VI
muchas veces fuimos pobres
no había dinero para ropa o música, pero
el taladro magnífico de dios
caía contra la mañana
las palomas se desbandaban
como si vieran
la comadreja o el halcón
un pedazo de mí entraba en la amargura
como en el pozo del molino
donde la serpiente infectaba
el agua de beber
yo tenía pocos años y ya era
rigurosamente anciana
sabía que el altísimo podía aplastarme la cabeza
enfermar nuestras ovejas
quitarnos el verano, la poca dicha
pero igual miraba siempre para arriba
y bajito decía
que sí, señor, venga a mí la destrucción
lo que deba venir
soy tu surco, señor,
soy tu surco
De La casa de la niebla (2015)
ESTOY SECA, PADRE? DEJÉ DE AMARTE O LA MUERTE ES
un soltadero de manos?
te amé alguna vez? esperé de vos, esperé
con alegría que llegaras del trabajo, o ya tenía, de nena,
el corazón seco como una rama?
me viste flotar, crecer en una miseria chiquita, me viste
ejercer, con determinación, la tristeza la mugre
el piojo, y nada se partió en luz hacia mí? nada
vino, fue mío, no fui
tu honra, padre?
desperdiciaste tu sangre? esas horas frente
al sol de noche, conmigo, a solas, las perdiste?
sentís que las perdiste? que yo era una cosa, digamos,
una cosita? como una maceta, un yuyito, el fantasma
que en fuegos, de noche, arrancaba en las lagunas
y se perdía, etéreo, en las cortinas,
en el alto y negro laurel donde posaban
las bandadas
alguna vez, mirándote a los ojos, me ofrecía a vos, te llamaba
desde lejos, diciéndote papá, papito, mirame, levantame
de este plato hondo de la amargura, dejá que sea
la criatura de tus sueños, el jardín de las delicias,
la flor de los cerezos en la boca del monstruo
algo no cuajaba en tu amor, se iba o era débil:
me penabas al rincón cuando, en el verano, me asoleaba,
buscaba bichitos, tropezaba en las latas
me hacía amiga de la sombra
estoy seca? nací seca para vos, por vos?
cómo hubiera sido encontrarte, llamarte
como un fuego en la noche y que vinieras
donde yo alzaba mi corazón entre los trapos
padre dormido, ves cómo soy?
padre dormido, estoy acá, ves cómo soy?
ves, ahora, cómo soy, si te amé o cuánto o cómo?
lo ves, lo ves,
papá,
papito?
De Curva de remanso (2017)
NO HE ENLOQUECIDO.
No he disparado contra otros, ni contra mí.
No he arrancado las modestas flores del patio.
No envenené agua ni platos de comida.
No he dejado palabras impuras en mí, todas las he lanzado al viento.
No he diseminado horribles verdades.
Neferet, no he corrido contra el viento. Ni a favor de él. No he corrido, porque correr es un énfasis del cuerpo.
He respetado el Verbo.
No he necesitado develar el verdadero rostro de las gentes.
No he cosechado fruta verde.
He compartido las cargas de los que estaban cerca.
No tapé los espejos durante las tormentas ni en la muerte de los que amé.
No he perturbado las estaciones con perfumes atmosféricos.
No corté mi pelo ni mis uñas sino fue por higiene, nunca por vanidad.
No he alargado la agonía de Argos, mi perro.
No he deseado que regrese la juventud a mi cuerpo.
No he planeado que regresaras. Estamos repartidos en dimensiones floridas y distantes.
No hablé lenguas.
No insistí en que estuvieras.
No he abierto puertas ajenas. Sí abrí, Neferet, puertas al vacío.
No mentí aunque conviniera.
No he criado serpientes en mi corazón.
No he olvidado aquella tarde.
De El viaje (2021)
III
no, no soy tu amiga, no
te confundas, si alguna vez
me viste y te sonreí
si coincidimos y palmeé
tu brazo, sólo por
reconfortarte en la desesperación
porque en la desesperación
no se abandona a nadie,
si comí a tu lado, o te vi
beber, o hablar mal de otros
y me reí, no para abrir
mi corazón a amargos como yo
sino para acompañarte
en la mueca insoportable,
si me reí con vos de otros
te digo, no importa, deberías
a estas alturas, saber,
que si te sentaste a mi mesa
y me viste a los ojos, y mirándote
yo también te conté
mis penas, nada de eso,
sabrás, tiene importancia,
porque estar apenada estoy
muchos días al año, como
fuera de mí, como si mirara
un paisaje que no es mío,
o lejano paisaje, nebuloso,
de manera que tu rostro, tus manos,
esos ojos de pensar que ponés a veces,
cuando te creés grande,
imponente, al contar tu anécdota,
no son, para mí, nada más
que una piel, un colgajo,
una máscara con nombre
y alguna presunta virtud
que todavía no encontré, no
no soy tu amiga, creo
que estamos condenados
a esta vigilia en que
un mismo pájaro negro
nos picotea los ojos
detrás de un vidrio, que
te veo o me ves, en el campo,
haciendo señas con un trapo
rojo, mirando los aviones
pasar rasantes, comiendo
cenizas en un lugar
donde tu sangre bien
podría ser mi sangre,
pero no
te confundas, no,
no soy tu amiga
De Guadal (2022)
VIII
esta puerta que ha golpeado el viento
o caballo
rama
esta puerta que en la noche
alguien ha golpeado
esta puerta que se cerró sobre mi mano
–mi mano tenía ojos y vio
algo en la noche–
luego salieron mis ojos
y vieron
algo
en la noche
esta puerta se cerró sobre
la mitad de mi cuerpo, entonces
la mitad
de mi cuerpo vio
algo en la noche
cuando mi cuerpo estuvo
entero
en la noche, la puerta
no estaba
allí
más
todo mi cuerpo
entonces vio
algo
en la noche
mi cuerpo, era mi cuerpo
viniendo
hacia mi cuerpo
no rama
ni caballo
ni viento
tocaba una puerta
invisible
la mano mía
De Guadal (2022)
Elena Anníbali (Oncativo, Córdoba, Argentina, 1978). Es una escritora, docente y tallerista de Argentina. Poesía: Las madres remotas (2007), Tabaco mariposa (2009), La casa de la niebla (2015) Curva de remanso (2017), El viaje (2021), Guadal (2022), Cyborg (2022). Narrativa: El tigre (2010). Ensayo: Perro de Dios –Diez años en la poética de Alejandro Schmidt- en coautoría con Leticia Ressia (2020).