“Estamos en presencia de un verdadero poeta, no de un cantor para los oídos de carne,
sino de un cantor para los oídos del espíritu.”
Así prologó Vicente Huidobro el libro “Defensa del Idolo” de Luis Omar Cáceres, uno de los más destacados poetas chilenos de la generación del 38, heredero de una obra que ha traspasado las fronteras y que hace un tiempo fue traducido al inglés y publicado gracias a la poeta y doctora en literatura hispanoamericana de Columbia, Mónica de la Torre.
El 12 de febrero pasado, en la Biblioteca Jorge Luis Borges del Instituto Cervantes de NY, se volvió a revitalizar al poeta chileno con una importante entregade libros, entre los que destaca la edición especial de “Defensa del Idolo” enviada por la Biblioteca Nacional de Chile, y gentileza de su director Pedro Pablo Zegers.
Esta actividad cultural en la Ciudad de NY, es parte del homenaje al natalicio 117 del poeta: “La quinta mediaoche de julio”, donde han sido parte importantes poetas chilenos, como el premio nacional y Reina Sofía Raúl Zurita; la poeta Carmen Berenguer, el poeta Rafael Rubio y entre ellos uno de los ganadores del Premio Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press 2020 , el poeta Ernesto Gonzales Barnert. De la misma forma, en Nueva York cuenta con el apoyo de poetas como Mar Russo y Mónica de la Torre.
En Nueva York Poetry, como medio oficial de las actividades de “La quinta medianoche de julio” en Nueva York, queremos entrega detalles sobre esta significativa entrega de libros que estuvo acompañada musicalmente por La Chaconne de Bach, composición que interpretaba el poeta Luis Omar Cáceres con su querido violín.
(Jueves 10 de Febrero de 2022 / 15:00hrs.)
En febrero pasado, el director del Instituto Cervantes de la Ciudad de NY, don Richard Bueno Hudson, recibió de manos del poeta y gestor cultural chileno Fernando Arabuena un importante ejemplar enviado por la Biblioteca Nacional de Chile, nos referimos a la edición empastada de lujo de Defensa del Idolo, de la Dirección de Bibliotecas , Archivos y Museos.
Junto al libro del poeta, también se entregaron libros de poetas chilenos que son parte del homenaje, tales como Carmen Berenguer, Thomas Harris, Marcelo Jarpa Fabres, Edmundo Moure y ejemplares enviados por la Fundación Vicente Huidobro entre otros autores.
En nuestra casa de Nueva York Poetry, Mar Russo revisó el material previo a la entrega, y tuvimos la posibilidad de mirar detalladamente la edición especial de “Defensa del ídolo” enviada por la Biblioteca Nacional de Chile, así como libros tan emblemáticos de la poética chilena como lo es “La Nueva Novela” del destacado poeta chileno Juan Luis Martínez.
Durante la entrega, Richard Bueno Hudson se refirió así al importante material recibido:
“Muchas gracias por esta donación que estará disponible en la biblioteca Jorge Luis Borges del Instituto Cervantes de NY a partir de ahora. Para nosotros es muy grato poder recibir y colaborar de este modo con el homenaje: La quinta medianoche de Julio.Tener en nuestra biblioteca al único poeta prologado por Vicente Huidobro y autor que cumplido 117 años desde su natalicio comulgue tantos ánimos, incluido vuestro premio nacional y premio Reina Sofía Raúl Zurita, es algo que habla de la actualidad de su discurso poético”
De la misma manera, Fernando Arabuena realizó la entrega recalcando la figura de uno de los grandes poetas chilenos de la generación del 38:
“Estimado Richard, esperamos que esta entrega sume a la memoria de uno de los grandes poetas chilenos, para que su poesía se mantenga tan viva como el ídolo ignoto de su magistral canto.”
Sobre Luis Omar Cáceres (Cauquenes 1904- Santiago1943)
Luis Omar Cáceres nació en Cauquenes el 5 de julio de 1904, cuando comienza a florecer el aromo. Su padre murió el mismo año de su nacimiento. Su madre, profesora, se mudó con el tiempo muy cerca de Santiago.
