07 Jun 2023

71. EL REINO DE LO NO LINEAL DE ELISA DÍAZ CASTELO

-12 Dic 2022

 

LAS DESARTICULACIONES EN LA MUERTE Y EN EL DESAMOR:

EL REINO DE LO NO LINEAL DE ELISA DÍAZ CASTELO

 

Lucía Rueda

  

 

¿Qué es lo no lineal? la lluvia carmín que cayó en la India en 2001; un fantasma que mueve los objetos en una casa; el mar muerto; un oxímoron; las plantas que le crecen a la verdura echada a perder; la vida; la posibilidad de traer a un ser del pasado mediante cartas; el Templo de Fátima, en Zacatecas, que sangra cuando llueve; la muerte y la falla de la muerte; las rupturas amorosas; los acontecimientos que interrumpen un orden lógico y cotidiano. Habitamos en El reino de lo no lineal y poetas como Elisa Díaz Castelo nos lo muestran a través de su escritura. El poemario, dividido en dos partes [Vuelta e Ida] y ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2020, es una recopilación de los sucesos que surgen después de una ruptura: sobre todo de la muerte y del desamor.

Near-Death Experience Research Foundation es la página web que Díaz Castelo consultó para escribir la primera parte de su poemario que lleva como nombre Vuelta. La página contiene los testimonios de personas que clínicamente fallecieron, pero que, retando a la ciencia, regresaron a vida. En virtud de ello, encontramos al inicio de El reino de lo no lineal el registro de distintos Lázaros, algunos nos narran, desde el momento en que mueren, de qué forma la vida regresó a sus cuerpos: “Pero no me morí / lo suficiente: mi nombre, Celso, se me volvió a mi boca / y el albedrío de mi cuerpo quiso”.[1]

La escritura de Díaz Castelo confronta la lógica, colocándola en una encrucijada que se vuelve patente desde su poemario Principia (2018). En él, como bien menciona en una entrevista realizada por Rocío Cerón y Hernán Bravo Varela, la poesía y la ciencia habitan en la frontera con el misterio. Sin embargo, la diferencia entre estos dos campos de estudio y creación está en que la ciencia quiere descifrar el misterio, mientras que la poesía sólo reconoce que este existe y lo lleva a las palabras para que el asombro se mantenga vigente.[2]

Pareciera que el asombro es el compañero eterno de los y las poetas, quienes siempre tienen la sensación de encontrar algo nuevo en los mismos espacios, en la misma vida. Aquella manera de maravillarse y extrañarse, tanto por los sucesos como por el lenguaje mismo, es otra característica que vemos en El Reino de lo no lineal, pues, en contraposición a los acercamientos de la muerte, Díaz Castelo nos ofrece una acumlación de definciones para describir la vida: 

Vida: qué es: un frenesí: Calderón: una ilusión: también: órganos: organelos: y todo bien es pequeño: células: sus mitocondrias: y toda la vida es sueño: caldo primordial: Haldene: algo que empieza y que termina: este estado intermedio: sueños son: en fin: al buen entendedor: pocas palabras: ver muerte. [3] 

¿Por qué será tan necesario abarcar en este poemario a la muerte y a la vida? Dentro de nuestro organismo conviven células vivas y muertas, lo cual nos lleva a una idea que Rilke desarrolló en Los cuadernos de Malte Laurids Brigge: la semilla de la muerte madura dentro del cuerpo junto con la vida. Vemos aquella simiente también en las narraciones de los Lázaros con Díaz Castelo. Por ejemplo: “Me sucedió de niña. Ahora soy años después. La muerte /  ha crecido conmigo”.[4] Esta imagen de la niña que falleció momentáneamente, para después regresar al año cero ―como leemos al final del poema―, podría significar que la fecha cuando murió es también su cumpleaños, el parto de ella en ella misma. Su cuerpo es fronterizo, habita en el umbral.

Estos registros de los distintos Lázaros narran cómo llegó la muerte, cómo la voz los y las devolvió a su cuerpo y cómo fue estar en el no estar, “ahí, donde ahí es cuando, donde es nunca”.[5] Y en ese no-lugar habitará la segunda parte del poemario, Ida, sólo que ahora ese espacio se transforma, convirtiéndose en lo que ya no puede ser, paradójicamente, en el sitio donde habita lo que no se hizo en una relación amorosa.

Si con la primera sección del poemario reconocemos la pérdida momentánea del cuerpo y de la voz debido a la muerte; en Ida nos encontramos con la conciencia del cuerpo ausente ante la desaparición del otro al que amó. Esa falta ocasiona una falta de pertenencia, un dejar de estar. El desamor es una experiencia límite porque también implica la interrupción de un orden, de una forma ya constituida. Byung-Chul Han, en su libro La agonía del eros, explica:

No sólo existe aquella muerte que significa el final de la mera vida. Tanto la renuncia a la identidad imaginaria del yo [del yo en una relación] como la supresión del orden simbólico [...] Lo que está en juego en el erotismo es siempre una disolución de las formas constituidas. Repito: una disolución de esas formas de vida social, regular, que fundamentan el orden discontinuo de las individualidades que somos.[6]

Para juntar la disolución y los afectos del ser con la muerte, Díaz Castelo crea al personaje Orfelia para remitirnos a Orfeo y Ofelia, dos figuras (una mitológica y otra ficticia) que habitaron el umbral mortuorio. Por un lado se encuentra Orfeo, con la posibilidad de regresar del inframundo, siempre volteando atrás. Y por otro nos encontramos con Ofelia con su locura ocasionada por el resquebrajamiento de su yo. Esta figuración de ambas fuerzas crea el personaje de Orfelia, quien termina por ser el personaje fronterizo portador de un lenguaje imposible.

