HOMENAJE A MI MAESTRO LAUREANO ALBÁN
Por Ronald Campos López, Ph.D.
Lo maravilloso es doblar una esquina
y topar cara a cara
con Dios o con la ausencia,
y acariciarte a ti
que estás entre las nieblas
de polvo del poniente.
“Lo maravilloso”
Enciclopedia de maravillas (tomo IV, p. 283)
Laureano Albán (09 de enero de 1942-05 de junio de 2022) siempre tuvo una única misión: renombrar el universo. Por eso, el mejor homenaje, hoy más que nunca, es leer su vasta, irrepetible y reveladora poesía. Nació en Santa Cruz de Turrialba. Desde joven se distinguió en su localidad por su dedicación a las letras junto a Jorge Debravo (1938-1967) y Marco Aguilar (1944- ), quienes crearon en 1957 el Grupo de Poetas de Turrialba. Albán viajó luego a San José, donde cofundó con Debravo, el 14 de octubre de 1961, el Círculo de Poetas Costarricenses. En 1974, firmó el Manifiesto trascendentalista, junto a Julieta Dobles, Ronald Bonilla y Carlos Francisco Monge; sin embargo, el texto no fue publicado hasta 1977, edición que incluyó una antología de cada uno de los firmantes. Se trata del primer manifiesto y movimiento literario promovidos como tales en Costa Rica, y aun en España, por medio del Grupo Trascendentalista de Aranjuez, dirigido por la poeta madrileña Montserrat Doucet. Por su visión y quehacer poéticos, Albán destacó dentro del Grupo de Poetas Turrialbeños, pero más en el Círculo de Poetas Costarricenses. Entre 1968 y 1971, Albán cursó estudios de filología y lingüística en la Universidad de Costa Rica. Realizó sus estudios doctorales en literatura hispanoamericana en la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook. Dictó cursos, conferencias y talleres sobre creación literaria en instituciones y universidades. Fungió como presidente de asociaciones de escritores y editoriales costarricenses. Fue ministro consejero de la Embajada de Costa Rica en Madrid (1981-1983); en Nueva York, delegado cultural de Costa Rica ante la ONU y embajador cultural ante los Estados Unidos (1983-1986); embajador plenipotenciario de Costa Rica en Israel (1987-1990); y embajador de Costa Rica ante la Unesco, en París (1998-2002). En 2004, ingresó como miembro permanente de número en la Academia Costarricense de la Lengua, donde ocupa la silla D. Además de los once premios nacionales e internacionales obtenidos por sus poemarios, en 2006 Albán mereció el máximo reconocimiento cultural y literario otorgado en Costa Rica: el Premio Magón. Desde 1996 se encontraba nominado al Premio Nobel de Literatura. Albán es, hasta la actualidad, el poeta costarricense con más premios y triunfos obtenidos en el extranjero.
La producción poética de Albán es una de las más significativas en la historia literaria de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI de América Latina. Su obra es partícipe de un esfuerzo por develar y mostrar las realidades cotidianas en tanto afirmaciones trascendentales, desvirtuando y contraviniendo el concepto. Albán evita la timidez metafísica y busca darles a sus poemas un patrón retórico más próximo a la rebelión y la renovación (Monge, 1981, 1984). Por eso, desde joven, Albán aborda una variedad temática: Dios, lo trascendente, la naturaleza, lo ontológico, el misticismo, el amor, el erotismo, el dolor, la vida, la muerte, lo cotidiano, el drama humano, lo perdurable, la duda, entre otros (von Mayer, 2007). La poesía de Albán, pues, ha sido catalogada como práctica de ruptura en comparación con la poesía nacional desde la década de los 60 hasta la actualidad. En este sentido, dicen Fornoff y McClintock (1995) y Pieragnolo (2011) que la poesía albaniana es la de un poeta contracorriente y trascendentalista, que desde hace más de cincuenta años imagina lo inefable y el destino de los elementos terrestres, en una época cuando la poesía trata de desprenderse de las figuraciones y enfocarse en un lenguaje cotidiano. Según estos críticos, es extraño encontrarse todavía a un autor contemporáneo de este género. Los textos de Albán han sido publicados en Costa Rica, Estados Unidos, Portugal, España, Italia, Israel, Alemania y Francia; traducidos al inglés, italiano, francés, alemán y hebreo. Varios poemas suyos han sido antologizados en al menos quince proyectos nacionales e internacionales. Sus poemas, igualmente, han sido publicados por administradores y colaboradores de páginas y blogs virtuales.