Comenzó a vincularse al ambiente artístico y poético en la agitada década de 1920. Compartió con poetas como Pablo de Rokha, Ángel Cruchaga Santa María y Miguel Serrano, y durante su vida se relacionó también con otros escritores contemporáneos, como Volodia Teitelboim, Eduardo Anguita, Andrés Sabella o Gonzalo Rojas. Jorge Teillier solía recordarlo participando como violinista en una orquesta de ciegos, pese a que él no lo era.
Se dedicó a la crítica literaria, principalmente en el Diario ilustrado. Por esos años, además, se acercó al Partido Comunista, partido por el que llegó a ser precandidato a diputado.
Luis Omar Cáceres fue incorporado en la Antología Poesía chilena moderna de Rubén Azócar 1931 y en la Antología de poesía chilena nueva 1935 de Eduardo Anguita y Volodia Teitelboim. En esos tiempos comienza a formar parte de la vanguardia poética, que lo llevó a editar su único libro “Defensa del Idolo”, el que fuera prologado por poetas como Pablo de Rokha y Vicente Huidobro. Cabe destacar que el poeta se quedó con el prólogo de Huidobro, transformándose en el único libro prologado por el padre del creacionismo.
Su libro “Defensa del ídolo” (1934), lo situó de manera definitiva en la mitología de la poesía chilena. Este libro, el único publicado por Cáceres, es expresión poética de las corrientes más profundas de las vanguardias literarias, y sufrió desde el comienzo el sino trágico, incluso maldito, que acompañó a su autor durante su corta existencia. Apenas salido de la editorial, el poeta, enfurecido por la serie de erratas contenidas en el libro, juntó todos los ejemplares y los convirtió en una inmensa hoguera. De este destino sólo un par de ejemplares resultaron intactos, entre los cuales se cuentan los que hoy permanecen en la Biblioteca Nacional y que han sido los que permitieron las posteriores reediciones de esta obra.
Enmarcados dentro del vanguardismo latinoamericano, sus poemas contienen elementos esotéricos, freudianos y panteístas, de violencia, deshumanización y desintegración del «yo poético». En efecto, más que una búsqueda del «yo», asociado con el ego, Cáceres buscaba referirse al «sí-mismo», en un sentido jungeano, sobre el cual el primero está subordinado.
De acuerdo con la crítica general, su obra se corresponde con su propia personalidad: introspectiva y hermética, profunda, cuestionadora, lúcida, refinada, y en constante actitud de exploración.
En octubre de 1996 apareció la primera reedición de Defensa del ídolo, al cuidado del poeta Pedro Lastra, quien la preparó a partir de los pocos ejemplares que se salvaron de la hoguera y que fueron conservados por la Biblioteca Nacional de Chile. A esta primera reedición de LOM Ediciones le siguieron publicaciones consecutivas en México y Venezuela.
En 2011, la Biblioteca Nacional adquirió una valiosa colección de documentos del autor, que incluye manuscritos inéditos, correspondencia personal y fotografías originales.
Hoy, la obra de Luis Omar Cáceres es estudiado en España y ha sido traducido al inglés y al portugués. Además de ser materia de investigación por poetas como Pedro Lastra, Víctor Hugo Pueyes, Hernán Ortega Parada, Annabella Bruning Lalut, Manuel Naranjo Igartiburu y María José Cabezas Corcione.
Selección de poemas Luis Omar Cáceres
MANSIÓN DE ESPUMA
Con mi corazón, golpeándote, oh sombra ilimitada,
Apacienta los bríos absolutos de estas estampas perdurables;
Huyendo de su vida, pienso, el que parte limpia el mundo,
Y así le es dado reflejar su imagen dulcemente terrestre.
Un pueblo (azul), trabajosamente inundado
Va a pasar la dura estación equilibrando sus paisajes
Tiempo caído de los árboles, cualquier cielo podría ver mi cielo
El blanco camino cruza su inmóvil tempestad.
