no hay vencedor, solo despojo
poeta, como héroe, sin genero marcado.
las calles se cierran al paso de las aves
son las seis de la tarde en el lugar
que borras del recuento de la hazaña
de la historia del desarrollo del héroe
que encuentra el cuerpo del delito,
sujeta su nuca y
perdona
indeleble
ese pedazo de tierra
la pausa helada de la sangre
cuando la daga carcome la palma de tu mano
reclama silencio, ser
un obstáculo:
nadie quiere oír
sobre la tarde callada del héroe,
las faldas planchadas, los cordeles,
la amada, la tarde de sol frente a la tele
antes de—
las pausas se llenan de moho
cuando la violencia se ausenta
el conflicto engravado en expectativa
el héroe devora la presa
el héroe sangra y desangra
el héroe regresa triunfante
de la muerte
pero los bares cierran ante el silencio
discreto de las aves:
el héroe regresa sin daga,
se sienta al borde del bosque
y exhala la guerra.
si bien nunca quisiste ser un documental
en mi mente
el rodaje de ambas continúa
aunque el techo se abriera en temporada
de huracanes, exponiendo nuestro pequeño
universo doméstico al musgo trepando
paredes, camas húmedas bajo el temporal
que, en el silencio de los animales salvajes,
desarrollan entes abyectos,
ratas pariendo bajo nuestra vieja mesa de comedor
abrazadas por el heno,
el popurrí de
hojas y el derrumbe de la fantasía
unifamiliar monógama.
abrazadas, aguarda por la espera de que todos hayamos partido
aunque no quede ya calor humano
y solo en mí continúe el rodaje:
cierro mis manos para concentrar su haz sobre mi pecho
mis ojos reflejan sobre la pared desnuda de tus labios
el ser antes de que todo se desmoronara
ahora gira lento sobre mi propio cuerpo
ausente e ignoto
cómo retomar una cinta
cómo volver sobre lo filmado para retocarlo
rebobinar para grabar algo distinto sobre
la noche, sobre el plano de la casa,
la herrumbre de los cuerpos y
la sucesión veloz de huéspedes salvajes
en mi pecho
inacabado
impertérrito
el moho que rige el aire
infiltra el reproductor,
hasta que te paras
y lo apagas
a mí me dijeron siempre que las chicas bonitas llevan vestidos
que doblan sus medias, que llevan hoyuelos de nacimiento
labios color rosa natura,
una inteligencia callada
sonrisas templadas
en mi habitación
tenían largas medias blancas.
zapatillas blandas. a veces tacos,
palabras suaves orientadas a apaciguar siempre.
las chicas bonitas vivian en quinceañeros, quemaduras de cigarrillo en sus piernas,
las chicas bonitas, pestañas falsas labial rojo vivo como un glitch caleidoscopio
las chicas bonitas siempre estaban prohibidas.
tenían terrible suerte,
las chicas bonitas claro, no te confundas, son un poco curiosas.
no tenían manos garras, no tenían secretos,
tenían rodillas suaves rezando a la Virgen,
tenían guitarras en mano,
todo esto eran las chicas bonitas.
las chicas bonitas, con terrible suerte, embarazadas, ingenuas,
las chicas bonitas inteligentes solo para ciertas cosas.
siempre con un ojo en el futuro, el legado
una chica bonita merece una familia bonita, no crees
una familia, te digo.
Gretna Green
teníamos entonces una vida
un pañuelo y la suerte
uñas cortas y la sensación de que todo paso estaba destinado a la gloria
en marea alta sobre fango
en marea baja sobre islotes vírgenes
encontrarte como una aparición
un holograma una fugitiva de tiempos mejores
el fracaso sabe apenas distinto
cuando has bebido una y otra vez
de la propaganda amarillista de tu propio sueño
escuchaste que la chica de los centeno
y la chica d-- los rumores, la sentencia profética
pendiendo sobre nuestra tarde de verano
sobre cada fragmento de sal
en palabras ajenas, lo predestinado
tu historia favorita de almas gemelas cercenada por
el vaticine popular de clase,
el repetitivo circulo de la condena
y la fuga y la habladuría y las chicas bonitas siempre tan mala suerte y aquellas a las que la suerte llega tempestuosa
evadí la belleza tradicional entonces
evadí los labiales rojos y las uñas largas el cabello largo
y las medias largas blancas y, aun así,
me encontré nuevamente en cabildo abierto
si no bella, terrible, si no clásica, pagana
pero siempre inevitablemente mujer y por tanto
predestinada a la tragedia
pero en marea alta, cintura helada y arena blanda
es casi siempre posible fingir lo contrario
oler el fracaso y zambullirse tontas
zambullirse locas
hasta que nos pierda el trazo.
colapso estelar
casi no es justo, no crees
que puedas abrir los ojos contra el cielo
y tus grandes pupilas capturen la luz tan egoísta
que bebas como un agujero negro la vida
que absorbas y absorbas
todas mis palabras
casi involuntaria
cuando quiero decirte que apartes la vista
que llores.
Victoria Mallorga Hernandez (Lima, 1995) Magíster en Publicidad y Escritura de Emerson College. Ha escrito albión (alastor editores, 2019) y absolución (2020, disponible online). Editora, previamente en Palette Poetry, Redivider y Verboser. Su poesía ha sido publicada en diversas revistas y dossiers de México, España, Argentina y Estados Unidos como Círculo de Poesía, El hablador, low-fi ardentía, Thin Air, así como antologías como ATÉ MAIS (Deep Vellum, 2023), A la mitad de todos los caminos (Piedra Blanca, 2022) hablemos de amores (Somos Centelleantes, 2021).