El lenguaje poético, la estética y la ideología albanianos, desde sus inicios, se caracterizan por un contacto con otras culturas y nociones sobre el hecho poético, desde donde se logra un cosmos poético complejo y variado (Monge, 1984), explorado desde lo común y cotidiano. Si bien la crítica e historiografía literarias costarricenses se centraron mayormente la temática sociopolítica y existencial de sus textos, su poética de corte metafísico y sagrado abarca el mayor grueso de su producción.
Dentro de esta, justamente, destaca uno de los textos más significativos, no solo en el ámbito literario nacional, sino también internacional: la Enciclopedia de maravillas, la obra ‒como dijo el propio Albán (citado en Bulgarelli, 1995)‒ más importante de su carrera, porque refresca, renueva la cosmovisión del ser, dándole el sentido de lo maravilloso. Sus tres primeros tomos fueron publicados en 1995 y el cuarto en 2010, por la Internacional Poetry Forum. Los cuatro configuran ‒como dicen las portadas del libro‒ una unidad textual catalogada como: “La primera enciclopedia escrita totalmente en poesía, en la historia de la humanidad”.
La Enciclopedia de maravillas constituye un texto y un patrimonio únicos en la poesía y literatura universales. Sus 1935 poemas, publicados en cuatro tomos, ofrecen un nicho literario donde se funden, cuantitativa y cualitativamente, una perspectiva literaria trascendentalista, una diversidad temática y estilística, una extraordinaria capacidad subjetiva para expresar estados y circunstancias complejos. Como toda la poesía de Albán, la Enciclopedia de maravillas obliga a la reflexión de los fenómenos de la realidad, a fin de desentrañar verdades epistemológicas, palabras esenciales.
La poesía trascendentalista albaniana representa un acto nacido del misterio fascinante, donde el sujeto lírico se acerca a lo numinoso, en un nivel interior, y se extasía con ello, por medio de la expresión lingüística de imágenes, metáforas, analogías y símbolos, los cuales resultan insuficientes, pero aproximativos a lo sagrado. En este sentido, se puede partir de la consideración de que la poesía de Albán corresponde a un suprarrealismo al manifestar lo heterogéneo sagrado: lo extraño que se sale del círculo de lo consuetudinario, comprendido, familiar, íntimo, oponiéndose a ello y, por tanto, colmando de intenso asombro (Otto, 1925). De ahí que todo objeto realmente misterioso sea inaprehensible, incomprensible, pues constituye un algo absolutamente heterogéneo opuesto a cuanto existe y puede ser pensado.
Para conocer más sobre la grandeza de su obra, qué mejor que escucharlo hoy una vez más; por eso comparto parte de esta entrevista que tuve con él el jueves 18 de octubre de 2012, en su domicilio, durante la sesión del taller del Círculo de Poetas Costarricenses:
Ronald Campos— Laureano, ¿qué ha representado la Enciclopedia de maravillas para usted?
Laureano Albán— La Enciclopedia por su propia dimensión trasciende la literatura; precisamente, porque es el misterio de la poesía […] Ella es una especie de mística moderna. No es ya la mística del monje con el Señor, rezando o meditando, con sus oraciones o los mantras. Es una mística desde la perspectiva de la vida diaria […] Es una metafísica donde se entrecruza el tema contingente con la revelación.
R.C.— ¿Cómo ha sido recibida la Enciclopedia de maravillas por los críticos costarricenses y extranjeros?