Muda voz que habita debajo de mis sueños,
Mi amiga me instruye en el acento desnudo de sus brazos,
Junto al balcón de luz disciplinado, tumultuosa,
y desde donde se advierte la aún no soñada desventura.
Revestido de distancias, entre hombre a hombre-magro,
Todo naufraga, bajo el pendón de su postrer adiós;
Dejé de existir, caí de pronto, desamparado de mi mismo,
Porque el hombre ama su propia y obscura vida solamente.
Ídolo ignoto ¿Qué he de hacer para besarlo?
Legislador del tiempo urbano, desdoblado, caudaloso,
Confieso mi autocrimen porque quiero comprenderlo,
Y en los rompientes de su soledad de piedra despliego mis palabras.
INSOMNIO JUNTO AL ALBA
En vano imploro al sueño el frescor de sus aguas.
Auriga de la noche!…. (¿Quién llora a los perdidos?)
Vuelca la luna sobre su piel el viento, mientras
Que de la sombra emerge la claridad de un trino.
Tambalean las sombras como un carro mortuorio
Que desgaja a la ruta el collar de sus piedras;
E inexplicablemente crujen todas las cosas
Flexibles, como un arco palpitante de flechas.
Amor de cien mujeres no bastará a la angustia
Que destila en mi sangre su ardoroso zumbido;
Y si de hallar hubiera sostén a esa esperanza,
Piadosa me sería la voz de un precipicio.
Volcó la luna sobre su piel el viento.
Suave fulguración de nieve resbala en los balcones:
Y al suplicarle al sueño me aniquile, los pájaros,
Dispersan un manojo de luz en sus acordes.
AZUL DESHABITADO
Y, ahora, recordando mi antiguo ser, los lugares que yo he habitado,
Y que aún ostentan mis sagrados pensamientos,
Comprendo que el sentido, el ruego con que toda soledad extraña nos sorprende
No es más que la evidencia que de la tristeza humana queda.
O, también la luz de aquel que rompe su seguridad, su consecutiva atmósfera
Para sentir cómo al retornar, todo su ser estalla dentro de un gran número,
Y saber que “aún” existe que “aún” alienta y empobrece pasos en la tierra
Pero que está ahí absorto, igual sin dirección,
Solitario como una montaña diciendo la palabra entonces:
De modo que ningún hombre puede consolar al que así sufre:
Lo que él busca, aquellos por quienes él llora ahora,
Lo que ama, se ha ido también lejos, alcanzándose!
DECOLARACIÓN DE LA LLUVIA
Revoloteos de hojas muertas. Primavera
que estalla entre los surcos de una honda fatiga;
largas trenzas de agua colgando de la lluvia,
que cae, y se hace trizas.
El agua!… ¿A quién busca el agua, numerosa?
Aprieta su contorsión nubes adentro;
en tanto, cual heraldos de la vida,
van los pasos de la lluvia—cantando,
despiertos en el sueño.
¿Y cómo recoger su movimiento,
solitario pensativo, solitario pensativo?
—Contempla cómo aviva su sopor la lluvia pálida,
y cómo, cual si acallase el dolor del rumbo fijo,
asciende en gorjeos de luz el polvo del camino!
Lumbre de altas vigilias, girasol de espejos invariables,
descorriendo el velo de sus profundas calcomanías,
ahuyenta el obscuro volumen de los árboles,
sin hallar dónde inclinarse, sin encontrar su mañana.
Revoloteos de hojas muertas. Primavera
que estalla entre los surcos de una honda fatiga,
humos de lentitud, claridades en calma,
y, en mi alma?
una onda de ardientes campanadas!
ILUMINACIÓN DEL YO
Chorreando sus bruñidas densidades
alrededor de las tardes iguales, simultáneas,
he aquí que el magro, difícil día se presenta,
fiel a su ritmo adusto, puro, sojuzgado.
Sus infinitas hojas, que señalan intensamente el límite,
desde donde emerge reverdecido de lados profundos,
giran sobre mi joven voluntad, amorosa y viril,
así como cantando lo decía esta mañana.
