Curaduría: Marisa Russo
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Escribo este poema mientras desayuno.
Por cada forma que no logro armar
vuelca un edificio y retumba un gracias.
Poco a poco se ensancha el mar
y huye gente enamorada hacia la arena.
¡Qué imagen! He estudiado tantos años,
he perdido tantas cosas. He tenido que ser
muchas veces otra para llegar a esto:
un poema intermitente aspirante a imagen
que haga llorar a alguien por las proporciones.
Digamos que esto es
una poética:
escribo porque hay excesos de vida en las cosas
cuando les nace un nombre.
Tan sólo alguien que las mire
y un latido ansioso, enamorado,
que imponga su estructura como un nudo
de nadas sobre nadas, una declaración
sucesivamente abriéndose
en el centro del hueco del vacío entre los cuerpos.
Períodico de Poesía de la UNAM (México)
III.
Una es una mujer acostumbrada
a esperar
y después de tanto (te digo)
estoy convencida que los poemas
no se arrancan:
se cosen al revés, quiero decir
hacia dentro:
el lenguaje es mercenario
y cualquier precio es poca cosa
es muy poco lo que damos
a cambio de lo escrito.
Cuando termine este poema
vas a desaparecer.
Estoy convencida, te digo:
la representación es el cuerpo
mutilado del lenguaje
una miguita pobre incapaz de saciar
el hambre de lo dicho.
Una es una mujer acostumbrada
a perder
y siempre es más lo que se pierde.
Una anda por los días con poemas
cosidos al revés
(quiero decir para adentro)
porque las palabras no se arrancan
y escritas se encarnan como uñas
se tensan como músculos
como se tensa un corazón.
Cuando termine este poema
vas a desaparecer
me digo
rogando que sea cierto.
Revista La Raíz Invertida (Colombia)
Hay poesía que me gusta,
que brilla:
hay poesía que tiene algo que es
parecido a un destello:
como una luz de faro en medio de la nada,
una luz que tintinea,
que palpita,
que grita en silencio “Es aquí”.
La poesía que me gusta
me gusta porque me enseña algo:
algo que es siempre más
certero que cualquier definición,
algo que desborda el significado
y que abre en mi pecho una raja nueva
y me hace respirar mejor.
Entonces:
el lenguaje no es la vida,
el lenguaje da órdenes a la vida,
la vida no habla,
la vida escucha
y espera.
Samoa Blog (Costa Rica)
2.
Amo esta lengua porque amo
A un hombre que habla.
Yo escribo para aprender a escribirte
Para ser la sombra que mora en la casa
de tu palabra.
Toda palabra dicha está de más
Y yo te escucho hablar
(como si no doliera) pero no quiero
que te calles, quiero dejar de inventar
símbolos en lo invisible al escuchar
mi idioma
porque el hombre que amo habla
esta lengua ajena y me hace amarla
Te escucho hablar (como si no doliera)
Y descubro de nuevo que el lenguaje
Es una bestia impredecible:
Te escucho hablar y al nombrarme
Me das la palabra para que viva en tu boca.
Revista Cardenal (México)