L.A.— La política y la economía han corrompido lo más bello del ser humano: la poesía. Ahora solo imperan los valores mercantiles y editoriales que propicia el comercio de la narrativa. La Enciclopedia no ha tenido ningún valiente nacional ni extranjero que se anime a publicarla, que no sea la Poetry Forum […] Tengo muchos amigos españoles, franceses, italianos, norteamericanos…, que cogen la Enciclopedia y me dicen: “Pero, Laureano, ¿dónde están los otros firmantes, los otros autores?” “No, no, si yo la escribí.” “¡Ah! ¿Ah…? ¿Es una broma?” Y no me creen. Y ya cuando aceptan que yo la escribí, se ponen a leer y, azorados, ahí, en el banquito del café donde estamos, me dicen: “¡Si es alta literatura!” Así Carlos Bousoño, que ya murió, y otros. Y qué pasa. No dicen nada. No se atreven a escribir nada sobre ella […] ¿Qué pueden decir si [la Enciclopedia de maravillas] está más allá de sus parámetros cognitivos […] La Enciclopedia va más allá de la diosa razón […] ¡Y es que cómo van a tomarla en cuenta…! No pueden entusiasmarse con algo que no entienden, que no pueden percibir. […] La Enciclopedia de maravillas rompe muchísimos parámetros de la percepción física, se mueve más hacia los arquetipos, hacia los mitos ancestrales, y metafísicamente hacia las realidades multidimensionales. Es una especie de conexión dentro del mundo bellísimo de la poesía, ¡maravilloso de la poesía!, que establece una mostración ―que no es una demostración― entre el mundo visible y el mundo invisible. […] La mayor parte de las personas tiene visión antropoidal, la visión de túnel que tenemos los cuerpos antropoidales humanos, en los cuales están las almas nuestras, que son la chispa espiritual interna. […] Es una visión que conlleva un enfoque a un punto determinado en la espacialidad. Una visión muy racional que se debe al desarrollo de la neocorteza cerebral […] Por eso la gente está enfocada en el mundo físico, y no se da cuenta de que su cerebro también ha desarrollado enormemente las estructuras y los mecanismos de asociación para enfocarse en ese mundo con la iluminación que es la conexión con el Todo…
R.C.— ¡Con el anima mundi!
L.A.— ¡Con el anima mundi como decís vos!
LOS ÍNFIMOS CREPÚSCULOS
A Conchita y Rafael Morales
Amo las cosas que gastadas brillan
como si los crepúsculos se hubieran
quedado en ellas para siempre ardiendo.
Los bordes de las sillas afinados
por la devoción clara de los dedos.
Los vasos transparentes de servir
manantiales distantes.
Los pisos sometidos a la sombra.
Los trajes deshilachados por el aire.
Amo su fatigada servidumbre
de diamante apagado,
la sumisa pasión de sus silencios.
Amo su alma de otoño que fue alta
y compartió los ojos del milagro.
Su manera de darnos el olvido
sin llanto ni violencia,
como una sabia cercanía brillando,
como la mano del amor sin nadie.
Amo los libros viejos
manoseados por la luz,
los guijarros que caben en la mano
donde brillan paisajes lejanísimos.
Porque va hacia el adiós su lenta música
se abrazan a la sombra sin gemir,
callando como el fuego olvidado de las lámparas
que quedan solas al llegar el alba.
Madrid
Enero, 1979
De Herencia del otoño (1980)
¡AH DE LA VIDA! ¿NADIE ME RESPONDE?
Homenaje a don Francisco de Quevedo
Si el cuerpo es muerte que se da a la muerte,
y el ojo es sombra que se da a lo oscuro.
y el corazón es flama sin futuro,
y el miedo es celo que la tumba advierte.
Si el paso nunca acierta tanta suerte
como para cruzar la luz seguro,
y toda senda se convierte en muro,
y todo sueño sin cesar se invierte.
Si la quietud es sed del movimiento,
y la noche el temor de cada día,
y la estrella una llama ya cegada.
Si el mundo es la ceniza de un momento
y el canto es silencio todavía,
¿en dónde, Dios, terminará la nada?