Porque ahí estoy, oh monumento de luz,
siempre hacia ti inclinado, extranjero de mí mismo,
presto a tu súbita irradiación de espadas
fijo a tu altiva significación de espectro,
oh luz de soledades derechas,
de inflexibles alturas y ecuatoriales sucesos.
Y bien,
echa a rodar esta perfección en tu llanura,
puedo ahora decirlo todo, recogerlo todo:
irrumpe, surge, de esta lámpara, a pedazos,
nocturno poema que yo he escrito con letras imprecisas,
noche de azulada tormenta, oh rectitud incomparable.
Yo soy el que domina esta extensión gozosa,
el que vela el sueño de los amigos,
el que estuvo siempre pronto,
el que dobla esa fatiga que adelgaza todos los espejos.
Ahora sorprendo mi rostro
en el agua de esas profundas despedidas,
en las mamparas de esos últimos sollozos,
porque estoy detrás de cada cosa
llorando lo que se llevaron de mí mismo.
Y amo el dolor de esta carne dolorosa que me ampara,
la sombra sensual de esta tristeza desnuda que robé a los ángeles
el anillo de mi respiración, recién labrado…
Es todo cuanto queda, oh ansiedad.
Descuelga, pues, en mis sollozos,
tus profundos plomos de sosiego,
acelera esas llamas, esas altas disciplinas,
ese orden que sonríe en mis rodillas,
mórbida luz de todas las campanas.
Ni un solo pensamiento, oh poetas;
los poemas EXISTEN,
nos aguardan!
ANCLAS OPUESTAS
Ahora que el camino ha muerto,
y que nuestro automóvil reflejo lame su fantasma,
con su lengua atónicas,
arrancando bruscamente la venda del sueño
de las súbitas, esdrújulas moradas,
hollando el helado camino de las ánimas,
enderezando el tiempo y las colinas, igualándolo todo,
con su paso acostado;
como si girásemos vertiginosamente en la espiral de nosotros mismos,
cada uno de nosotros se siente solo, estrechamente solo,
oh, amigos infinitos.
(100, 200, 300,
miles de kilómetros, tal vez).
El motor se aísla.
La vida pasa.
La eternidad de agacha, se prepara,
recoge el abanico que del nuevo aire le regala nuestra marcha;
en tanto que enterrado su osamenta de kilómetros y kilómetros,
los cilindros de nuestro auto depáranse a la zona de nuestros propios muertos;
he ahí los antiguos héroes dirigiéndonos sus sonrisas de altivos y próximos espejos;
mas, junto a ellos, también resiéntense,
los rostros de nuestros enemigos,
los de nuestros amigos,
y los de todos los hombres desaparecidos;
nuestro automóvil les limpia el olvido con el roce delirante de sus hálitos.
Como esas manos de mármol que se saludan a la entrada de las tumbas,
nuestro automóvil seráfico ratifica el gran pacto,
que a ambos lados de la ruta, conjuradas,
atestiguan las súbitas, esdrújulas viviendas golpeándose entre sí…
Ahora que el camino ha muerto,
y que nuestro automóvil reflejo lame su fantasma,
con su lengua atónita,
como si girásemos vertiginosamente en la espiral de nosotros mismos,
cada uno de nosotros se siente solo, indescriptiblemente solo,
oh amigos infinitos!
CONTRA LA NOCHE
Con sus rápidos ojos que parten el viento,
Los tranvías hallan, copian la ciudad;
Las frías nubes despliegan, intensifican la vida…
…………………………………………………………………!
Mi pensamiento rueda y se alarga hasta mi casa,
Derramando sus lunas de sed en la tormenta;
Burgueses y mendigos y vehículos, todo lo que a mi encuentro viene,
Se agranda a su contacto, resplandece,
Y anula su existencia, acábase, en mí mismo.
Entonces canto mis límites, mi alegría desbordada
Como un collar de olvido en la extremidad de un verso;
Contra el rumbo de la noche voy ganando hojas de plata,
Y he de estar dormido cuando todas me pertenezcan.
Poemas en inglés traducidos por Mónica de la Torre:
http://www.alligatorzine.be/pages/001/zine32.html