SENDERO PINEAL
¿Cómo sobrellevar la astucia con la mano?
Primero dime si tu meñique es presa
de estas costumbres, así colaremos
la aurora a través de sus fragancias.
Nos conocimos en la marcha de los espejos,
descuartizamos los vocablos
con las funciones al recaudo de un anacoreta.
Aquel punto señala
nuestra ubicación en la galaxia
aquel círculo estabiliza las auras
de esos caciques trinitarios
que tanto contaban de sus penas imperiales.
Ahora, de noche, apresuras el rodaje
de un conífero hoyuelo arrebatado
el cual fue elevado
con la fuerza hercúlea
de las masas
apuntando al sol, que está del otro lado.
Clavel y trago.
Clavel, no hay rezago.
Clavel morado.
Juguemos a ser traficantes.
Desde hacía tiempo que la abuela nos observa
amordazados,
colgando tiernamente del hilo mortuorio de la patria.
Piensas contraer matrimonio con la luna
pero sabes que tu nido raramente dosifica su candela
en donde yo me reflejo,
trapo y nudos,
siendo permutado, entre parálisis (*)
de sumerios garabatos.
Hay posibilidades
de que el plasma sobresalga
durante esta efeméride,
el listado es de dosis frecuentes
de algún tajo de brisa amarilla
aventajada, bravía y confeccionada
de estrellas falaces y heridas innobles.
SOL, NUEVAMENTE
Fenecí al amanecer de la expedición
complicándome la vista
tras el otoño que solidificó una crisálida
eficaz y soslayada.
El viento que abundaba
nos concedió vertiginosas sus imágenes.
Las ramas del ciprés van agitándose,
varándose en la última sílaba del rumbo
mortificante lluvia de arrecife
nieve fósil que calcina los botines
y también a tu mirada
para que no forzase a talones agitados
de ascender ni descender.
Un montículo espumoso
surgió al norte de una finca,
en donde una noche asenté las posaderas
relajando así estos tendones predatorios
añadiéndole un valor rústico a la estela
comandante,
hiriente tras contactar hiperespacio.
Una zanja se abre.
“Coloca el tabaco
en el asiento de adelante.”
Si supieras que el algodón estalla
en cuanto la humedad invade
los corredores de mis venas
y el sol nos embriaga, contrariado
a través de cada terso nervio.
Así inquietábase este octubre
guajiro y melindroso,
a la mitad de un ocaso procedente.
CLOUD ATLAS [PRISIÓN ECUMÉNICA]
Alianza del vacío que columbra
y me arremolina,
espontánea es la vida que brindas
satisfaciendo el declive de algunas
abolladuras del achaque permanentes.
Un gatito en la orilla mea suplicios
la moza funde el azogue al estofado
dispuesta a tranquilizar la confección
de abejorros avispados,
anudados al firmísimo trebejo lunar.
Heme de haber hecho carbono
desligado dióxido, corriente en
el destino de una copiosa patria
entreverándose entre malandros.
El pincel de Brueghel
posee en sus cerdillas tales pigmentos
que seleccionan etéreas sus frambuesas
al interior de los panales.
Leyes hipnotizan, así el humo
desciende por las bisagras de mi mente
próxima a ser exacerbada por el crujir
de mi uñero mineral,
entretejida al orbital de mis amígdalas.
Ésta concuerda, pauta anónima.
Luego tórnase a la reencarnación
que consta de siete guías instantáneas,
impertérritas de origen,
para así poder volver a comenzar
henchida hasta el tope de nitratos.
¡La fuente está de azul cubierta!
KINSMAN REDUCTOR
El recorrido del oleaje fue satisfactorio,
la montaña equiparable al trote del otoño
que va helándose con succión de nubeluz.
La mayúscula se manifiesta en esta tinta
ante el mapa que cicatriza a la redonda
forjado en función
de trapecios escotados
posándose en la unión de dos relieves.
Me designas de arquitecto
al momento en que te hospedas
bajo estos bíceps sometidos al subsuelo.
Preferible es mitigar el mal sueño
con el líquido de tu cavidad magnética
a que conducir un espectáculo de sangre
con la maratón a la que apuntan mis tobillos.
Eres frágil al indagar
que la mudanza es polvo de oro táctil,
la que exude una corriente muy arenosa
mientras gente baila cumbia en el asfalto.
Echamos miles de pulgares por doquier
las vocales del nombre zambulléndose
hacia tu esófago asesino,
el cual logró abastecerse
de otros bocadillos fratricidas
nivelares a inventarios anarquistas
que fulminan horizontes de reojo.
Desde entonces la pluma emana luz
y taja acero
en la vertiente del Colca
a la que accedí serpenteando
cobijado en alguno de esos cúmulos
para así comandar en la capital de alcurnia
y acomodarlo todo con el gozne espiritual
del palosanto auxiliar
coetáneo y repelente a la zozobra.