Ciudad Real
Octubre, 1980
De Autorretrato y transfiguraciones (1983)
PRESENCIA DE LA SED
“salí tras ti clamando y eras ido”
Toco tu cuerpo, mi Señor,
y es barro y mi dolor.
Toco tus ojos, mi Señor,
son brisa, y en la brisa está mi voz.
Busco tu levedad,
y sólo hay llamas;
y el paisaje que mécese en las llamas
idéntico es a tu alta lejanía.
Toco la mariposa
donde tu frente
es el polvillo de la luz que ríe.
Giro en lentas monedas,
sobre metales que reúnen el odio,
bajo coces de frío, luna o sangre,
siempre entrando y saliendo
de crispados vagones
de madera apagándose,
buscando la mujer
y sus sueños frutales,
su falda rescatada
por la escarcha del tiempo,
su cuerpo de oración y regocijo,
buscándote y buscándote.
Con cuánta sed nacemos.
Sólo sed y paisaje es la memoria.
Con una sed de Ti,
que ni el mar encelado en sus prodigios,
ni el rocío que intenta lo invisible,
ni las terrestres copas
del alba o del crepúsculo,
ni el silencio que asciende
desde el humus construido
con flores devoradas,
ni la naturaleza
lunar de los adioses,
ni el amor, saciarán.
Toco tu rostro y adivino el tiempo.
cerrando puertas, clausurando ríos,
llenando hasta los bordes
del éxtasis tus ojos.
El tiempo azul que avienta
cenizas que se yerguen
como cuerpos y pasan.
Toco la noche, mi Señor,
y es tuya, flor también
del jardín de la mañana.
Tuya también la sombra
en donde tropezamos
con el amor de un cuerpo,
que también es tu cuerpo,
por arte de la sed
encadenado.
De Aunque es de noche (1983)
LAS PIEDRAS DEL AIRE
Entonces Jehová formó al hombre del polvo de la tierra
y sopló en su nariz aliento de vida.
Génesis 2: 7
Habéis olvidado el aire.
Decís que somos tierra, tierra, tierra,
y olvidasteis el aire.
Yo reclamo la eterna transparencia.
Nuestra porción de aire
en la creación del hombre.
Exijo que os miréis nuevamente desnudos,
y en cada poro abráis una rosa del aire.
Que la tierra fue el puente, pero el aire es el viaje.
Que la tierra no duerme, pero el aire no muere.
La desnudez también es ultraje del aire:
debajo de la piel hay incendios y lágrimas;
debajo de la piel la tierra es una lámpara.
El aire está esperando que la tierra se muera
para arrancaros todas las estrellas del alma,
y uno a uno los puentes de cristal que llamáis
memoria o esperanza. Y decirnos: aquí
fuisteis fundados. Los alientos de Dios
y del tiempo os amaron. Sois móviles
y eternos, dúctiles, insondables,
inapresables, rápidos como espejos de escarcha,
porque el aire es el fuego de todas las palabras.
Mirad la transparencia como madre del alma.
De Todas las piedras del muro (1988)
SAGA DE NIEBLAS
Tengo un árbol al fondo de mi voz.
Un árbol de rocíos poderosos.
Alta la copa y la raíz más alta,
y un pájaro forzado
a seguir en el aire para siempre.
Junto al árbol un dios de nueve años
mira llover y sabe
que es la lluvia un poder en su mirada.
De pronto se levanta,
busca algo en la niebla
y se inclina, indefenso,
a recoger el día maravilloso.
Yo sé que está pensando en cosas blancas,
hechas de estupor y delicia
como el mar en el aire.
Se yergue lentamente empapado de azules,
mira a lo lejos y me mira
y se asusta y sabemos que vivimos,
cada uno buscando bajo el árbol
lentísimo del tiempo
la luz del otro que hacia el otro nace.
Este es un rito diario
que en mi sombra está vivo
como un esplendor:
el niño que en la niebla
busca el rostro del día,
y yo con el abismo
de sus ojos en mí.
Pero no comprendemos: nos amamos
con el hondo deleite de los ojos fugaces,
con el ignoto aroma de las huellas que el aire,
húmedamente malva, va arrancando a la flor.
