mi cómplice echa el ancla y me devuelve a la tierra.
Este día catorce que todos dicen debe ser colorido
lleno de signos de exclamación y frases tan usadas
no es más que un invento de pícaros que buscan oro.
En esta casa donde vivimos dos hombres y una gata
celebramos a diario que todavía queremos compartirla.
CONFESIONES INESPERADAS
Encontré confesiones tan inesperadas
como la nieve en el trópico.
Sabía que una alianza fuerte habitaba entre ellos
pero no lograba descifrar las formas diferentes del amor.
Quizás ignoraba que la complicidad
es no solamente manejar el silencio
sino los oleajes y el estruendo del mar.
En cada renglón de aquellas cartas encontradas
podía oler el perfume de ciertos momentos
que pocos supieron entender.
Hasta la mano oscura de falsos religiosos
se interpuso confundiéndolos.
Sé que no fue fácil un mundo que no vestía los mismos
tonos
el palo rosa no es para la muchedumbre
y las yeguas siempre viven más felices sueltas en el campo.
LE HAN PREGUNTADO SI ESCRIBE POEMAS DE AMOR.
Permaneció en silencio lo que pudo.
Todos han sido destinados al querer
a la falta de pasión
a la escasez de una mano detenida
sobre su pecho.
Recuerda un poema tardío
desde Ellwood.
Ese que lo despertó
del letargo
del ostracismo de caricias
para luego saborear
la carnada
amago de caramelo al infante.
Brisa otoñal
advirtiendo
del aislamiento
invernal.
Manuel Adrián López (Cuba). Poeta y narrador. Publicaciones: Yo, el arquero aquel (2011), Room at the Top (2013), Los poetas nunca pecan demasiado (2013. Medalla de Oro en los Florida Book Awards 2013), El barro se subleva (2014), Temporada para suicidios (2015), Muestrario de un vidente (2016), Fragmentos de un deceso/El revés en el espejo, libro en conjunto con el poeta ecuatoriano David Sánchez Santillán para la colección Dos Alas (2017), El arte de perder/The Art of Losing (2017), El hombre incompleto (2017), Los días de Ellwood (2018/2020), Un juego que nadie ve (2019) , El abismo en los dedos (2020), y Last Days of a House (2021).