LAPLA ROAD
Por mientras me resbalo delirando,
la costumbre sustrayéndome del hielo,
ración de mi plexo solar atada a espiga
que adquiere el valor del sushumna
al modo de un vasallo oriental.
Nada hostiga,
más bien todo indica
que las plumas de pavo real
continúan su alucine
sobre verdísimas praderas,
bajo reseñas de historietas
empolvándose en un ático.
Así le canto a este día tan soleado
con un foco púrpura en la frente.
Azul marino ante los trópicos
buceando en cada floja arteria,
husmeando,
constatando el inicio de esta época.
Tu rostro atenta fácilmente
en el plano del poniente
durante la edad así de combativa,
ya que la tinta se desparrama
y nos deja boquiabiertos
permeando al disco de canícula
hacia un otro peldaño claroscuro.
Siendo el cabecilla hoy entreno
a lo largo de lomas de lúcuma
lusitanos músculos aprisionados
por la herrumbre del titanio.
El marco de batalla ya se asoma
al crepúsculo que se queja del furor
a cúpula de mimbre que se enciende.
Hay, luego, perpendiculares mentores
plegados al deseo de sesgados poseerse
tras uno de tus rasgos que casi anula
mi indecencia contra el hemisferio
lapidario, inoculado
de mareas derritiéndose en tu abrazo.
TRUENA DE PELIGRO LA MAZORCA
Una manzana esquiva las perforaciones
y golpea el suelo newtoniano
detrás de la cabeza de Guillermo Tell
de su propio alimento así hecha fibra.
Abrochóse la cabina aórtica
el hidráulico bautista
considerando las neuronas su apo-
sento detrás de esa sonrisa.
Fatídico engranaje lunar, retumba
adjetivando percances al adverbio.
A través del vidrio me reflejo,
a través del vidrio uniforme
es la estructura de mi rostro abollado
por el ladrillo.
Usabas uno de tus maternos apellidos
con la simplísima razón de restregar
tu lenguaje paternal.
Olas emiten las leñas de tu índice,
viajas ondulada
de panza al sur norteño,
migajas echas a petreles
de un muelle antepasado.
Mirándote a los ojos
delineo tu sonrisa de país estrecho
con mi lápiz.
Si éste fuese mi último aliento de mostaza
no dudaría, astro incluido,
en abundarte de flechas
vueltas faros venenosos,
escondiéndote detrás de mi persiana.
I, como siempre dijo mi hermanastro:
“morir forrados de licores hasta el tuétano”
trizados como las obras de los dioses
febriles
todos
los jueves post-
nupciales * para
amanecer en
pluvioso
retroceso.
EL CÓDICE DEL FUEGO
Claro que te puedes prender de la solapa.
Mi “patriótico peinado” negará tu prisa
a partir de nuestra estación del candado.
La bruma zampa algún tambor
y limpia las rutas que conducen
hacia lo que el césped rasga, exhibiendo
a los crecientes cofres de mi alma.
Examiné el estambre de la yerba
asimilando todas sus pautas
incluso desde este veleidoso cojín:
allí velaba el chamaco a la esencia
por las cuatro direcciones.
Permanezco un caminante,
mi cabeza chanca el catre
con el boogie de Zeppelin.
Si me vieses extraído de tales dualidades
no dudarías en brindarme tus caderas
y el alpiste de mandíbula que coacciona
tanto gusto
a la merced de éste mi miembro
erguido a menos de dos meses del ataque.
Así exhalamos las fechorías del tacto.
Luego planeas otro viaje,
sin vergüenza explicándolo:
un humor cáustico emana de tus tímpanos,
y las retinas ya se hunden
proliferando volúmenes icónicos,
dimensiones de mi desértica memoria.
Trato de desprenderme de mi chaleco
encapuchado, tu abrazo
de oso me lo impide
y la muy tensa yugular casi me arde,
me arde hasta la coronilla
que lentamente va oxidándose
en un lejano crematorio.
César Eduardo (Trujillo, Perú, 1989). Poeta, ensayista, traductor y dibujante. B.A. Hunter College (CUNY), M.A en Literatura Hispanoamericana, Universidad de Barcelona. Ph.D. en Literatura Comparada, Universidad de París X Nanterre. Vive en la Ciudad Luz desde 2017, luego de un extenso período de residencia en Nueva York (2002-2015). Ha publicado los poemarios Viracocha Borealis (2012) y Grizal (2015), así como artículos sobre poesía peruana y norteamericana, así como textos narrativos en revistas internacionales. Su obra plástica hizo parte de exposiciones colectivas en Greenpoint Gallery y en The Living Gallery, ambas en Brooklyn (Nueva York), así como en Blacktape Art durante el Miami Art Basel de 2013. Actualmente se desempeña como profesor de inglés en varios institutos de la capital francesa. Del mismo modo, participa como animador de micrófonos abiertos literarios para las asociaciones Paris Lit Up y Sin Licencia Editorial.