Quizá el dolor ante el desamor siempre se mantiene en otro idioma: indescifrable. Porque ya no es, porque se encuentra justo en su momento de pérdida y reconfiguración. Voltear hacia atrás hace evidente que el recuerdo es una reescritura porque siempre cambia, siempre hay algo distinto. Volver la mirada es modificar la historia. Tanto en la primera como en la segunda parte del poemario hay una reiteración de la pérdida de las experiencias corporales. “Perséfone me dice que los primeros seis meses, / luego uno se olvida de los colores, de la sed. / Del verano queda sólo un recuerdo de la lluvia. / [...] tu nombre / sabe a cobre, cardenillo, y hoy miro de perfil lo poco que hay de cierto”.[7]

Esta segunda sección, por momentos, funciona como una guía poética para sobrellevar la ruptura: ir al paso de la herida, buscar un comprobante de domicilio, limpiar el clóset, encontrar la garantía del refrigerador, borrar fotografías, no voltear, terminar de leer el libro en soledad, voltear únicamente para asegurar que el recuerdo es otro, dejar que las polillas devoren la historia.

Toda ruptura es un ensayo, un simulacro de la muerte. La muerte y la vida son los sucesos culminantes y lo que existe en medio de esos dos actos busca ser una tregua. Elisa Díaz Castelo nos presenta situaciones que nos transitan, traspasan, transforman y que de momento nos parecen innombrables porque nos encauzan a un sitio donde el orden es otro, uno que existe en El reino de lo no lineal.

 

  

Bibliografía

 

DÍAZ CASTELO, Elisa, El reino de lo no lineal. México, Fondo de Cultura Económica (FCE), 2020.

 

Han, Byung-Chul, La agonía del eros, trad. Raúl Gabás. Titivillus, 2012.

 

 

Partículas Elementales, “Partículas Elementales. Episodio 202. Cátedra de Poesía

Iberoamericana Elsa Cross (parte 1), [Mixcloud], <https://www.mixcloud.com/Laspartículaselementales105/partículas-elementales-episodio-202-cátedra-de-poesía-iberoamericana-elsa-cross-parte-1/>(Consulta 09/05/2021).

 

[1] Elisa Díaz Castelo, El reino de lo no lineal, p. 16.

[2] Vid., Entrevista realizada a Elisa Díaz Castelo por Rocío Cerón y Hernán Bravo en el podcast Las Partículas Elementales, 11: 40 - 11: 60

[3] Elisa Díaz Castelo, op, cit., p. 19.

[4] Ibid., p. 18.

[5] Idem.

[6] Byung-Chul Han, La agonía del eros, p. 17.

[7] Elisa Díaz Castelo, op. cit., p. 48.

 

Elisa Díaz Castelo (Ciudad de México, 1986) Autora de Proyecto Manhattan (Antílope, 2021), ganadora del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2020 por El reino de lo no lineal, del Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal 2017 por Principia y del Premio Bellas Artes de Traducción Literaria 2019 por Cielo nocturno con heridas de fuego, de Ocean Vuong y el premio Poetry International 2016. Con el apoyo de las becas Fulbright-COMEXUS y Goldwater, cursó una maestría en Escritura Creativa con especialidad en poesía en la Universidad de Nueva York (2013-2015). Poemas suyos aparecen en Letras Libres, Nexos, Hispamérica, La Revista de la Universidad, Tierra Adentro, Este País, y Periódico de Poesía, entre otras, han sido incluidos en la  antología de poetas jóvenes españoles y mexicanos Fuego de dos fraguas, en la antología Voces Nuevas 2017 de la Editorial Torremozas y en la antología Liberoamérica (España, 2018). Ha sido becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA en tres ocasiones (2015-2016, 2018-2019, 2021-2022) y de la Fundación Para las Letras Mexicanas (2016-2017, 2017-2018). En 2018 fue seleccionada como una de las dos poetas jóvenes de América Latina invitadas al Festival Internacional de Poesía que se celebra en Trois Rivières.

 

Lucía Rueda (Ciudad de México, 1996). Egresade de la Universidad del Claustro de Sor Juana en la licenciatura de Escritura Creativa y Literatura. Ha sido publicade en el Periódico de Poesía, Este País, Tierra Adentro, Sin embargo, Taller Igitur, entre otros. Publicó, junto con otras poetas, en Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989-1999) de la editorial Los libros del perro. Actualmente es bacarie de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía (2021-2022).

 



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