Sólo sé que es un dios de nueve años,
limpio como una lluvia que cae eternamente,
a pesar de la muerte que anuncia potestades
sombrías como dardos, en su lunar manera
de aparecer, ya olvido, en mí.
Sé que es un dios que busca cosas recién nacidas
en la nítida yedra del asombro.
Sé que es un dios
porque el oficio de los dioses
es buscar y buscar entre el silencio
días interminables.
Yo no lo quiero despertar,
porque cuando él despierte ya habré muerto.
O sea que los dos tendremos que encontrarnos
en lo más invisible de los sueños.
Él con sus manos solas,
buscadoras de días,
y yo con la falacidad
que otorga la memoria a lo vivido.
Hay un árbol en mí
que a veces es palabra y solo vuela,
y ello suele doler, entonces,
como una llamarada.
Y al pie del árbol y sus llamas, él,
con la total ventura de lo que nunca crece,
baja naranjas de imposibles oros,
negocia pequeñeces insondables, olvidos
tan húmedos que aún gotean en mis manos.
A veces la mirada se le cae a la tierra,
aleteante aún, como pluma en la sombra.
Y creo que va a llorar,
pero pronto se duerme reclinado
a la más suave luna que en el aire ha nacido.
Y yo bajo a su infancia
como un ciego a la luz,
alzo su cuerpo hecho
sólo de levedades,
y lo dejo a la orilla
del árbol que nos une
como una sed dorada.
No lo despertaré,
porque él está soñando que lo sueño.
De Suma de claridades (1989)
LA GAVIOTA
Qué alta la gaviota,
madre, sobre la arena,
como espejo que tiene
casa en todos los sueños.
Llámala, madre, dile
que yo también soy viento.
Que vengo de tu nombre
como viento del tiempo.
No la dejes que huya
al azul invencible,
a la terrible nieve
que se incendia en las tardes.
Que yo quiero aprender
el nombre que ella sabe
de todas las estrellas.
Y la segura luz
que la sostiene en vilo
sobre todas las muertes.
Que venga, que juguemos
blancos juegos, ¡tan cómplices
ella y yo ante los mares!
Que si viene, prometo,
ay, dejarle mi sombra,
ésta que tú inventaste
amarrada a tu sombra.
Que la gaviota está
loca de lejanías,
ciega de lejanías
como todos los dioses.
Dile que venga, madre,
a jugar con mis sombras,
con los trajes inmensos
que me cubren el alma.
Que no vuelvo a llorar
en las noches de luna,
que seré para siempre
la lámpara que busca.
Llámala, madre, mira
que está azul y desnuda,
cada vez más lejana
como rosa en invierno.
Que si sigue subiendo,
y yo aquí, tan humano,
tan atado a tus brazos
como un río a sus montes.
Que si sigue subiendo
no nos veremos nunca:
yo en mi sombra, y ella
loca, suicida, loca,
morirá devorada
por el azul sin nadie.
Llámala, madre, dile
que la amo y la amo
con mil flores de sombra.
De Enciclopedia de maravillas
EL ASOMBRO DEL ALMA
¡Que no quede una sombra
donde no haya un asombro!
Que quien pase se entere
que aquí estuvo Sol
iluminándome…
Su luz no es de este mundo:
Lo he comprobado
amándola en el mundo…
Tiene un gesto de proa
mirando lejos, lejos
inminentes trasmundos…
Sabe que del futuro
el presente es la chispa
totalmente incendiaria.
Tiene el poder azul
de aquellos elegidos,
que sin saberlo,
siempre empiezan un mundo…
Estos poemas son
las esquirlas que vuelan
de cuando ella me incendia…
Yo soy la tea y ella la llama,
porque la llama arde
cuando la tea existe…
La inminente belleza
de su alma de nardos
es la culpable al fin
de que el poema cante…
Podría ser mi musa
según viejas leyendas…
¡Y de seguro lo es…!
¡Pero también,
inexplicablemente,
es la poesía de mi alma!
De 55 asombros de Sol (2019)