SOBRE LAS OLAS
If it form the one landscape that we, the inconstant ones,
Are consistently homesick for, this is chiefly
Because it dissolves in water.
H. Auden
Platón era ofrecido como esclavo
en las costas de Siracusa
mientras Aristipo se dejaba escupir
por el tirano
porque para atrapar a una ballena
hay que estar dispuesto a mojarse.
Aristipo crió una hija filósofa
que fue la luz de los cirenaicos:
ARETA.
Platón se salvó
por poco de ser vendido,
y regresaría luego a Siracusa,
porque la sabiduría
no carece de candidez.
Platón, Aristipo, Areta…
son mis refugios morales,
acudo a ellos cuando todo lo demás oscurece.
La memoria llega hasta ahí,
reflotando en un paisaje de mármol
que no cuenta historias sino proporciones.
Uno nunca se pregunta qué haría su mano
si pudiera robar,
ni prepara un viaje para cambiar de espesura;
en cambio, erige un resguardo melancólico
que acaba siempre en el agua,
la única filosofía que nos preparó para el encierro,
única dicha imperturbable,
la que viene de un pasado no vivido.
Quizá todo sucede en la memoria porque sí,
como el poema,
sobre las olas.
DICTADO
a Darío
El juego es simple:
algo o alguien nos dicta las palabras
y debemos escribirlas bien.
Te veo dibujando cada letra
con el desgano que sigue
a la obligación,
y pienso en cuánto nos parecemos:
a los dos nos cuesta tanto escribir.
No puedo culparte,
no puedo exigirte
lo que a mí mismo me falta.
Me resignaré a tus dictados incompletos
de la misma forma en que me perdono
tantos poemas que no pasan de la intención.
Pero será nuestro secreto
pues la esperanza de todos
es que los dos aprendamos
alguna vez a escribir bien.
Nadie conoce el escurridizo tránsito
que hay entre el ojo y la mano,
los pájaros que nos cierran el paso,
lo que duele un borrón,
el hambre que provoca el tedio,
los diablos rabiosos
que nos bailan en la cabeza
cada vez que nos sentamos.
Nadie sabe que nos cuesta una vida
hacer lo que se supone.
Pero volvamos a trabajar
que ya se hace tarde.
Por el momento
será mejor para los dos
que olvidemos el reclamo:
cuándo aprenderemos a escribir bien
y lo que cuesta.
BARRIOS DEL SUR
Las ventanas deshilachadas,
las cantinas de humo,
las niñas viudas,
las pulperías donde el pan es pan
y el vino, vino.
El viejo que cruza y cruza la mirada,
el lobo al pie de las verjas,
el mandamiento del hambre,
el cielo baldío,
el tiempo que no pasa,
el tiempo que no llega,
el tiempo que no alcanza.
Camino sobre la tumba austral
de mil muertes laborables.
FRATERNIDAD
Desperté sobre la palma salada de la suerte
rodeado de esa sal no comestible
que dejan los sueños que se ahogan
en horas inmerecidas.
Pero el hambre acaba cuando llega la noche,
esa cueva donde ocultar
nuestras inconsecuencias,
donde se funden nuestras sombras
y fraternizan las tinieblas.
Es ahí donde sentimos
la humanidad más cerca,
en esa cumbre alta y sola
que sabe ser altiva y paciente.
Para qué tanto ardor en la vigilia,
tanto calor malgastado en el día.
NAUFRAGIO
Los viejos juegan
a descubrir el pasado
mientras se atoran en la vida
como una tuerca oxidada.
No hay noticia del cielo
pero no hace falta,
hemos aprendido a navegar
en medio de la niebla,
hemos abierto la piel
y la sal nos despertó.
La historia
se encargó de revolvernos
–esa fricción sobre el vacío–
¡Para qué tanta glosa!
Al final,
queda un ruido de mármol
dilatado en el ojo del muerto.
BARRIOS DEL SUR
Las ventanas deshilachadas,
las cantinas de humo,
las niñas viudas,
las pulperías donde el pan es pan
y el vino, vino.
El viejo que cruza y cruza la mirada,
el lobo al pie de las verjas,
el mandamiento del hambre,
el cielo baldío,
el tiempo que no pasa,
el tiempo que no llega,
el tiempo que no alcanza.
Camino sobre la tumba austral
de mil muertes laborables.
Inéditos
Pablo Rojas (Costar Rica) Escritor y diseñador. Actualmente, dirige el Centro Cultural San José. En 2018, publicó su poemario Cuarto de máquinas, con editorial Arlekín.